Adrián Pereira, “Cómo bajé casi 30 kilos con el Método Grez”

Después de casi 20 años de buscar una dieta efectiva para mantener su peso bajo control, Adrián Pereira, sociólogo de profesión –Doctor en Comunicación y docente de Dirección Estratégica de la Universidad Miguel de Cervantes, donde es también Director del Magíster y Postítulo a Distancia– es un convencido de que el llamado “Método Grez” es lo correcto. Hoy, a los 40 años y con 91 kilos promedio desde hace varios meses, con una calidad de vida recuperada y exámenes médicos periódicos que certifican su buen estado de salud, sabe que ha logrado dar con un método que le resulta realmente efectivo.

 

Por Antonio Arredondo, Periodista PUC

 

¿A qué edad comenzó a hacer dieta?

“Mi primera dieta la hice a los 18 años, por indicación médica, porque debo haber estado pasado unos 10 kilos. Y el médico me dice: ‘Usted tiene que bajar de peso por el tema de sus rodillas’. Yo practicaba deportes en esa época, como artes Marciales y básquetbol. Y, a pesar de eso, no bajaba de los 100 kilos. Mi alimentación era normal, pero siempre comiendo harto pan; eso no lo perdonaba. Podía comer hasta dos o tres en la once. Y, cada vez que empezaba a hacer dieta, el efecto era el mismo: bajaba sólo un poco, porque lo complejo era que, como pasaba hambre, me ponía de mal genio, irritable.
Entonces, terminaba botando la dieta con un atracón de comida y siempre con la sensación de que, al final, la dieta no servía. Y conste que hice cuanta dieta había, todas las de moda”.

 

¿Qué complicaciones comenzó a tener en su vida diaria por el sobrepeso?

“Aparte del tema de las rodillas, en general, nunca tuve problemas por el hecho de subir de peso. Sin la pesa, jamás hubiera pensado que tenía 30 kilos de sobrepeso. Yo me percibía gordo, pero no tanto, porque mi estatura me ayudaba a disimularlo, aunque sabía que tenía que bajar de peso”.

 

¿En qué momento de su vida se dijo: ‘Esto tiene que cambiar’?

“Me lo dije varias veces. Y creo que ésta es la última y definitiva. A mediados del año pasado, me pesé y estaba en 125 kilos. Era un peso extremo, ya no sólo por un tema estético, sino también de salud, debido a los antecedentes diabéticos y de  hipertensión que tengo en mi familia: mi padre con una retinopatía diabética y mis dos abuelas con diabetes medio Complicadas. Entonces me dije: ‘No voy a llegar a los 45 años con diabetes e hipertenso. No voy a poder disfrutar de nada’. Cinco o seis años atrás, ya había abandonado el azúcar, que no añadía a ninguna de mis comidas, pero ese cuidado no me
estaba dando resultados. Como me dijo un amigo médico, con los antecedentes que tengo, lo más probable es que en
algún momento de mi vida sea diabético e hipertenso; pero ese momento depende de cómo me cuide ahora”.

 

Cuando se decidió por el cambio, ¿qué medidas adoptó?

“El primer cambio fue reemplazar el pan por batidos de frutas en la mañana, quizás un poco más parecido a lo que plantean los nutricionistas en términos de aumentar el consumo de frutas y verduras, más el café, que es imperdonable y no lo abandono por nada en el mundo.

En el almuerzo, comía muchos vegetales y la proteína la dejaba para un par de veces a la semana, con carnes de cualquier
tipo, aunque prefiriendo las blancas a las rojas. Y en la once repetía el desayuno. No consideré los snacks entre las comidas”.

 

¿Cuánto tiempo estuvo bajo régimen de batidos?

