Germinados: Una huerta sin tierra

La germinación es una práctica muy sabia que viene de la antigua China. Es el método más rápido para aumentar el valor nutricional de nuestros alimentos.

 

Por la abuela Chepita Fuentes

Al germinar, las semillas se convierten en un producto comestible de liviana digestión, que permite asimilar la proteína de la planta en forma de aminoácidos simples, dándole posibilidad al cuerpo de formar las uniones moleculares necesarias, sin producir residuos ni gases tóxicos.

Con la germinación se desarrollan las vitaminas A, B, y C, más la formación de clorofila. También se aumenta el contenido de vitaminas B1 y B2, niacina, ácido pantoténico, piridoxina, biotina y ácido fólico.

Los germinados son además ricos en minerales como calcio, magnesio, sodio, potasio, azufre, fósforo, etc. Algunos tienen un alto contenido de vitaminas D y E.

Se ha demostrado que los germinados están entre los alimentos de contenido nutricional más alto, por ración, que cualquier otro alimento disponible.

 

Necesita:

1.- Una canasta pequeña de bambú, mimbre u otro material natural (puede ser un colador de fierro enlozado o acero inoxidable de hoyos pequeños).

2.-Una bolsa plástica transparente donde se pueda meter la canasta para guardarla.

3.-Sus semillas preferidas.

4.-Un frasco o vaso de cristal para remojar las semillas (con tapa de gasa).

Una de las semillas más fáciles de germinar es la alfalfa. Puede comenzar con ésta y luego ir experimentando con el trigo, la cebada y de a poco ir incluyendo otras hasta que se convierta en experto agricultor dentro de su cocina.

 

Procedimiento:

En el frasco de vidrio remoje una porción (equivalente a un vaso licorero) de semillas durante toda la noche, cubiertas con bastante agua pura. Esta medida es para las semillas pequeñas. En caso de semillas más grandes, empiece con un vaso normal hasta que calcule sus necesidades.

Al otro día, vierta el contenido a la canasta –distribuyendo las semillas equitativamente en el fondo para que no queden amontonadas–, y deje que escurra bien el agua. Coloque la canasta dentro de la bolsa plástica, cerrándola de tal forma que quede aire atrapado.

Sólo la primera vez las remojará toda la noche en agua. Los demás días, todas las tardes las sumirá en agua por unos 10 minutos, las escurrirá y guardará.

Riéguelas con pulverizador y déjelas escurrir sin maltratarlas cuando las saque y coloque en el plástico. Dentro de 3 a 8 días (depende de la semilla), tendrá los más bellos, sabrosos y nutritivos germinados de granos y semillas que pueda conseguir. Si está germinando en frasco (recomendable para la alfalfa), déjele caer el agua sin sacar la gasa, espere un rato y delo vuelta para escurrir el agua.

Mantenga las semillas lejos del exceso de luz hasta cuando le salgan dos hojitas amarillas o blancas, entonces llévelas a la luz (jamás al sol), y cuando esas hojas se pongan verdes, es el momento ideal para empezar a consumirlas. Cuando dejan de ser brotes para transformarse en plantas, sus valores se dispersan, se ponen amargos y disminuye su contenido de vitamina C.

 

Distintos usos:

Puede usar los brotes de alfalfa para adornar sus ensaladas o sopas. A los germinados de semillas grandes (porotos, habas y arvejas), una vez lavados para sacarles la cáscara, se les da un pequeño hervido al vapor para incorporarlos a las ensaladas. También pueden cocinarse en guisos, sopas y arroz graneado. Úselos en tortillas, en la masa del pan, en budines, en la avena del desayuno, o mezclados en los jugos de frutas o verduras.

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