Por Equipo GS
El omega 3 (ácido alfa-linoleico) es un ácido graso esencial y es importante consumirlo, porque, al igual que la vitamina C, el cuerpo no tiene la capacidad de sintetizarlo.
Entre sus funciones están: aumento de los niveles de energía, aislamiento y protección de los órganos, transporte de vitaminas liposolubles (A, E y K), producción de prostaglandinas y otras hormonas reguladoras de la presión sanguínea, combate de infecciones, control del crecimiento en niños, alivio de la inflamación y protección de la salud de la piel y el cabello.
Los ácidos grasos omega 3 son importantes en la liberación y sensibilidad de la insulina, y mejoran el transporte de glucosa por la membrana celular, evitando la sobreproducción de insulina y mejorando las funciones musculares, al incrementar el almacenamiento de glucógeno.
Inflamación y dolor
Un estudio publicado el año 2000 en el Journal of Biological Chemistry, anunció que el omega 3 reduce las concentraciones de la enzima ciclooxigenasa (COX-2), que incita la degradación de articulaciones y activa los mensajeros químicos (citoquinas) relacionados con la inflamación y el dolor. Además, el omega 3 nutre los ácidos grasos de las membranas celulares, los cuales permiten que el cuerpo cree eicosanoides (unidades parecidas a las hormonas que previenen la inflamación y activan la circulación sanguínea).
Circulación sanguínea
El omega 3 es esencial para controlar la presión sanguínea y la producción de tromboxano (una sustancia que favorece la coagulación plaquetaria dificultando la buena circulación; razón de fondo por la cual recetan aspirina). El consumo de omega 3 favorece la solubilidad de la sangre, pero sin efectos secundarios.
Oxigenación y funciones cerebrales
El omega 3 también motiva la creación de glóbulos rojos en el sistema cardiovascular, mejorando el transporte de oxígeno al cerebro y otros órganos.
El doctor Basant Puri, jefe de psiquiatría y conferencista del Colegio Imperial de Londres, confirmó en sus investigaciones que el omega 3 es una sustancia que habitualmente falta en la dieta moderna, es esencial para el desarrollo y el funcionamiento del cerebro, y tiene efectos beneficiosos sobre la depresión.
En la Revista Sociedad Médica Americana, en 1998, se reveló un estudio sobre la prevalencia de la depresión en diez países, descubriendo que la incidencia era menor en aquellos países con alto consumo de pescado.
Un estudio realizado por la Universidad de Harvard, en 1999, sobre pacientes con bipolaridad, demostró que el aceite de pescado era un efectivo tratamiento.
El uso del omega 3 ha demostrado utilidad en deficiencias cognitivas, déficit atencional y también en la disminución del comportamiento antisocial, agresivo y hostil en sujetos bajo estrés psicológico.
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