“Seis meses. Y ahí mi señora encontró el método Grez. Me dice un día: ‘Oye, salió un señor en televisión, diciendo que hay
que cambiar el orden de las comidas’. Y lo primero que me llamó la atención fue que decía que las dietas que entrega un
nutricionista son para gente sana y que, cuando uno tiene un problema de obesidad, se presenta un desequilibrio y para
equilibrarlo hay que generar un nuevo desequilibrio. Lo encontré de todo sentido. Compramos el libro antes de empezar
a seguir el método. También vimos un par de entrevistas en televisión, y lo que decía me hacía sentido con lo que había estudiado en el colegio, como el ciclo de Krebs para la acumulación de grasa, que la grasa no producía nueva grasa y el tema de los circuitos de insulina y melatonina. Con el régimen de los batidos de fruta, había logrado bajar 5 kilos en esos 6 meses previos, por lo que empecé el método Grez con 119,5 kilos, en diciembre del año pasado”.

 

¿Los dos iniciaron al mismo tiempo el método?

“No. Como soy sociólogo de profesión, si me he dedicado a algo en mi vida es a estudiar. Por lo tanto, tengo que investigar más, sobre todo porque, a pesar de que me sonaba coherente, el método era contrario a lo que decían todos. Entonces, comencé a buscar papers de información científica. De hecho, algunos los bajé de la misma página de Pedro Grez, como uno sobre el tratamiento para diabéticos con sólo dos comidas fuertes en el día. También otro sobre los fundamentos de la dieta High Fat Low Carb, que es parte del modelo y que repite más o menos lo mismo respecto de la sensación de saciedad como un elemento relevante, como consecuencia de un desayuno alto en grasas y de la redistribución de los horarios de las comidas. ‘Ah, tú estás haciendo el método en que comen puras grasas’; así es como la gente percibe el método. En definitiva,
no es así. Uno sí consume más grasas en el desayuno, pero el consumo de vegetales es altísimo en la hora de almuerzo,
no se erradica. Y lo mismo la fruta, que se consume más espaciada en el tiempo.

Seguí al pie de la letra aquello de los 10 días de desintoxicación, en que sentí todos los síntomas que describe el libro: resfriado y con dolor de cabeza. Nunca estuve malhumorado y esa fue una de las cosas que, en mi opinión, fue radical para que siguiera en el método. Me sentía saciado y, por lo tanto, podía optar por consumir o no consumir lo que me ofrecieran, que es algo donde no tenía ese control. Antes del método Grez, estaba sentado en una reunión, ponían galletas para el café y me las comía todas. Hoy, frente al mismo estímulo, si decido comer, como solo una”.

 

¿Fue muy violento para usted este cambio de hábitos alimentarios?

“Fue extraño, porque fue muy natural. Si hay un riesgo asociado, un tema que hay que cuidar en el seguimiento del método Grez, diría dos cosas: uno, aprender a leer las etiquetas, de tal manera de saber qué es lo que tiene azúcar y carbohidratos, que uno no tiene idea; y dos, cuidar el porcentaje de ingesta de proteínas, porque el consumo exacerbado puede generar otro tipo de enfermedades. Entonces, siempre tener el cuidado de llevar el control de cuál es el peso que uno tiene, pero con el propósito de tener el control sobre el máximo de proteínas que uno debiese consumir al día, porque creo que es más relevante la baja de talla que la baja de peso”.

 

¿Cuál fue el balance que hizo del método al primer mes?

“Había bajado por lo menos unos 6 o 7 kilos. La ropa me quedaba ya grande. Y me sentía con más energía, no me cansaba. Para mí, eso era algo fundamental. Yo soy una persona que trabaja todo el día en un escritorio. Y cada vez que me tocaba hacer actividad física más fuerte en la casa, como cortar el pasto o podar los árboles, terminaba adolorido una semana. Casi al mes de iniciado el método, me tocó hacer una actividad muy fuerte y estaba convencido de que al otro día iba a tener que
quedarme acostado. Y nada. Me levanté sin ninguna molestia muscular, con el cansancio de haber hecho ejercicio, pero sin dolor. Para mí fue un cambio radical. Eso me convenció, porque funcionaba. Y, ahí, se sumó mi señora”.

