Causas de la hipertensión arterial y los riesgos de los hipotensores

Hoy en día la hipertensión arterial es una de las “enfermedades” más comunes y preocupantes en países con mayor demanda industrial; mismos países en los que ha crecido notablemente el rentable negocio de los hipotensores.  La hipertensión arterial se caracteriza por una fuerte presión de la sangre sobre la pared de las arterias. En estados de estrés, euforia y esfuerzo físico, es normal que la presión se torne más alta, pero si se mantiene elevada aun en estados de reposo, entonces se diagnostica como hipertensión arterial.

 

Por Paola Ramírez Vega / Nt. En Medicina Biológica Ortomolecular / Diplomada en Homotoxicología y GNM

La medicina tradicional no tiene una respuesta definitiva respecto a su causa, solo dispone de hipótesis, factores y estadísticas, de los que se forman ciertas ideologías, algo no muy científico. Un ejemplo común es la típica pregunta
de si alguien más en la familia sufre de hipertensión. En caso de que así sea, entonces esto les da como respuesta certera que es genético. Si no es el caso, entonces se indagará en otras hipótesis como el estrés, y ahí se alegará el factor “estrés”. Sin embargo, estas respuestas se alejan del rigor, considerando que ambos factores están ligados a innumerables
patologías distintas, de las cuales se desconoce su causa exacta, por lo que estas conclusiones ya no son tan serias.
Si el estrés tampoco es causal, se indagará en el estilo de vida, alimentación, vicios, nivel de actividad física, etc. Pero, ¿qué pasa cuando la persona tiene hábitos de vida ejemplares? ¿Cómo se explica su hipertensión?

«Tal vez la respuesta tenga relación con nuestra forma de ser y de interpretar nuestro entorno. Esta condición es propia de quienes acumulan muchas tensiones causadas –en su mayoría– por miedos exagerados. Suele darse con frecuencia en personas que se centran demasiado en su inteligencia, en su imaginación y que tienden a racionalizar demasiado, a querer tener todo bajo su control. En otras palabras, personas que creen que son irreemplazables.

Si usted es una persona diagnosticada con hipertensión, es de vital importancia que sea totalmente sincero consigo mismo y empiece a preguntarse ¿por qué he acumulado tantos pensamientos y emociones reprimidas durante largos períodos de tiempo?, ¿por qué no confío más en mí mismo?, ¿qué es lo que temo no conseguir? o ¿por qué le temo tanto a la muerte?
Éstas son algunas de las preguntas que iniciarán un cambio en su percepción de las cosas y pondrán en marcha el mecanismo de sanación de su organismo.» “Tu salud en los nuevos tiempos”, por Sergi Jover

Como hemos dicho, la causa real para la medicina oficial aún permanece oculta, y la solución al problema consiste en prescribir hipotensores, según el protocolo, a todos los pacientes sin distinción. De esta manera, dicen controlar los riesgos
de arteriopatías o infartos, entre otros.

¿Y los efectos secundarios de los hipotensores? ¿No son acaso un riesgo muchísimo mayor? El efecto secundario más común de los hipotensores es la hipotensión, que implica una reducción demasiado acentuada de la tensión arterial. Otro de sus efectos son las arritmias y la disfunción eréctil, lo que nos hace pensar que además de no resolver el problema en sí, la medicación induce a otros trastornos.

Algunos ejemplos de antihipertensivos son Losartán, Valsartán y Enalapril. Los betabloqueantes, por su parte, disminuyen
el flujo sanguíneo a nivel de todos los órganos y, además, reducen la frecuencia cardíaca. Algunos ejemplos de venta en Chile son atenolol, metoprolol y propranolol. Los diuréticos tiazídicos (hipopotasemiantes), aumentan la eliminación de
líquidos del cuerpo de forma artificial. Esto da como resultado la disminución del volumen sanguíneo y, de esta manera, la
tensión arterial. A cambio de este supuesto beneficio, como efectos secundarios hay disminución de las tasas sanguíneas
de potasio e hipotensiones ortostáticas (mareos, aturdimiento al ponerse de pie).

