Juanita Parra: “Hay maneras naturales de lograr la salud”

Por Paulina Pizarro

Es agosto de 2016 y estamos con Juanita Parra, tomándonos unas limonadas con jengibre en el Parque Forestal, su barrio. Nos juntamos a conversar de todo, de su niñez en Francia y de cómo esto influenció su visión del mundo. Además, nos contó que recurría a la quiropraxia y apiterapia para proteger sus tendones y espalda, y que usaba la meditación y el yoga para la tranquilidad mental.

El año 1996, Los Jaivas retornan al país y presentan a su nueva baterista, nada más y nada menos que la hija de Gabriel Parra, el fallecido baterista original. En esos años, la mayoría de las figuras musicales femeninas eran solistas o parte de un grupo de mujeres, pero esto de una mujer joven en una banda de viejos hippies no se había visto jamás. De ahí en adelante, Juanita pasó de ser una completa desconocida a una figura mediática, y tuvo que lidiar con la fama y todo lo que ello trae.

Con una niñez vivida en Francia, en donde se educó, a los 15 años se puso a estudiar batería. Sin embargo, debido a la repentina muerte de su padre, tuvo que alejarse de Los Jaivas porque el dolor era muy grande. Como ella misma dice “cuando él murió, una parte de mi murió, me costó mucho pararme de nuevo”.

Finalmente, en un reencuentro con la banda, ellos le volvieron a proponer la idea de que se transformara en la baterista de la banda y Juanita, mejor preparada emocionalmente, aceptó el desafío y se sometió a entrenamiento musical intenso por 5 años, aprendiendo las canciones, los ritmos, la potencia y la pasión musical de Los Jaivas. Así, en 1996 debutaron en el Festival de Viña, atrayendo mucha atención de los medios, sobre todo por esta nueva integrante baterista.

 

Gentileza Juanita Parra

Leíamos en una entrevista que fuiste mamá a los 35. ¿Cómo fue tu proceso?

Yo hasta los 30 años no quería tener hijos. Tenía toda una convicción por la cual no hacerlo. Después consideré vivir esa experiencia, pero de una manera 100 % consciente. O sea, yo no asumo el no criar a mi hija, aunque tenga la vida que tengo. El estar ahí, el haberle enseñado sus primeros pasos, sus primeras palabras, el que se parezca a mí y a su padre, que hable como nosotros. Me refiero a criar y dedicarse.

Tuve un embarazo tranquilo, no tuve vómitos ni me sentí mal, solo con un poco más de sueño. Tuve tan buena salud que toqué con la banda hasta los siete meses de embarazo. Fuimos de gira a la Carretera Austral y yo como si nada; era tanta mi convicción con el embarazo perfecto que sentía que mi cuerpo estaba preparado para eso. El doctor me dijo que cuando uno tiene una actividad física y te embarazas, no tienes por qué cambiarla. De hecho, yo seguía un programa de ejercicios intensamente en esa época, y creo que fue uno de los grandes pasos que me llevó a un embarazo tan armónico.

Lo único es que al momento de nacer ella venía con la cabeza hacia atrás y no podía salir. Por ende mi parto no pudo ser natural. Teníamos todo preparado para que fuera natural, con luz tenue, inciensos, música, etc. Estuve siete horas en trabajo de parto y el doctor me dijo que había que hacer cesárea. Yo lloraba a mares porque quería parto natural, pero me tuve que resignar.

¿Cómo te sentiste psicológicamente después de la cesárea?

Cuando supe que no iba a poder parir a mi hija lloré y lo rechacé, pero finalmente me entregué a la situación. Después estaba preocupada de aprender a amamantar, y eso se desarrolló normal hasta los 6 meses y medio de Kayla, que fue cuando volví a tocar. Entonces ahí, por un tema de horario y conveniencia, la desteté, pero ella seguía de gira conmigo hasta el año usando mamadera.

¿Cuáles eran tus convicciones por las cuales no querías tener hijos?

Hoy en día las familias se arman y desarman con demasiada facilidad, yo creo que ese es el gran error de esta sociedad.