 

¿Cómo es hoy su régimen de alimentación diaria?

 

“En la mañana, concentro el consumo de grasas: puede ser huevos revueltos con mantequilla y tocino, una palta, leche de coco con frutos secos, un café con crema, porque la idea no es comer todos los días lo mismo, terminaría aburrido. De ahí no como nada hasta la hora de almuerzo, entre las 2 y las 4 de la tarde, y como porque tengo que comer. Y consumo verduras de todo tipo, salvo las que tienen alto porcentaje de azúcar, como papas, betarragas, zanahorias, y las acompaño de carne o
huevos; o bien, sólo verduras. No incluyo postre, pero sí café. En definitiva, la sensación de hambre es algo que perdí. Hoy, hay veces que he tenido que pasar en reuniones desde la mañana hasta las 6 o 7 de la tarde, y puedo pasar sin comer durante todo ese rato sin sentir hambre. Me tomo un café y estoy bien. Llego a la casa sin hambre, y por lo tanto, puedo comer de manera ordenada. A la hora de la once, habitualmente consumimos con mi señora una especie de cóctel, de picadillo de frutos secos con un trocito de queso”.

 

¿Puede ingerir alcohol?

“Cerveza no, porque tiene muchos carbohidratos. Lo que se recomienda fundamentalmente es el consumo esporádico
de vino tinto o blanco. Para ser honestos, la cerveza es lo único que me ha costado sacrificar”.

 

¿Frutas?

“Una vez a la semana”.

 

¿Puede comer tortas, pastelería en general?

“Es que la gracia está también en no restringirse. Tengo una familia grande, extensa, por lo que hay cumpleaños todos los meses. Efectivamente, hay tortas que me dan ganas de comer, y como. Tampoco me pasa como con otras dietas, en que yo tenía que ir al cumpleaños y llevar un yogur y ver comer rico a todo el resto, mientras me tomaba un yogur para mantener la dieta.

No. Cuando haya que comer, como, y eso implica que hay algunos cumpleaños en que no como torta porque no me dan ganas y hay otros, en cambio, en los que efectivamente sí me sirvo un trozo. Y sin culpa. Puede ser que ese día me pese y haya subido de peso, pero rápidamente vuelvo a mi peso normal, que es entre 91 y 92 kilos, y que he mantenido  en los últimos 3 meses. Y sigo bajando de talla. Y hay mucha gente que me dice: ‘Oye, estás muy flaco. Para de bajar de peso’”.

 

Adoptar el método Grez, ¿significó incrementar el costo de la alimentación?

“Me lo han dicho harto. Tengo varios amigos que, incluso, me han planteado que esta es una dieta para ricos, lo cual me da mucha risa. En estricto rigor, uno compra cosas más caras, paga entre un 20 y un 30% más por el mismo producto que sirve para el método versus uno que no sirve. Sin embargo, uno baja fuertemente en el costo de la alimentación el tema de las frutas y verduras, que compra en menor cantidad, teniendo en cuenta además que, extrañamente en Chile, la fruta es muy cara”.

 

¿Ha sido necesaria la suplementación nutricional?

“La recomendación que se hace en el método es consumir vitaminas todos los días, lo cual he seguido. Mi señora incorporó también el magnesio en cápsulas. Mi estado anímico es fantástico. Duermo bien, no tengo la sensación de sueño después de
comer. Cuando como carbohidratos, que es una cuestión que hago una vez a la semana o cada 15 días, lo que en el método se llama ‘el día chancho’, me doy el gusto de comer una marraqueta, que sigo encontrando exquisita, pero siento después una sensación de sueño, además de pesadez e hinchazón al día siguiente. Mientras mantengo el método el resto de los
días, no me siento así. Y, además, siento que estoy funcionando más rápido a nivel intelectual”.

 

¿Ha habido alguna contraindicación?

