Por Paulina Pizarro
Dallas Buyers Club cuenta la historia de Ron Woodroof (1950). Un electricista quien es diagnosticado VIH positivo en 1986, época en que recién comenzaba la explosión de SIDA en Estados Unidos, y cuya solución (AZT, un tóxico medicamento que mata todas las células que toca) parecía ser peor que la misma enfermedad. Seguido al diagnóstico vino la sentencia de muerte: le quedaban 30 días de vida. Pero Ron jamás se resignó a morir, y esto desencadena una seguidilla de sucesos dignos de una muy entretenida película que abre la puerta a muchos debates interesantes.
*Alerta de Spoiler: Este artículo contiene información que podría arruinarte la película si no la has visto.
La búsqueda de un mejor tratamiento lo lleva a formar un club para importar suplementos, vitaminas y otros medicamentos –no aprobados por la FDA– necesarios para la vida y con resultados mucho mejores que el tóxico AZT (zidovudina o azidotimidina). Este club de compradores se llamaba “Dallas Buyers Club” y, junto a otros clubes en otras partes de Estados Unidos, lograron prolongar y mejorar la calidad de vida de miles de enfermos de SIDA.
¿Cómo se contagió el protagonista?
Aparentemente, Ron Woodroof (interpretado por Matthew McConaughey) se contagia por tener sexo sin protección. Pero hay otras cosas que vale la pena mencionar: tiene un estilo de vida muy particular, es decir, se acuesta con muchas mujeres sin protección, consume drogas duras (cocaína, metanfetamina, etc.), es alcohólico y su dieta no es saludable ni consciente. Todas ellas conductas de riesgo que causan desastres en el sistema inmune, lo que puede provocar un resultado positivo en el examen del VIH.
Peter H. Duesberg, Ph.D., Profesor de Biología Molecular y Celular de la Universidad de California, Berkeley, es una de las eminencias en ciencia que ha cuestionado la hipótesis del VIH como causa del SIDA, sobre la base de su experiencia con los retrovirus, publicando en prestigiosas revistas científicas como Cancer Research, Lancet, Proceedings of the National Academy of Sciences, Science, Nature, Journal of AIDS, AIDS Forschung, Biomedicine and Pharmacotherapeutics, New England Journal of Medicine y Research in Immunology. En cambio, ha propuesto la hipótesis de que las diversas enfermedades relacionadas al SIDA en Europa y Norteamérica se deben al consumo prolongado de drogas recreativas y al AZT.
Sin conocer esto, pero confiando en su instinto, Ron aprende que existen mejores tratamientos cuando conoce un doctor en México (el doctor Vass) que le abre la puerta a otra visión de salud. Le explica que el AZT está acabando con sus defensas y que tiene neumonía crónica, entre varias otras condiciones, que ocasionan pérdida de memoria, dolor en las articulaciones, cambios de ánimo, etc.
Esa visión de la enfermedad cambia su paradigma y comienza a plantearse la salud desde otra parte, algo que se va manifestando a medida de que el personaje va madurando y entendiendo la vida holísticamente. Como era de esperar, logra prolongar su vida y vencer el lapidario diagnóstico inicial.
El desastroso tratamiento con AZT y por qué nadie debería permitir eso en su torrente sanguíneo
En la película, hay un laboratorio que promete estar trabajando en una nueva droga, AZT, que podría eliminar el virus del VIH. Pero lo único que logra son resultados desastrosos, los efectos secundarios se dejan ver y los pacientes retornan cada vez peor, necesitando transfusiones de sangre. Paralelo a esto, el laboratorio declara que los resultados del estudio permitirán acelerar la aprobación de la FDA.
Existe un libro llamado ‘Poison by Prescription; The AZT Story’, de John Lauritsen(2). Mediante mucha documentación, John Lauritsen demuestra una y otra vez cómo el AZT no tiene ningún beneficio para la salud, y revela los nombres de quienes se han beneficiado con su comercialización como tratamiento, acusándolos directamente de fraude. Lo curioso es que aún nadie lo ha demandado por difamación, pues la evidencia es tan exacta que no habría defensa para tales acusaciones.
