Por Paulina Pizarro / Escritor independiente.
Normalmente, el común de los mortales no presta mucha atención a la sangre que circula por su cuerpo. ¿Sabías que por tus venas y arterias corre un río de 5 a 6 litros de sangre? Apuesto que tampoco sabías que el color rojo de este vital líquido se lo da la hemoglobina, la proteína (dentro de los glóbulos rojos) que transporta por todo el sistema el oxígeno que respiras casi sin darte cuenta.
Aparte de cuando accidentalmente nos cortamos o hacemos heridas, no estamos muy conscientes de la sangre, hasta cuando nos empezamos a sentir mal. Pero antes de poner el énfasis en nuestros glóbulos rojos, pensamos que puede ser cualquier cosa. Si nos sentimos malhumorados, débiles o más cansados que de costumbre –o con el ejercicio–, experimentamos dolores de cabeza, y tenemos problemas para concentrarnos o pensar, jamás se nos pasa por la mente que nuestra sangre puede estar desnutrida. Para Maricarmen Danús (32 años), psicopedagoga y patinadora amateur, los primeros síntomas de la anemia se presentaron a sus 26 años, pero pasaron inadvertidos: “sentía mareos, frío, se me dormía un pie y la parte interna de los párpados era de color blanco, pero no presté mucha atención al principio”.
El cuerpo humano necesita ciertas vitaminas, minerales y nutrientes para producir suficientes glóbulos rojos. El hierro, la vitamina B12 y el ácido fólico son tres de los más importantes. Los glóbulos rojos sanos duran entre 90 y 120 días, luego las células sanguíneas viejas son eliminadas. Cuando el número de glóbulos rojos es insuficiente, estamos en presencia de anemia.
Existen varias causas para que el cuerpo no cuente con los nutrientes necesarios para la producción de glóbulos rojos. Puede deberse a una hemorragia producto de un accidente o enfermedad; cambios en el revestimiento del estómago o los intestinos que afectan la forma como se absorben los nutrientes (por ejemplo, la celiaquía); alimentación deficiente; pérdida lenta de sangre (períodos menstruales muy abundantes o úlceras gástricas); y/o cirugía en la que se extirpa parte del estómago o los intestinos.
Lo importante es actuar antes de que empeore la situación, y lo empieces a pasar realmente mal. Por ejemplo, si ya tienes la esclerótica (pared exterior blanca del ojo) de color azul, las uñas quebradizas, te mareas al ponerte de pie, tu color de piel es muy pálido, tienes dificultades para respirar y/o tienes la lengua adolorida, entonces tu anemia es severa y esto puede causar niveles bajos de oxígeno en órganos vitales. “Llegó un momento en que ya no podía trabajar. Me dormía en todos lados, estaba sin ánimo ni energía. Me mareaba mientras manejaba, y estuve dos veces a punto de estrellarme con postes mientras conducía. Ahí decidí ir al doctor”, cuenta Maricarmen.
¿Qué haría la medicina convencional en casos de anemia?
Se hacen exámenes físicos y de sangre para ver los niveles sanguíneos de hierro, vitamina B12, ácido fólico y otras vitaminas y minerales. También se realiza un conteo de glóbulos rojos y el nivel de hemoglobina. El tratamiento incluye: transfusiones de sangre, corticoesteroides u otros medicamentos para inhibir el sistema inmunitario, eritropoyetina –un medicamento que ayuda a que la médula ósea produzca más células sanguíneas–, suplementos de hierro, vitamina B12, ácido fólico u otras vitaminas y minerales (probablemente de fuentes químicas).
Pero como nosotros siempre queremos enfocarnos en la causa de la enfermedad, nos podemos saltar esos complicados pasos y atacar el problema de raíz.
Anemia por deficiencia de hierro (anemia ferropénica)
Este es el tipo más común. No es raro encontrar a adolescentes mujeres sufriendo bajas de hierro producto de periodos menstruales muy abundantes. Incluso las personas muy conscientes de su alimentación pueden sufrirla. Sólo con saber qué tipos de alimentos son altos en hierro no es suficiente para tratar la anemia. La comprensión de qué hábitos pueden inhibir o fomentar la absorción de hierro es necesaria para revertir esta situación.
El hierro es fundamental en la formación de hemoglobina, sobre todo en niños menores de 10 años. El organismo recicla el hierro: cuando los glóbulos rojos mueren, el hierro presente en ellos vuelve a la médula ósea para ser reutilizado en la formación de nuevos glóbulos rojos.