“Me hice exámenes médicos antes de empezar con el método, y tenía el colesterol elevado, no mucho, pero sí elevado. Me hice exámenes médicos después de tres meses de seguir el método, y mis niveles de colesterol eran normales. Los triglicéridos nunca los tuve altos. Ni antes ni después del método. Y pretendo ahora, una vez que termine el año con el método, volver a hacerme un chequeo médico completo. Los resultados debiesen ser positivos a nivel de glucosa en sangre, que es uno de los temas que a mí me preocupa por los antecedentes de diabetes e hipertensión”.

 

¿A todos les debería funcionar el método?

«Soy un convencido de que las dietas no son iguales para todas las personas. Eso es algo razonable que uno debe tener en cuenta. Si uno tiene la suerte de conocer un nutricionista que esté abierto a la opción de explorar este tipo de cosas,  fantástico, que se asesore. Pero la responsabilidad es de uno. Creo que el principal mérito del método es ese: ser un método, no una dieta, para transformar tu estilo de vida, lo que lo hace mucho más fácil de seguir”.

 

¿Se queda en el método Grez?

“Sí, sin duda. A mí me sirvió, me ordenó el tema. Efectivamente, mi porcentaje de grasa corporal es el adecuado para una persona de mi edad; por lo tanto, tengo todas las herramientas para decir: ‘Hasta aquí llego con el método y retomo la alimentación normal’. Sin embargo, creo que esta es la alimentación normal que a mi cuerpo le funciona. Tomo un desayuno en que me siento saciado, me siento bien y me da energías para funcionar durante todo el día como   orresponde. Almuerzo cosas que me gustan. Y me facilita, también, el hecho de llegar tarde a la casa –porque tengo muchas actividades fuera
de horario–, sin la necesidad de estar cocinando de nuevo. Es un método que se queda conmigo, que no sale de mi vida”.

 

¿Recomendaría a otros seguir el método?

“Sin duda. Pero, primero, recomendaría que lo conozcan y vean si les hace sentido. A aquellos que le hace sentido, compren el libro. Es una inversión pequeña para lo que significa un cambio de vida. Todos los cambios en estilo de vida asociados a mejoramientos de aspectos estéticos, a mí me parecen banales. Pero cuando van asociados a aspectos de salud, en prevención de enfermedades crónicas no transmisibles, como hipertensión y diabetes, es diferente. Como mi señora, que superó la resistencia a la insulina que padecía desde hace cinco años, teniendo hoy normal su hemoglobina glicosilada. Y, en ese sentido, si uno es responsable y hace las cosas como se recomienda que se hagan, documentándose un poco, todo debería resultar bien en este cambio de estilo de vida. Lo que sí sale más caro, lo que sí aumenta, es cambiar el guardarropa
completo.

Artículo publicado originalmente en la Edición 161 de El Guardián de la Salud. Octubre 2017.

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Dr. Ricardo Soto, “Con Medicina Consciente, queremos devolver la espiritualidad al mundo científico”

Desde principios de este año, el Dr. Ricardo Soto Olhabe (34 años, casado, 1 hija), es rostro habitual del matinal “Bienvenidos” de Canal 13, donde se ha ganado un espacio televisivo gracias a sus puntos de vista sobre la salud y el bienestar de las personas que a muy pocos han dejado indiferentes. Tanto así que, continuamente, enfrenta duras críticas de sus pares, mientras el rating del programa se mantiene imbatible. Pero este polémico doctor –que se niega a colgar la bata blanca– es también un incasable estudioso y formador, compartiendo sus conocimientos no sólo en la pantalla chica, sino también en centros de salud y desde la academia. En entrevista exclusiva, aborda su desarrollo personal caracterizado por la superación de los miedos y su particular enfoque de la salud, entre otros temas.

 

Por Antonio Muñoz B., Periodista PUC

 

¿Qué es Medicina Consciente?

