Daniela Collao Donoso
Apiterapeuta y Técnico Fisioterapeuta
Las abejas son casi tan antiguas como el hombre, o tal vez algo más.
A través de los siglos, el hombre ha aprendido a sacarle partido a los productos provenientes de la colmena, como la miel, el propóleo, el polen, la jalea real y también el veneno de las abejas. Este último como ayuda en muchas enfermedades conocidas; un tratamiento que se conoce como apiterapia.
La apiterapia pertenece a una de las tantas ramas de la biomedicina de origen y uso 100% natural, y está basada esencialmente en la aplicación del veneno de las abejas melíferas (productoras de miel), que se conoce con el nombre de apitoxina.
De esta forma, la apiterapia consiste en la inoculación (inyección) de la apitoxina mediante picaduras con abejas vivas, en cantidad de micro-dosis, aplicada en diferentes partes del cuerpo humano. La micro-dosis es la décima parte de la cantidad del veneno total que contiene el aguijón de una abeja en cada picadura.
Los principales beneficios terapéuticos de la apiterapia son de tipo analgésico, antiinflamatorio e inmunomoduladores.
Produce también importantes efectos de ayuda vasomotora, hipotensora, anticoagulante, antidepresiva, antiviral, anticancerígena, siendo además un efectivo estimulante de la regeneración de los tejidos lesionados o dañados.
En general, la apiterapia trata todo tipo de reumatismos (osteoarticular, osteomotriz, neuromotriz y/o musculoesqueléticos). Estos trastornos en general producen una percepción de dolor crónico o intermitente, leve, moderado o agudo, y afectan la movilidad del individuo produciendo inflamación y dolor de las articulaciones y de los tejidos blandos.
La apiterapia nos aporta beneficios que ayudan a mejorar nuestra calidad de vida. En este artículo, específicamente, nos enfocaremos en unas patologías muy comunes llamadas artritis y artrosis, y conoceremos cómo tratar estas condiciones por medio de esta biomedicina.
La artrosis, hace que el cartílago que recubre los extremos de los huesos donde se forma la articulación, se rompa, lo que produce un choque entre los huesos que genera dolor, inflamación y rigidez articular.
La artritis reumatoide es un trastorno catalogado como autoinmune que afecta en primer lugar el revestimiento de las articulaciones (o sea, la membrana sinovial), y puede afectar a más de una articulación al mismo tiempo. También produce inflamación, deformación de las articulaciones, dolor y rigidez matutina.
¿Qué tratamiento nos ofrece la apiterapia?
El tratamiento para la artritis y la artrosis busca reducir los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente. Esto se logra mediante los componentes bioquímicos que contiene la apitoxina, por ejemplo: la fosfolipasa A2, que favorece la regeneración de tejidos; la histamina V, que es un potente vasodilatador; la adolapina que, junto con el péptido 401, actúan como antiinflamatorios; la apamina, que es un analgésico, y la melitina, que estimula la liberación de la hormona cortisol por parte de las glándulas suprarrenales, y tiene, además, un potente efecto antibacteriano. Esto es muy importante, porque asegura que nunca una picadura de abeja se infecte.
En la apiterapia existen solo dos tipos de aplicaciones como tratamiento:
- Aplicaciones locales: aquellas que se realizan en un punto específico donde el paciente reporta su dolor. Aquí es importante que el paciente muestre físicamente el o los puntos donde siente su dolor.
- Aplicaciones sistémicas: son aquellas que se realizan en órganos relacionados. Por ejemplo, cuando se trata de enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide, se estimula el timo, porque la melitina, componente activo de la apitoxina, es un modulador y corrector de las células T, que forman parte del sistema inmunológico.
¿Cómo se aplica la apiterapia?
Antes de iniciar la terapia, siempre se le debe realizar al paciente un test de tolerancia, con el objetivo de descartar que tenga una reacción alérgica a la apitoxina. Esta acción es esencialmente por precaución, pues aunque solo el 1% de la población mundial es alérgica al veneno de la abeja, en las personas hipersensibles se puede ocasionar un rash alérgico o un shock anafiláctico, con severos trastornos si la persona no es tratada oportunamente con un antídoto. Como la respuesta del organismo es inmediata, luego de observar al paciente por unos minutos se sabrá si es alérgico o no a la apitoxina.
Se aplica frío local antes y después de cada aplicación, como ayuda analgésica a la picadura. El aguijón se deja en cada punto de dolor por 2 a 3 segundos y luego se retira utilizando unas pinzas finas.
Una vez que se reconoce la enfermedad y las dolencias a tratar, se continúa en sesiones de una visita por semana. Este tratamiento es gradual, lo que significa que, a medida que la terapia avanza se pueden incrementar hasta un rango de 12 a 15 aplicaciones dentro de una misma sesión. Todo dependiendo de la naturaleza de la enfermedad o dolor que presente el paciente, y la respuesta de su organismo al tratamiento.
Encuentra este artículo en la Edición Nº 183 de El Guardián de la Salud Digital, Especial Ataque de pánico