Por: Equipo GS
Lo que usted leerá a continuación es una compilación y adaptación del libro Awakening from Alzheimer’s escrito por Peggy Sarlin, reconocida escritora y madre de dos niños quien, preocupada por el bienestar de su familia, se ha dedicado a investigar diferentes temas relacionados con la salud, como los súper alimentos de Asia, el peligro de las amalgamas y, en este caso, la enfermedad de Alzheimer. Para su libro, realizó diversas entrevistas a familiares que lograron revertir los síntomas de sus seres queridos afectados con esta enfermedad, y también a varios doctores que tienen un enfoque más integral y natural de la enfermedad y de la salud en general.
El Alzheimer es una enfermedad trágica, y la medicina convencional sólo puede ofrecer algunos pocos medicamentos que, tristemente, no ayudan mucho y tienen peligrosos efectos secundarios. Cada día, a miles de personas se les diagnostica Alzheimer y se las envía a casa para ordenar sus asuntos y esperar el progreso inevitable de la enfermedad. Para la gran mayoría de los médicos, se trata de un caso perdido.
Sin embargo, en las palabras del Dr. Fred Pescatore, uno de los muchos brillantes e innovadores médicos entrevistados para el libro, “¡No se resigne a su suerte! ¡Hay muchas cosas que puede hacer! Y este artículo habla justamente de esas “muchas cosas”.
Por supuesto, cada persona es diferente, por lo que algunas responderán muy bien a la homeopatía por ejemplo, mientras que otras no tanto. Sin embargo, lo importante es permanecer optimista y seguir intentando.
¿Qué es el Alzheimer?
Alzheimer es el nombre que se le dio a la enfermedad que descubriera el doctor alemán Alois Alzheimer en 1906, cuando al examinar el cerebro de una mujer que había muerto a los 55 años de una inusual enfermedad mental, se percató de que habían cambios en el tejido cerebral. Dentro de sus síntomas estaban la pérdida de memoria, problemas del lenguaje y un comportamiento extraño.
Al examinar el cerebro, el Dr. Alzheimer encontró dos anormalidades: placas y ovillos, que hoy entendemos son característicos de la enfermedad. Partes del cerebro estaban cubiertas con una placa pegajosa hecha de proteína beta amiloide, y también de ovillos neurofibrilares, que son un conglomerado desordenado y anormal de terminaciones nerviosas degeneradas.
Se plantea que ataca al hipocampo, y que a medida de que las placas y los ovillos neurofibrilares crecen, las células nerviosas del cerebro (neuronas) pierden su capacidad de comunicarse y comienzan a morir, reduciendo la capacidad del cerebro de almacenar y recuperar información.
Estadísticamente, esta enfermedad se desarrolla principalmente en personas sobre los 65 años, pero hay un 5% que pueden verse afectados en edades tan tempranas como los 30 años.
En la mayoría de los casos se desconoce la causa exacta del Alzheimer. Aunque se habla de un factor de riesgo genético -–el gen apolipoproteína E encontrado en el cromosoma 19– portar este gen no implica necesariamente desarrollar la enfermedad. Más bien intervienen fuertemente factores medioambientales o de estilo de vida.
“La explicación más lógica y racional hasta el momento es que los síntomas del Alzheimer se producen debido a crisis cerebrales como parte
de la recuperación tras haber vivido un conflicto altamente traumático (ver artículo Epilepsia)”.
Si no se le suministra al cerebro enfermo los nutrientes que necesita para iniciar una recuperación, si no se lo estimula sensorialmente con cambios de ambiente y actividades, y si además se lo medica con drogas que dilatan la enfermedad y en algunos casos incluso la empeoran, el Alzheimer puede progresar en etapas:
Etapa 1: Alzheimer leve, donde se percibe pérdida de memoria, problemas de lenguaje, cambios en la pers-onalidad, falta de concentración y juicio disminuido. Esta etapa dura entre uno y dos años.
Etapa 2: Alzheimer moderado. Los pacientes están desorientados, tienen serios problemas de memoria, insomnio, agresión, agitación y pueden necesitar ayuda en las tareas diarias. También dura entre uno y dos años.
Etapa 3: Alzheimer severo. Los pacientes ya no pueden reconocer a las personas, tienen dificultades para hablar y están, por lo general, postrados en cama. Esta etapa puede durar cerca de seis años. El promedio de los pacientes vive unos 8 años después de haber sido diagnosticados.
¿Cómo alimento al cerebro?
Partamos por lo básico, la nutrición que nuestro cerebro necesita.