“Es un nuevo paradigma respecto de lo que comprendemos por atención de salud, donde por fin se nos preste atención como corresponde, considerando al ser humano en todas sus dimensiones y no sólo centrado en el cuerpo físico, mediante un enfoque puesto en la salud y no en la enfermedad, como estamos habituados en la medicina convencional; un nuevo enfoque en el que el “paciente” deje de serlo y se convierte en un “activo” hacia su propia recuperación en este proceso de curación. Y que, fundamentalmente, lo que se fomenta como herramienta terapéutica sea la toma de consciencia, que le permita al consultante efectuar cambios genuinos en sí mismo”.

 

-¿Cuáles son las bases científicas de este nuevo enfoque?

“Medicina Consciente es parte del concepto amplísimo de medicina integrativa, que a su vez, como su nombre lo indica, constituye un complemento adecuado entre la medicina científica convencional, con muchas bases en la evidencia, más algo que se ha perdido y que, a nuestro juicio, nunca debió desligarse, que es la consideración de la espiritualidad. Cuando esa separación ocurre con René Descartes, la ciencia pierde algo muy valioso, que es aquello que no es evidente, pero que todos nosotros llegamos a sentir. Hoy, se hace más necesario que nunca volver a esa espiritualidad, que siempre debió estar ligada con el mundo científico. Y ese es el propósito genuino que tiene Medicina Consciente: devolver la espiritualidad al mundo científico”.

 

-Entonces, ¿usted es un médico integrativo, alópata…?

“Por cierto, yo vengo del mundo científico, fui muy escéptico como muchos. Estudié medicina convencional, por eso no me saco el “delantalcito blanco”. No es que rehúya o rechace sus principios o sus herramientas; para nada, me gusta mucho. No obstante, la vocación dentro de Medicina Consciente va más allá y necesita de una amplitud, de una flexibilidad mental, que la da el conocer el mundo de las medicinas complementarias. En esta integración real es que llego al concepto de medicina integrativa, que no es un invento nuestro, porque lleva más de 40 años de vida en el mundo. Pero Medicina Consciente incluye, dentro de esta medicina integrativa, a la espiritualidad, que, aclaramos, es distinta a la religión y es primordial para comprender lo que ocurre en nuestra vida”.

 

-¿Qué papel desempeña la alimentación en la medicina?

 “Es fundamental, porque estamos en un plano físico donde venimos a sentir, a aprender del dolor y de los momentos alegres. Y como dice el Ayurveda: “Somos lo que comemos”. Nos define, y la relación con los alimentos es una de las que debemos tener más armónicas. Ocurre en nuestra sociedad actual que estamos muy olvidados de los reales alimentos y llamamos “alimento” a algo que viene en paquete, envasado, con una serie de ingredientes que no nacieron de la tierra, que no los sacamos de un árbol, sino que los procesaron. Las personas mayores tenían muy clara la diferencia. En su época había mejor salud que ahora. Y este cambio, entonces, tiene que ver con una mala alimentación”.

 

-Hablando de alimentación, ¿qué erradicó de su régimen diario?

“Dentro de los cambios que he iniciado, hace ya varios años, dejé los  lácteos procesados de vaca, lo que para mí fue muy importante, porque era “ternerito” de chico. Me lo comía todo con leche, yogures, todo tipo de postres. Jugaba a la pelota y, en vez de tomar agua por sed, tomaba leche, y leche con manjar, ¡terrible! Estaba lleno de flemas, muy tieso físicamente, con triglicéridos altos y con una mente muy densa. Eso cambió drásticamente cuando dejé los lácteos. Luego dejé la carne roja, lo que no significó ningún sacrificio, porque  nunca fui bueno para el asado; era más por el carrete que rodeaba al asado que por la carne en sí. Hoy, no echo de menos nada de eso. Y las personas me preguntan: “Pero, ¿cómo no le dan ganas de comerse unas costillitas?” No, nada. De hecho, con mi señora hicimos el gran cambio para un 18 de septiembre.