La gente tiene hijos sin mucho cuestionárselo, sin pensar…

Un hijo nace de un padre y de una madre, y eso tiene que estar sólido para sostenerlo. Cuando nace un hijo, esa pareja se ve enfrentada a una serie de desafíos que hay que resolver. Tiene que tener un sentido, porque si no pasa que se separan, y lo más fácil es resolver terminando o buscándose a otro con los mismos problemas u otros peores. Y ¿qué pasa con esos niños?, van quedando guachitos, de un lado para el otro. Muchas familias de nivel económico alto tienen hijos que viven prácticamente solos, porque los padres viajan y trabajan mucho. Y los de escasos recursos quedan abandonados a su suerte, en la calle. Y todos finalmente expuestos a un montón de cosas que no son positivas. Entonces yo creo que la gente no está consciente, no lo asume así, no se cuidan. O sea, yo no tuve hijos hasta los 35 años y no porque fuera monja, sino que decidí cuidarme porque no me imaginaba teniendo hijos de casualidad. No es un buen fundamento para la vida.

Foto: Sergio Iglesias

¿Cómo cuidas tu salud y la de tu familia?

Bueno, a mi hija solo le aplico productos naturales. Por ejemplo, el jabón y el champú, porque sé que a través de los parabenos se está dañando mucho. Mi madre me crió con una buena pauta de alimentación, de cuidado natural, de medicina alternativa. Además que Francia, donde viví hasta los 26 años, está bastante desarrollada en medicina naturista. Nosotros íbamos a un médico colombiano que era increíble y practicaba terapias alternativas también. Además, fui vegetariana durante siete años de mi vida (aunque comía pescados y huevos) hasta que me embaracé.

Increíblemente, cuando me embaracé todos mis antojos fueron de carne y mi hija es totalmente carnívora. Recuerdo que mi primer antojo fue de jamón serrano y mi marido no lo podía creer porque él me conoció vegetariana (risas). Este embarazo me pedía carne y nunca tuve indigestión ni nada, a pesar de lo que la gente me decía. Estaba mentalizada, mi cuerpo lo pidió y lo comí, y nunca más paré de comer carne. Hoy día como de todo, y como harto, me gusta la comida chilena, el plato grande, la comida de los mercados.

Cuando llegué a Chile inmediatamente me puse en manos de un acupunturista, quien era una especie de médico de cabecera. El yoga lo conocí mucho después. Javiera Parra, la cantante, me habló del yoga y me llevó a sus clases, y ahí quedé fascinada hasta el día de hoy.

¿Cuál es tu opinión sobre el sistema médico actual?

Sorprende la cantidad de farmacias que tiene este país; en las cuatro esquinas suelen haber cuatro farmacias. Hace algunos años salió a la luz el turbio negocio de venta de remedios, haciendo creer a la gente que dependen de ellos, como si no existiera ninguna otra manera.

Yo entiendo que un estilo de medicina como la cubana sería el más correcto, porque es una medicina integral; el doctor es el médico de la familia, sabe tus antecedentes familiares, el estilo de vida de sus pacientes, cómo comen, etc. Un médico que te atiende en 15 minutos es imposible que se sumerja en tu vida y te dé soluciones concretas. Entonces lo más fácil es recetar medicamentos. Como por ejemplo mi hija Kyla cuando pequeña tuvo un problema de pleuroneumonía, con operación al pulmón y todo, y terminé llevándomela de la clínica puteando a todo el mundo para seguir cuidándola en casa.

La medicina cubana es preventiva. Te cuida de una manera que hace que tú no te enfermas ni eres dependiente de los remedios.

Me explico, soy baterista, toco mucho, tengo muchos conciertos, la batería si bien es un trabajo aeróbico, te descompensa muscularmente, porque la forma de tocar no es como si yo estuviera haciendo el peso exacto en ambas manos. Si no me cuidara como lo hago, tendría que tomar analgésicos todo el rato o relajantes musculares, cualquier tontera. En cambio, voy regularmente al quiropráctico, que me endereza la columna. Cuando empecé con los dolores de tendinitis, los médicos me empezaron a decir “te tenemos que operar, te vamos a hacer infiltraciones, tienes que tomar corticoides, etc.”, y yo apelé a mi instinto y dije “no”. Leyendo unas publicaciones llegué a la apiterapia, y me enteré de que el veneno de las abejas es un excelente reconstituyente de los tejidos de los tendones.

