Sergi Recasens “La salud es un 70% estar en paz con uno mismo y un 30% la calidad de la alimentación”

Casado con chilena a la que conoció en España, radicado en nuestro país hace ocho años, terapeuta multidisciplinar, investigador y autor de dos libros –Tu salud en los nuevos tiempos (Editorial Obelisco) y El fenómeno del aceite de coco (SR)–, Sergi Recasens (Tarragona,4 de julio de 1974) se ha ido posicionado como una de las voces potentes en el tema de la salud en el ámbito nacional. Popularidad a la que hay que sumarle su presencia como conductor del programa “Vivir bien” de La Red, definido como “el primero sobre calidad de vida y autocuidado de la televisión chilena”.

 

Por Antonio Muñoz B., Periodista PUC

 

Su primer libro aparece firmado como “Sergi Jover”, pero su segundo libro y en su página de Internet aparece como “Sergi Recasens”, ¿a cuál nombre responde en definitiva?

Sergi es Sergio en catalán. Me encanta la vibración de mi nombre en catalán. De hecho, me siento muy cómodo con él. En
cuanto al apellido paterno Jover, ya lo he estado honrando por muchos años. Así es que un día me levanté y fuertemente sentí la siguiente pregunta: ‘¿Por qué honrar siempre el apellido del padre cuando la madre queda siempre en un segundo plano? ´. Entonces ahí me dije: ´Se acabó. De hoy en adelante voy a honrar el apellido materno. Han sido 43 años  Honrando al del padre, ahora toca honrar a mi madre hasta el último aliento.

 

¿Cómo fue que se involucró con el área de la nutrición?

“A la temprana edad de 16 años pesaba 116 kilos, aunque casi llegué a 118. Pero tengo muy grabado el 116 porque era
en esos momentos en que me subía a la báscula y decía: ´Dios mío, qué ha pasado aquí´. Es algo que he entendido mucho tiempo después y fue a raíz de la muerte de mi padre, cuando yo tenía 8 años. Mi madre hizo lo que pudo criando a 3 varones. A muy corta edad aprendí a cocinar, planchar, coser y todo cuanto concierne a las labores del hogar. Así nos educan a la gran mayoría en España. La muerte de mi padre hizo que, en cierto momento, cayera en la trampa de comer desordenado, comida chatarra y todo, para sublimar una pena interior muy grande. He enseñado fotografías de cuando pesaba 116 kilos y no se lo creían. Guardo muy pocas fotos, porque las demás las quemé a modo de ritual. El pasado está pisado, ya pasó. En el presente hay que ir de frente, aquí y ahora. Y en el futuro, hay que avanzar a paso seguro con la convicción de que todo fluye. La clave en el trasfondo de las personas que padecen alguna enfermedad radica en ´la herida de su alma´. Por eso, hay tanta enfermedad y falta de amor. Todos tenemos vacíos en nuestra alma, y eso es lo que está enfermando a las personas: la total desconexión consigo mismos. En mi caso, la imagen que vi a los 16 años reflejada en un espejo me removió demasiado la conciencia. Allí se introdujo algo en mi cerebro que dijo: ´Ya está. Hasta aquí has llegado. No puedes tocar más fondo´. Además, no era sólo la obesidad, era el encontrarse mal, la falta de energía, falta de vitalidad, cinco esguinces en una rodilla, cuatro en la otra. Muchos problemas y, obviamente, mucha negatividad en la calidad de mis pensamientos”.

 

¿Cómo superó esa crisis?

“Justamente, a esa edad empieza el torbellino interno. Pero siento que fue más adelante, cerca de los 18 años, que fue
más fuerte. Me apunté a un gimnasio. Ya había estado en algunos antes, pero abandonaba por mi falta de persistencia
y de perseverancia, además de que era un niño. No me gustaba el deporte. Iba a regañadientes y muy a mi pesar, ya que
tenía la paranoia que –con lo gordito que estaba– me iba a mirar todo el mundo. Y eso es mentira, porque no te mira nadie.
Es uno de los muchos engaños de la mente. Hacerte creer cosas que no son o no existen, como por ejemplo, que no puedes, que no tienes, que no sabes, que no crees y por eso te quedas de brazos cruzados esperando la solución. Y así no funciona la vida. Comencé a leer muchos libros, de diferentes doctores y corrientes. Me di cuenta de que había un potencial enorme en lo que comemos. La comidaes mucho más que un simple combustible para el organismo”.

 

Entonces, ¿su formación como terapeuta, en lo que concierne a la nutrición, coincidió con sus estudios académicos?