Ese fue un cambio dramático en el sentido de salud, porque se recupera mucho equilibrio, y ahí los veganos me comprenderán, en el sentido de que, después de años de dejar de comer carne, uno pasa por fuera de una carnicería y le da asco”.

 

-¿Come carnes blancas como pescado, por ejemplo?

“Sí. Nosotros no somos veganos, para nada. Creo que todavía en Chile es muy difícil ser vegano estricto. Nosotros hemos decidido, por salud, seguir comiendo pescado. No lo compramos, sino que cuando vamospara algún lado, para no ser tan mañosos socialmente, aceptamos pescado fresco y de tamaño pequeño para no tener la contaminación de metales

pesados. Comemos mariscos también, y a veces pollo de campo, que no tiene nada que ver con el marinado, lleno de hormonas. No comemos pavo hace rato. Comemos huevos de gallinas libres y ahí está nuestra gran fuente de proteína animal, que nos permite evitar suplementarnos con B12 y con otras vitaminas que necesitan los veganos estrictos”.

 

-¿Qué fue lo que más le costó dejar?

“El dejar no; es el enfrentar los propios miedos. En mi personalidad, son los miedos al juicio externo, los miedos al juicio de los pares y, luego, el gran miedo es al juicio interno, al juicio que uno mismo hace de sí mismo. Eso, creo yo, es el gran desafío de vida no sólo para mí, sino también para muchas personas: superar los propios miedos, lo que los Rishis Kun-Li hablan de vencerse a sí mismo, vencer todas esas resistencias respecto del cambio”.

 

Ricardo Soto Olhabe es médico-cirujano de la Universidad de Chile, especializado en Medicina Integrativa. Además, es Discípulo del Linaje Kun-Li, tiene estudios en Medicina Bioenergética de Linaje Kun-Li; en Medicina Cuántica o Bhut-Vidya y en Tai Kuang, en Dharmashala; y en Visión Holística de la Cancerología, Laia Naturopatía (España). Ha realizado postgrados de MBA en Salud, Calidad y Acreditación en Salud y, actualmente, cursa un Diplomado de Gestión de Procesos, en la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Universidad de Chile, el cual concluye en septiembre. Es fundador y director de Medicina Consciente (www.medicinaconsciente.cl). Tiene consulta particular en CasaFen (www.casafen.cl) y hace clases en este centro y en la Facultad de Medicina de la Universidad Finis Terrae, porque, como afirma con su característico tono apacible, “me encanta la docencia y espero no dejarla nunca”. Desde principios de este año, es integrante del matinal “Bienvenidos”, de Canal 13.

 

-¿Recomienda la suplementación alimenticia?

“Quizás me habrán escuchado hablar del magnesio, de la zeolita y de otras cosas que nos regala la naturaleza. Ocurre que, por ejemplo, el magnesio estaba en los suelos cuando eran bien abonados, antes de que la industria de transgénicos arrasara con ellos. Hoy, como los suelos son pobres, debemos suplementarnos. Lamentablemente (para la industria), es imposible imitar la naturaleza con suplementos sintéticos, por ejemplo de minerales y vitaminas hechas de manera artificial en laboratorios. Tan solo por ser natural no asegura que sea inocuo. Por esto, promovemos el uso de complementos y suplementos con moderación y, sobre todo, lograr incorporarlos a través de productos naturales, por ejemplo en fruta orgánica, en vegetales, en hortalizas, en legumbres –frescas y orgánicas–, ojalá cultivadas de forma biodinámica como era antiguamente, en culturas mucho más sabias que lanuestra, donde se respetaban los ciclos de la naturaleza”.

 

-¿Cómo fue su proceso de cambio?