“Los productos farmacéuticos evitan deliberadamente corregir los “espasmos” de las paredes de los vasos sanguíneos,
que constituyen la primera causa de hipertensión. Con esto, evitan deliberadamente curar la enfermedad. Estos medicamentos tienen efectos secundarios nefastos durables, y tienen el potencial de provocar numerosas enfermedades nuevas y, por lo tanto, nuevos mercados farmacéuticos. A nivel mundial, varios centenares de millones de pacientes con hipertensión no son curados como consecuencia directa de los actos cometidos por los acusados (la farmacéutica). Así, el número de muertos aumenta diariamente”. Dr. Matthias Rath

 

¿Hay alternativas a los medicamentos?

Claro que sí. Una serie de cambios en ciertos hábitos cotidianos, alimentación, suplementación y actividad física no solo
bajarán sus niveles de presión arterial, sino que también mejorarán su salud en muchos otros aspectos.

 

Cambios en el estilo de vida 

La hipertensión debe ser tratada a tiempo, por ello tenga bien presente estas recomendaciones:

  • Aumente la ingesta de vegetales y frutas para mejorar la fluidez de la sangre y la elasticidad de las paredes arteriales. Incorpore sí o sí: palta, frutos secos, semillas crudas, acelga, ajo, cebolla, algas, apio y limón.
  • Ejercite de manera moderada, mínimo 30 minutos diarios. Algunas técnicas de ejercicio y relajación son muy eficaces para reducir la presión arterial.
  • Evite las bebidas con gas y el agua clorada, pues ambas favorecen la hipertensión y destruyen las vitaminas. En vez, tome agua pura o filtrada (puede agregar un poco de jugo de limón), y jugos naturales de frutas y vegetales, sin azúcar adicionada.
  •  Cambie la sal común por sal de mar. La sal común, lo único que tiene de sal, es el nombre, ya que está compuesta
    casi exclusivamente por sodio, a diferencia de la sal de mar que aporta una gran variedad de minerales.
  •  Aléjese de harinas refinadas, azúcares, tabaco, alcohol, café y cualquier tipo de estimulante.
  • Elimine los aceites vegetales de canola, maravilla o girasol, soya, maíz, semilla de algodón, pepita de uva, etc. Son procesados con calor y conocidos por espesar su sangre aumentando el colesterol “malo” (LDL) y los triglicéridos. Siempre consuma aceite de oliva prensado en frío (extra virgen) y si puede ser orgánico, mejor.

Suplementos básicos (Sea juicioso a la hora de seleccionarlos)

  • Complejo multivitamínico rico en minerales y oligoelementos.

 

  •  Aceite de coco orgánico extra virgen, dos a tres cucharadas diarias.

 

  • Vitamina E, calcio y magnesio. Su deficiencia está directamente vinculada con la hipertensión.

 

  • Vitamina C (ácido ascórbico puro): participa en la generación de colágeno, lo que ayuda a evitar el rompimiento de
    tejidos que obliguen a parchar con colesterol “malo” (LDL), las paredes arteriales, manteniendo de esta manera niveles apropiados de tensión arterial.

 

  • Omega 3, por sus espectaculares propiedades antiinflamatorias. (Prefiera de sardinas y si es posible con certificación libre de metales).

 

  • Niacina pura (ácido nicotínico): en dosis terapéuticas, al ser un vaso dilatador de alto espectro, permite aumentar el
    diámetro de los vasos sanguíneos, contribuyendo a la normalización de esta condición. Consulte con un profesional Ortomolecular capacitado para ejercer este tratamiento.

 

  • Fitoterapia: Espino blanco, olivo, muérdago, pervinca, agripalma, crisantemo.

 

Si desea realizar un tratamiento natural, debe hacerlo de forma responsable, por lo tanto, asesórese siempre por un
profesional de la salud competente.

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