“Lo he dicho abiertamente muchas veces en todos los medios. No tengo ningún estudio de nutrición que esté avalado porun centro formal. Ahora bien, las horas de rodaje y la experiencia hablan por sí solos. Las verdades hoy día salen a
la velocidad de la luz, al igual que las mentiras. Hay que investigar y experimentar. Esto me lo creo; esto no me lo creo. Si me lo creo, quiero probarlo por mí mismo y en cien personas más. Todo lo que predico lo paso primero por mi cuerpo y, después, con las personas. En Chile, y lo digo con humildad y mucho amor, se le da mucha importancia a los títulos. Para mí, los títulos son irrelevantes. Puedes tener 40 trozos de cartón enmarcados en la pared y, literalmente, no servir para tu oficio. ¿Por qué? Pues porque simplemente tu motivación no es lo suficiente y porque, el quedarse con lo que a uno le enseñan, es un craso error. Experiencia, persistencia, perseverancia, ética, humildad y apertura de mente son los ingredientes claves”.

 

En su página oficial, usted afirma que la comida es “luz e información”. ¿Entonces, la alimentación es la clave para estar sano?

“Sí y no. Hoy, creo firmemente que si bien la alimentación es importante, la salud depende mucho más de estar en paz, alineado y en equilibrio contigo mismo. ¿Por qué? Me ha tocado vivenciar y coexistir con muchas personas que comen muy mal, pero son muy felices y están exentas de enfermedad. Y, por comer mal, no te digo que coman comida chatarra, sino que son desordenados, se saltan comidas y, sí, muchas veces comen sustancias bien dañinas. Ojo: a la larga puede ser que les entre la enfermedad, está clarísimo. Ahí reside una gran clave: la mente, lo sutil, lo que no vemos rige sobre la materia. Ni por asomo estoy conversando de la psicología. Porque, si bien la mente tiene un poder maravilloso, no lo es
todo. Es un simple instrumento. Y si pretendemos solventar los problemas que aquejan a la humanidad del mismo modo en el que se han creado, es decir, con la mente, jamás avanzaremos como raza ni en lo global, ni en lo individual. Y, si no me crees, mira a tu alrededor y deléitate con lo enfermo que está el ser humano. Hemos de comprender que, si así lo deseas y lo crees, tienes la capacidad de comerte un plato de comida chatarra, transformarlo y transmutarlo sin que te afecte en lo
más mínimo. Y lo mismo sucede con las circunstancias de tu vida. La lente con la que miras tu vida lo es todo. En mi opinión, la salud es un 70 y un 30 de estar en paz con uno mismo y de la calidad de la alimentación”.

 

Para usted, la salud depende del medio ambiente y de la percepción que cada cual tiene del mismo. ¿Esto es el método epigenético?

“Si quiero ser una persona rica, alegre, próspera, no me voy a juntar con personas que están infelices. Si soy una persona que está enferma de los pies a la cabeza, ¿con quién me tengo que juntar: con gente saludable o con gente enferma? Me tengo que juntar con los que están vibrando muy alto. Es decir, sanos, alegres, risueños, felices… Fíjate en los hospitales. ¿Tú crees que el hospital tiene que ser un lugar donde se concentran todos los enfermos? La respuesta es no. Pero nos lo han vendido así, con calzador, y nos lo han impuesto en la frente, nos lo han grabado como si fuésemos vacas y ahí tenemos el resultado. Cada vez más hospitales y más enfermos. Y esto mismo se puede aplicar en muy diversas áreas de nuestro sistema como sociedad. ¿Por qué? Porque hay una vibración. Si tú tienes una persona deprimida, ¿la solución
es internarla en un lugar psiquiátrico? ¡No! La reinserción sería ponerla en grupos donde estén estimulados, donde
hagan deporte, un lugar donde se les incentive a vivir, donde exista alegría, bienestar, compañerismo. Así logras la
sanación. Gran parte de la humanidad se encuentra muy cómoda en la queja. Han hecho de su vida una constante e
incesante queja. Si quieres cambiar, transfórmate en ese cambio que tanto deseas. Es complejo estar alegre y realizado si te relacionas constantemente con personas enojadas, tristes y deprimidas. Todos en ciertos momentos atravesamos circunstancias bien adversas, pero de ahí a quedarse atrapado contantemente en la queja… hay un abismo de diferencia”.

 

Usted es un enemigo declarado del azúcar y de los carbohidratos. ¿Por qué?

“Porque es la pandemia más aberrante que ha habido jamás en la historia de la humanidad. Han conseguido transformar
a gran parte de los seres humanos en zombies, obesos, sin conexión interna, sin pensamientos elevados. Cuando hablo de obesidad, hago referencia a 15 o 20 kilos en adelante de sobrepeso. Además, la obesidad muchas veces va acompañada de falta de energía, diabetes, impotencia sexual y falta de libido por todas partes. Eso es todo lo que producen los  carbohidratos refinados y el azúcar. Falsa energía. Falsa emocionalidad. Falso bienestar. El enemigo ya está instalado en cada célula de tu cuerpo. Pero, ¿sabes una cosa?, es del todo reversible. Si los grandes sistemas sanitarios dijeran: ´Saben qué, nos hemos equivocado (por no emplear otra palabra) durante cuarenta, cincuenta, sesenta o los años que sean. Y sí, lo correcto es alimentarse de un modo muy diferente al que les hemos enseñado´. Pero, obviamente, el negocio
se les reduciría sustancialmente”.