“Como usted dice el cambio es un proceso, y aún queda mucho por cambiar. Estoy muy reconciliado con mi pasado. Mi pasado es el típico de un cabro que quizás fue visto como “perfectito” de niño, un “mateito” del colegio, que era bueno para el deporte, hacía cosas y le resultaban. Y yo quise cambiar esa visión que se tenía de mí y me desbandé, carreteándomelo todo en la universidad, pero sin dejar de pasar los cursos. Una “rebeldía responsable”, como le llamo, con el objetivo de aprender de los porrazos, de equivocarme, algo que estaba intuyendo que no habíasentido antes. Lo busqué y lo logré. El cambio empieza a ocurrir cuando uno se cuestiona a sí mismo ese camino, si es correcto, si lo lleva a sus propios sueños o no. Particularmente, en mi caso, uno de los grandes hitos fue conocer, el último año de la carrera, los principios básicos de la medicina complementaria, momento en que decidí ser yo mismo mi primer paciente, en el entendido de que “uno no puede entregar lo que no tiene”, como dice Mahatma Gandhi. Empecé por criticarme cómo estaba llevando mis relaciones en la vida: con los alimentos, con todas las personas que me rodeaban, con mis parejas, con mi familia por cierto, conmigo mismo, con todo. Intenté entonces mejorar eso, de a poco, apoyado en todo momento por la que entonces era mi polola, actualmente mi señora, que me fue guiando desde el inicio. Conocer los principios de la medicina complementaria y, después de egresado de la carrera, atreverme en un buen gesto de coraje a estudiar, formalmente, medicina oriental, me permite conocer a mi Maestra, la Yatiri Xiwli Germain, mujer iniciada en el Linaje Kun- Li. Ya llevo 8 años bajo su alero, donde recién este año he sido aceptado como discípulo y es el gran aval que me permite hablar de todo lo que patudamente hablo en la televisión, en las conferencias, en donde sea, porque ahí me siento respaldado. Habitualmente, estamos esperando resultados distintos, haciendo lo mismo, y eso es absurdo. Algo muy importante es comprender que “el Universo capacita al autoescogido”. Esto quiere decir que, actualmente, todos estamos siendo invitados por el Universo a iniciar nuestro propio proceso de cambio, pero como somos seres con libre albedrío (conciencia),  es cada uno de nosotros quien decide si empezarlo o no. No es una moda, es la preparación para un cambio que afectará a la humanidad. Es algo que estaba escrito y es insostenible. El cambio es ahora, y para verlo reflejado en el mundo, lo debemos hacer en cada uno”.

 

-Desde su posición actual, ¿qué les diría a quienes están en la búsqueda de un nuevo paradigma?

“Primero es que se escuchen; porque siempre podemos obtener referencias o información de muchas personas, de gente en la televisión, en charlas, en libros o de culturas distintas. No obstante, el gran juez de lo que aceptamos o no es nuestro propio juicio. En términos alimentarios, nuestro organismo nos dice qué realmente nos hace bien y qué no, porque al último juez al que usted le tiene que consultar respecto del cambio alimentario es a su propio cuerpo: cómo responde el intestino, el estómago, su mente después de alimentarse así. Entonces, se debe buscar aquellas sugerencias que le hagan sentido, y no las dietas rápidas para bajar de peso para el verano. Esas son las dietas que nos tienen restringidos en libertad. Y la gran virtud del ser humano es la libertad. Eso es conciencia. Es por ello que nosotros no promovemos dietas cuando nos consultan por ello; promovemos conciencia para que sea un cambio genuino, un cambio real de hábitos que logre perdurar en el tiempo”.

 

-¿Cómo armoniza ser médico estando en dos posturas que no siempre se llevan?