Si usted es de las personas que sigue la dieta típica de hoy en día, cargada de alimentos envasados, azúcar, carbohidratos refinados y grasas procesadas, entonces está privando a su cerebro de los nutrientes que tanto necesita.
Alimentos que potencian al cerebro:
Vegetales (cinco a seis porciones por día): verduras de hoja verde; vegetales crucíferos como brócoli, coliflor, berro, repollitos de Bruselas, acelga; cebolla, palta, pimentón, apio, zanahoria, hinojo, poroto verde, cebollín, etc.
Pescado (dos o tres porciones a la semana): arenque, caballa, jurel, sardinas, salmón, róbalo, bacalao, trucha, lenguado, langosta, etc.
Fruta (dos porciones al día): manzana, durazno, damasco, berries (frutillas, arándanos, frambuesas, moras, etc.), frutas cítricas, uva, kiwi, melón, ciruela, peras, etc. Demasiada fruta puede producir subidas bruscas de azúcar en sangre, por lo que es bueno apegarse a sólo dos por día, en lo posible de estación.
Carne: pollo, pavo (una porción diaria si desea); vacuno y cordero (dos veces por semana).
Semillas y frutos secos (una porción de cada uno al día): nueces, almendras, castañas de cajú, maní, avellana, pistachos; semillas de calabaza, de girasol, de linaza.
Huevos y lácteos: huevos preferentemente de campo; lácteos fermentados, como el kéfir y el yogurt, y quesos blancos como el queso de cabra. (Hasta seis u ocho huevos a la semana, y hasta dos porciones de lácteos diarios).
Proteína en polvo: dos cucharadas de proteína de suero de leche al día.
Granos y pan (una o dos porciones diarias): granos enteros, granos germinados, avena, trigo sarraceno, cebada, quinoa, arroz integral, sémola, mijo (disponibles en tiendas naturistas o en La Vega Central) y pan integral.
Legumbres (una o dos porciones diarias): lentejas, porotos en todas sus variedades, arvejas, garbanzos.
Hierbas y especias: ajo, cúrcuma, canela, albahaca, orégano, romero, estragón, sal de mar.
Aceites extra virgen: de oliva, de palta, y en especial de coco.
ALIMENTOS QUE PERJUDICAN AL CEREBRO
Harina blanca procesada: pan blanco, galletas, queques, cereal endulzado, pasta.
Alimentos altamente procesados: Alimentos envasados con muchos ingredientes, incluyendo algunos que ni siquiera se pueden identificar.
Alimentos fritos
Cortes grasos de carne: tocino, costillas de cerdo, fiambres y embutidos.
Azúcar y dulces: confitería en general (galletitas, caramelos, pasteles, etc), helados, jugos, bebidas gaseosas, cereales endulzados, etc.
Substitutos de azúcar: jarabe de maíz, jarabe de maíz de alta fructosa, azúcar morena/negra, dextrosa, etc. (lea las etiquetas).
Snacks: papas fritas, ramitas, souffle, cabritas, etc.
Aceites hidrogenados: aceite de maíz, de girasol, de canola, de algodón, margarinas en todas sus versiones.
Alimentos altos en sodio, sal y glutamato monosódico
Alimentos que debe limitar:
Vegetales ricos en almidón (no más de una porción al día): choclo, papa, batata, nabo.
Endulzantes naturales (no más de una porción al día): melaza, jarabe de arce, miel.
Siguiendo estas recomendaciones, empiece entonces con un cambio drástico en su forma de alimentarse o la de quien padece la enfermedad, ya que resulta primordial darle a ese cerebro dañado los nutrientes que necesita para comenzar a fortalecerse.
Y en la próxima edición, encontrará una des-cripción detallada de todos los suplementos, vitaminas y minerales que han demostrado tener un efecto positivo en las personas que padecen Alzheimer, no sólo deteniendo el progreso de la enfermedad, sino que en muchos casos, revirtiéndola.
Actualmente existen 4 fármacos aprobados por la FDA de EE.UU. para tratar la enfermedad que se usan también en Chile: rivastigmina, donepezilo y galantamina para tratar Alzheimer leve a moderado, y memantina para tratar Alzheimer moderado a severo. Sin embargo, estos fármacos no cambian el proceso subyacente de la enfermedad, son efectivos para algunas pero no para todas las personas, y muchos ayudan sólo por un tiempo limitado. Además, pueden tener peligrosos efectos secundarios que, irónicamente, pueden imitar los mismos síntomas del Alzheimer, tales como depresión, cambios en el estado de ánimo, confusión y alucinaciones.
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