 

A partir de su trayectoria como terapeuta, ¿es posible revertir la adicción?

“El primer rehabilitado de la adicción a los carbohidratos lo tienes aquí presente. Hay mucha gente que cree que el azúcar está solo en las donas y esas cosas y te dicen: ´No, yo no como azúcar´. Pero estás todo un día comiendo papas, arroz o tallarines. Eso es una forma de azúcar. Para rehabilitar a una persona que está con un tema de adicción a los carbohidratos y a los azúcares hay que intervenirla emocionalmente. Y, en paralelo, acompañar ese proceso con una alimentación correcta, porque está claro que hay una adicción instalada a nivel físico. Ya se han creado unas conexiones neuronales que te arrastran constantemente a consumir eso, igual que la cocaína, la marihuana, el alcohol o lo que sea. Hay algo superior a ti que gatilla que tú estés comiendo eso. Por propia experiencia, cuando solo cambias la dieta de un adicto, de cada 10
personas, si es que 2 obtienen resultados. Los demás abandonan. ¿Por qué? Porque “eso” que es superior a ellos los
empuja a alimentarse como lo estaban haciendo antes. Primero, entonces, hay que desparasitarlos literalmente a nivel energético y, paralelamente, urgente, acompañarlos de una muy buena alimentación”.

 

¿Aplicando, por ejemplo, la terapia inkrESSENCE?

“InkrESSENCE, en el más amplio sentido de la palabra, es la potencialidad que tiene todo ser humano de reescribir su propia vida. Es decir, si saco de tu vida los demonios que llevas dentro, los implantes, larvas y parásitos energéticos, los patrones mentales que no son tuyos y que te han insertado ahí y los bloqueos energéticos varios, y además revisamos
que el lugar donde habitas esté exento de geopatías y una larga lista más de temas, ahí me puedo sentar delante de ti y decir: ´Estamos preparados para alcanzar y sostener tu objetivo´. Siempre digo: ´¿Qué es más fácil: cambiar un edificio sobre los planos o cuando ya está construido?´. La respuesta es clara: sobre planos. Pues ahí, en ese mundo que no vemos, que la ciencia dice que es irreal –y que lo esotérico es una farsa–, está la posibilidad de construir la sanación. Ya va siendo hora de respetar la espiritualidad que encierra la medicina y que tanto se han empeñado en borrar y tergiversar por el interés monetario de unos pocos. Hoy aplaudo la medicina alópata en cuanto a reparadores y joyeros del cuerpo humano. Me explico: cuando hay un accidente, y se toman medidas de prevención de urgencia tales como operar, extirpar, administrar corticoides o antibióticos de extrema urgencia”.

 

Háblenos del aceite de coco. ¿Por qué es tan milagroso?

“En su momento publiqué un video en YouTube que ya lleva más de un 1 millón y medio de visitas, en el que me entrevistaban en ´Mentiras Verdaderas´, de La Red, sobre el aceite de coco y en el cual invitaba al sistema sanitario y a
las autoridades pertinentes a realizar un seguimiento a 100 personas con distintas patologías, entre ellas Alzheimer y obesidad, a las que única y exclusivamente se les iba a administrar grandes dosis de aceite de coco y una óptima nutrición.
La condición era filmar y documentar absolutamente todo. Nunca obtuve respuesta. ¿Por qué? Porque el único problema
que hay con el aceite de coco es que NO vende fármacos. Y eso es lo que está sucediendo con respecto al aceite de coco.

Personas de todas partes del mundo se han expresado diciendo, por ejemplo: ´Me empecé a tomar 8 cucharadas de aceite de coco, estaba postrado en la cama, a los 11 días me levanté. Mi enfermedad revirtió´. Conste, eso no lo he publicado yo. Si bien le he dedicado una oda al aceite de coco en mi segundo libro, El fenómeno del aceite de coco, no sabía que fuera tan efectivamente beneficioso para los huesos. Es decir, la verdad siempre sale a flote. Estamos frente a algo capaz de sanar, en el más amplio sentido de la palabra, múltiples dolencias a gran velocidad. Sabemos que el aceite de coco es una grasa saturada saludable que está cargada de ácido láurico. El ácido láurico se transforma en monolaurina en el organismo un poderoso antimicrobiano y antivírico, con unas propiedades extraordinarias. Está presente en la leche materna, que es el alimento más perfecto que hay en el mundo. Sabemos que las civilizaciones que se alimentan a base de aceite de
coco –o de productos derivados– son las más longevas y sanas del planeta. Prácticamente no tienen enfermedades
cardiovasculares ni cerebrales. En cambio, con los aceites refinados a bajo costo, mira la pandemia que hay a nivel
occidental, tanto en Estados Unidos como en toda Latinoamérica: problemas cardiovasculares, obesidad, reflujo, acidez,
dolencias en la tiroides y una larga lista más de enfermedades. La verdad, está servida”.

Entrevista publicada originalmente en Febrero del 2018 en la Edición 165 de El Guardián de la Salud.