Los mejores secretos de la abuela para aliviar el sistema digestivo

Chepita Fuentes

Naturópata

Hortelana

Guardiana de la Salud

 

Mis queridos lectores, me entristece ver tantos jóvenes con gastritis crónica producto de las malas costumbres que hemos adquirido viviendo esta vida rápida y desenfrenada.

No olvidemos que el proceso de la digestión empieza cuando miramos y absorbemos el aroma del plato de comida que nos sirven. De ahí la importancia de que sea apetitoso de ver y oler.

Enseguida viene el trabajo de un par de hermanas que laboran en perfecta unión: “La masticación y la buena ensalivación”; trabajo en equipo superimportante porque el estómago no tiene dientes, es más bien como una mezcladora. Ahora, para que estas hermanas cumplan bien su delicada función, necesitan que nos hidratemos muy bien durante el día.

Muy importante es también que al sentarnos a comer, lo hagamos tranquilos. Las personas apuronas, descuidadas, rabiosas, disconformes, tristes, amargadas… son candidatas seguras para una gastritis.

Otro vicio erróneo que cometemos es no tener un horario fijo para las tres comidas principales y, para colmo, metemos al estómago la basura que el comercio nos impone en sus comerciales. Paladeando esa basura, nos olvidamos de la buena combinación que debemos respetar en las comidas para que sean sanas, nutritivas y no acidifiquen nuestro organismo provocando cuadros de gastritis. Esta se manifiesta con dolores, reflujos, acidez, fermentación, estreñimiento o diarreas; síntomas que aplacamos con la tableta que la vecina nos recomienda, y así terminamos con una gastritis crónica, condición que desmejora nuestra calidad de vida.

Leía en un boletín que el “cáncer al colon” es la segunda incidencia de muerte en los EE.UU., país rico en comida rápida; “rápida para enfermarte”, agregaría yo.

Si tiene las molestias antes descritas, vaya lo antes posible a un profesional de la salud, y mientras espera el día y la hora en que lo atiendan, comience a aplicar los siguientes consejos que no solo aliviarán la condición, sino que pueden incluso mejorarla, dependiendo de la gravedad del caso.

 

Bicarbonato de sodio para aliviar el dolor de gastritis

En un vaso de agua hervida pero tibia coloque dos cucharaditas de bicarbonato de sodio. Déjelo reposar por 10 minutos y recién después agréguele el jugo de un limón. Empiece a tomarlo a sorbitos, muévalo en la boca para ensalivarlo muy bien y tráguelo. Así, sorbito a sorbito hasta terminar el vaso. Lento, sin apuros, pensando en que está enviando una ayuda a su interior. Para cuando termine…tal vez las molestias empiecen a calmarse o simplemente ya no estén.

 

Miel para fortalecer y potenciar el proceso digestivo

Con tantos alimentos cargados de tóxicos escondidos (en letras pequeñas con siglas  extrañas para confundir) que nos ofrece el comercio actual, la generalidad de los estómagos se mantienen irritados, debilitados, con úlceras, gastritis o acidez estomacal.

En estos casos, recomiendo que, una hora antes de las comidas más pesadas como el almuerzo y la cena, diluya en un vaso de agua tibia una cucharadita de miel y tómelo bien ensalivado saboreando cada sorbo. Debe ser lejos de los alimentos gruesos, así le damos a la miel la oportunidad de preparar las paredes del estómago para el arduo trabajo. La miel favorece el proceso digestivo, ayudando a evitar la pesadez y acelerando el procesamiento de los alimentos.

Los diabéticos pueden consumir media cucharadita de miel pero disuelta en una infusión de alguna hierba especial para esta condición, como la pata de vaca, las hojas de zarzamora, el  nogal, etc., la que prefiera. (Recuerde que es bueno siempre ir variando estas potentes plantas medicinales.)     

 

Avena, vinagre y ajenjo para el reflujo ácido

Una ingesta excesiva de comidas grasas, malas combinaciones (revoltijos), alimentos muy picantes y el alcohol en sus variados colores, sabores y grados, hacen estragos en nuestro organismo.

El reflujo es ese ardor que sube por el esófago y quema en la garganta con un ácido amargo. Es bastante molesto, por lo que resulta tentador recurrir a un antiácido; sin embargo, antes de hacerlo invitemos primero a la sabia naturaleza para que nos ayude con sus remedios sacados de la Madre Tierra.

Cualquiera de estos consejos que doy a continuación le dará resultado; pero juntos durante el día le darán un refuerzo importante a su organismo.

Empiece al desayuno con un tazón de avena tradicional (no instantánea) remojada y  endulzada solo con miel (no sirve con azúcar ni saborizantes).

Media hora después del almuerzo, tómese un vaso de agua tibia con dos cucharaditas de vinagre de sidra de manzana.

Y al acostarse por la noche, tómese una tizana hecha con una hojita de ajenjo.

Obviamente, al mismo tiempo que aplica estos consejos trate de cuidar su alimentación, evitando las comidas muy pesadas o artificiales, como las bebidas gaseosas, por ejemplo, tan apetecidas por niños y adultos.

 

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