Para prevenir la anemia por falta de hierro se debe consumir regularmente: hígado de ternera, sardinas, atún, camarones, huevo (especialmente su yema preparada a la copa), granos enteros, damascos, duraznos, ciruelas secas, pasas y semillas de calabaza.
Muy importante es, al consumir alimentos ricos en hierro, complementar la dieta con muchas frutas y verduras ricas en vitamina C. Ejercicios como pilates y de estiramiento también pueden ayudar a absorber el hierro, debido a la gran cantidad de oxígeno que entra a través de la respiración y las poses que hay que realizar. La respiración profunda mejora el conteo de glóbulos rojos, incrementa la circulación de la sangre y mejora la digestión.
Para Maricarmen, desafortunadamente, la anemia reaparece cada cierto tiempo. Conversando nos fuimos dando cuenta de que, al confiar sólo en el enfoque de la medicina convencional, su tratamiento es más bien reactivo. Esto quiere decir que cuando surgen los síntomas, ella reacciona: “la verdad es que no tengo idea qué tipo de anemia tengo, pero sé que siempre tengo que tomar medicamentos cuando me comienzan los síntomas, generalmente dos veces al año”.
¿Qué hábitos inhiben la absorción de hierro?
Para tratar de superar la anemia, es mejor evitar comer alimentos altos en ácido oxálico u oxalatos (ruibarbo, tomate, espinaca cocida y chocolate), porque interfieren con el hierro de fuentes no vegetales. Además, deben evitarse alimentos y bebidas con taninos: vino tinto, uvas, café, té negro y verde. El zinc y el manganeso también pueden interferir con la absorción de hierro, porque tienen las mismas propiedades fisicoquímicas y comparten las vías de absorción. Esto es algo a considerar en caso de que esté tomando multivitamínicos.
Anemia por deficiencia de vitamina B12 (anemia Perniciosa)
Este tipo de anemia puede ocasionar fatiga, niebla mental, debilidad, manía y depresión. La deficiencia prolongada de vitamina B12 puede ocasionar un daño a nivel de sistema nervioso central.
Esta vitamina se encuentra principal-mente en productos de origen animal: mariscos (almejas, ostras, choros), hígado y carne de vacuno, pescados (caballa, arenque, salmón, atún, bacalao, sardinas, trucha, pescado azul), caviar, pulpo, cangrejo, langosta, cordero, queso y huevo. Es importante, para un vegano extremo, revisar sus niveles de B12 y recurrir a la suplementación en caso de ser necesario. La spirulina es fuente vegetal de B12.
Importante considerar
Muchas personas que van al doctor por síndrome de fatiga crónica, con los mismos síntomas de la anemia perniciosa, no son tratados por la deficiencia de esta vitamina, porque los doctores no se fijan en lo más sencillo y obvio.
Aparte del síndrome de fatiga crónica, los síntomas “poco claros” de la deficiencia de vitamina B12 pueden emular otras enfermedades también. De acuerdo a los doctores Norbert Goebels y Michael Soyka, “la deficiencia de vitamina B12 se ha asociado con una gran variedad de desórdenes hematológicos, neurológicos y psiquiátricos”. Desafortunadamente, hasta que el sistema médico imperante no se enfoque en la falta de vitamina B12, en vez de la anemia, estos desórdenes se siguen diagnosticando como: fatiga crónica, fibromialgia, demencia, enfermedad mental y esclerosis múltiple.
Por lo tanto, si los doctores buscaran deficiencia de vitamina B12, les sería mucho más rápido y efectivo tratar todos esos desórdenes. Pero sabemos que el mundo médico no va a cambiar, a menos de que nosotros, los pacientes, les exijamos mirar donde ellos se rehúsan.
Anemia por deficiencia de ácido fólico –folato o vitamina B9– (anemia megaloblástica)
A menudo, lo que podría parecer una deficiencia de vitamina B12, es en realidad una deficiencia de folato o ácido fólico. Se manifiesta con diarreas, pérdida del apetito y pérdida de peso. Signos adicionales son debilidad, lengua adolorida, dolor de cabeza, taquicardia, irritabilidad y desórdenes de conducta.
El ácido fólico es necesario para la producción y mantención de nuevas células, y para la replicación del ADN. Por esto, la deficiencia de folato afecta principalmente la médula ósea, un sitio de recambio celular rápido donde se forman células sanguíneas. Por ende, el folato es importante para producir células sanguíneas normales y prevenir la anemia.
El ácido fólico se encuentra natural-mente en vísceras de animales, verduras de hoja verde, espárragos, maíz, legumbres, frutos secos, granos enteros y levadura de cerveza.
Ref: Naturalnews.com y Medline Plus (http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/)
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