El AZT fue desarrollado mucho antes como quimioterapia para el cáncer, pero quedó almacenado y olvidado por su excesiva toxicidad, aparte de ser muy caro de producir y ser totalmente inefectivo. Después de que el laboratorio Burroughs Wellcome, una empresa británica, mostrara apenas un estudio a la FDA que decía que el AZT tenía más beneficios que riesgos, fue aprobado para usarse como tratamiento antirretroviral. Con el tiempo, la efectividad del medicamento se diluía, a la vez que su toxicidad persistía (disminución celular de la médula ósea) y los pacientes debían ser sometidos a transfusiones de sangre constantes. El AZT, de hecho, elimina las células que se supone protege: las T4 (glóbulos blancos en la sangre vitales para el sistema inmune).
Cómo llega el protagonista a cuestionar la medicina
Al enterarse de que el hospital Dallas Mercy realizaría un estudio con un prometedor medicamento, Ron Woodroof intenta participar, pero al saber que harían un estudio doble ciego controlado con placebo prefiere asegurarse y conseguirlo por otros medios. La sobre medicación lo lleva al borde de la muerte, y cuando parece que no hay más opciones, viaja a México donde conoce al doctor Vass quien le salva la vida y le explica la real batalla que estaba librando su cuerpo.
Le prescribe un régimen de vitaminas y zinc, que ayudará a reconstruir su sistema inmune, y también tomará aloe y ácidos grasos esenciales; todos ellos no aprobados por la FDA. De ahí surge la idea de contrabandearlos y venderlos en Estados Unidos, lo que se traduce en la creación del Dallas Buyers Club.
En esa época, los clubes para conseguir medicamentos para apalear el SIDA comenzaron a surgir en varias partes de EE.UU. Con una membresía de alrededor de 400 dólares al mes, se podía acceder a todas las vitaminas, suplementos y medicamentos que los pacientes necesitaran que no fuesen AZT.
“Yo decido qué entra por mis venas y qué no”
Ron tiene una recaída y despierta en el hospital, con AZT en sus venas. Es primera vez que lo vemos tomar una postura claramente en contra de este tratamiento y del sistema médico. Los trata a todos de asesinos y hace valer su derecho a controlar su propio tratamiento. Finalmente su argumento es: yo decido qué entra por mis venas y qué no.
A estas alturas, había pasado un año completo desde el diagnóstico. Esta fuerza se aprecia durante toda la película, Ron Woodroof siempre hizo lo que quiso, y esa libertad fue de gran ayuda a la hora de desafiar a la autoridad, en este caso personificada como el agente de la FDA, quien lo presiona utilizando distintos mecanismos.
Sin embargo, Ron persiste en su Club y en sus propias investigaciones. La gente ya se ha unido a su causa y los clientes siguen llegando mostrando los horrores que les ha ocasionado el tratamiento con AZT y buscando soluciones que funcionen.
Así como Ron Woodroof, siempre van a haber personas diagnosticadas con VIH positivo. Lo que marca la diferencia es el tipo de paciente que la persona es. ¿Será del tipo que acepta todo lo que el doctor dice y por temor comienza a consumir medicamentos? ¿Será un paciente que requerirá una segunda opinión? ¿Será un paciente que se automedica, sin saber los riesgos que eso conlleva? ¿Será alguien que acepte la sentencia de muerte y la espere? ¿Será alguien que investigue su propio diagnóstico y busque varias soluciones?
La historia de Ron es verídica y gracias a su avidez de información real, y a pesar de haber llevado toda una vida de comportamientos abusivos contra su cuerpo, pudo prolongar su vida por 7 años, contra un pronóstico de 30 días.
Ficha Técnica
Año: 2013
Director: Jean-Marc Vallée.
Género: Drama, Historia, Biografía.
Actores: Matthew McConaughey, Jennifer Garner, Jared Leto.
Premios: Ganadora de 52 premios (entre ellos 3 Oscar y 2 Globos de Oro) y 28 nominaciones.
Control Parental: Mayores de 18 años por contenido sexual, desnudez y uso de drogas.
Fuentes:
www.biography.com/people/ron-woodroof-21329541#dallas-buyers-club&awesm=~oE5HfIZRjvGAYh
www.tig.org.za/TIGsp/El%20Grupo%20de%20Perth%20replantea%20la%20existencia%20del%20VIH.pdf