Gentileza Juanita Parra

Entonces el tema también pasa por informarse bien, porque todo eso está a la mano. Hay alternativas para no depender de ese tipo de medicina. Hay productos y suplementos naturales para todo.

Justamente eso es, no llegar a estar enfermo sino que cuidarse para no enfermarse. El yoga, por ejemplo, ayuda mucho al desarrollo del control mental, al igual que la meditación. Sobre todo cuando uno tiene una vida con mucha energía externa, es importante conocerse y mantener la paz interior. Puede parecer un poco individualista, pero para poder entregarle a mucha más gente, uno tiene que estar bien con el yo interno. La mente es lo más fuerte que tenemos y si tu estás pensando en enfermedades también las estás provocando dentro de ti.

Básicamente yo me mantengo con buena salud, aparte de todo lo que te digo, porque puedo hacer lo que me gusta, y vivir de eso sin estar con penurias económicas que te agobian y angustian, y te provocan enfermedades.

El resto es cuidar tu cuerpo con ejercicios para que esté vital, fortalecido, energizado, y cuidar la columna vertebral que es nuestro eje. En mi caso recurro también a la apiterapia porque le exijo mucho a los tendones, y el veneno de las abejas es “mágico”, es un antibiótico supremo que también te fortalece las defensas.

¿Cómo es la experiencia de vivir de la música?

Es un gran privilegio, una bendición, porque uno es feliz haciéndolo y haces felices a otros, y más encima se puede vivir de esto. O sea, te ayuda a tener mejor salud, física y mental. Desde el 96 yo vivo exclusivamente de Los Jaivas. Entonces puedo dedicarle tiempo de calidad a mi familia y a mi hogar. Para mí eso es fundamental.

Los Jaivas existen hace 53 años y nuestro calendario está lleno. Es un ejemplo de perseverancia y autogestión. Nadie sabe la fórmula, pero se ha dado. Y hoy gracias a los casos de corrupción política nuestra música cobra más vigencia.

Las letras de ustedes tienen que ver con hacer conciencia…

Pero una conciencia hacia lo espiritual, hacia la naturaleza, hacia el volarse con un cielo, con una montaña, ¿me entiendes? Son pocas las frases politizadas que tu encuentras, quizás un poco más en ‘Alturas de Macchu Picchu’ por la poesía de Pablo Neruda, pero en general es una cosa muy ingenua, muy bonita, muy inocente, que finalmente cobra mucho más sentido que tantas otras convicciones.

Hay padres que deciden no vacunar a sus hijos, ¿qué opinas de este tema?

Las menos vacunas posibles desde mi punto de vista. En mi caso, mi experiencia fue que todas las primeras vacunas, hasta los 6 años, las seguí regularmente con el pediatra de mi hija. Pero a partir de ahí, nunca más le quisimos poner otra, y nos negamos a la vacunación sorpresiva en los colegios como ovejas en fila. Así que mi hija aprendió a negarse sola.

¿En qué están con Los Jaivas ahora?

Además de tocar mucho, estamos trabajando en un proyecto que se gestó cuando el Gato (Alquinta) aún estaba vivo, que es la Fundación Los Jaivas. Ahora estamos arreglando nuestra sede, ubicada en barrio República, y a futuro esperamos desarrollar talleres musicales liderados por los mismos músicos de la banda. Ahí tendremos nuestra propia sala de ensayo y también queremos trabajar directamente con las escuelas porque creemos que hay que dirigir la energía de los jóvenes y niños que quieran acercarse a la música. Nos hemos dado cuenta cómo les cambia la vida cuando tienen la posibilidad de acceder a estas clases. Así que queremos hacer escuela y trabajar con las orquestas juveniles de regiones.

Fotos: Sergio Iglesias

(Artículo publicado en El Guardián de la Salud, versión impresa, edición 151)