“El objetivo de desarrollar esta Unidad de Medicina Integrativa en Clínica Bicentenario es, justamente, para que el sistema de salud actual chileno –que conocemos como convencional– se abra a la oportunidad de contar con, al menos, una unidad como la que existe ahora. Pero esperamos crecer, y que esto llegue por ejemplo a la Atención Primaria en Salud (APS) y que no sólo esté disponible en centros médicos o en clínicas privadas, para que así haya una convivencia real y respetada para ambos lados con el mundo de las medicinas no convencionales. En esta Unidad de Medicina Integrativa recibimos consultantes de otros especialistas y, por cierto, también derivamos cuando es necesario. Creo que pudiera cometerse el error en concebirla como medicina “alternativa”, en circunstancias de que nunca hemos hablados de eso; siempre ha sido “integración”, de complemento entre ambas medicinas. La alternativa viene del error tan típico del médico alopático, por ejemplo, que puede decirle a un paciente: “No venga nunca más conmigo si se está haciendo terapia no convencional”. Pero, también, el error puede darse en un terapeuta que le dice a su paciente: “No consulte nunca más a la medicina alopática, ésta es la buena”. Lo correcto, para nosotros, es la integración respetada, con exigencias para ambos lados y contemplando siempre la espiritualidad”.

 

-Ha logrado una exposición mediática importante gracias al matinal de Canal 13. ¿Qué siente al respecto?

 “Primero, la recibo con la humildad y el coraje que corresponden. Siempre he dicho que lo importante es el mensaje y no el que lo entrega, y es por ello que acepto este rol de “vitrina”. Mi llegada viene, como todo cambio, después de un decreto y de varios momentos de coraje, donde reafirmo ese decreto y la oportunidad que se me está dando la agradezco a diario. Hoy, gracias a la globalización, esos videos quedan dando vueltas y, por eso, recibimos apoyo de muchas partes del mundo. En Canal 13 me he encontrado con gente preciosa, muy inteligente y muy abierta a esta espiritualidad ligada al mundo científico, como los directivos y los panelistas. Yo siento que los telespectadores ven y perciben la honestidad en ellos también. Más encima, la competencia empieza a promover esto y nos parece maravilloso, pues ahora nos atrevemos a hablar de emociones, que terminan afectando nuestro cuerpo físico. Nos atrevemos a revisar cómo está nuestro mundo espiritual, sin tanto miedo y sin creer que eso viene solamente del esoterismo y que está desligado de la ciencia. Esta gran vitrina permite sacar verdades a flote que la industria no quiere que se sepan y que tienen que ver con que empecemos, por fin, a despertar, que dejemos de ser tan pasivos, tan  pacientes y nos volvamos más activos hacia nuestra propia salud”.

 

-Usted ha sido objeto de críticas por parte de sus pares. ¿Cómo las asume?

“Esto fue una advertencia de mi Maestra, quien me asesora en todo desde el inicio, mucho antes de que ocurrieran las mayores críticas. Por cierto, me mostró que el valiente no es el que no tiene miedo, sino el que lo sabe enfrentar. Probablemente, la oportunidad que se me dio de encarar esas críticas fue lo que más me permite crecer hoy y comprender que quizás, cinco años atrás, yo hubiera estado tratando de salir del país o cambiándome el nombre para no hacerme cargo. Como dice la Yatiri Xiwli: “Toda acción genera una reacción”. Por eso, tomo las críticas con hidalguía y con la humildad que corresponden. Comprendo ahora que las críticas me permiten identificar mis miedos y enfrentarlos para seguir el camino, porque hay un propósito mayor que supera cualquier miedo. Mientras uno se alinee con ese propósito trascendental, esas reacciones, de verdad, las agradezco de corazón. Tener un propósito mayor es lo que me mantiene de pie”.

 

-Tiene más seguidoras que seguidores. ¿Se considera un sex symbol?

“No, para nada. Siempre he dicho que yo no soy el importante, sino el mensaje, el linaje que se está expresando a través mío. Que me puedan piropear lo agradezco mucho y lo recibo con mucha humildad; pero el único piropo que realmente me importa es el de mi señora. Hay mujeres muy importantes en mi vida, como es mi señora, mi hija, mi madre y mi Maestra. Pero de verdad, no me creo el “mino de la tele” ni mucho menos. Insisto, el mensaje es el importante”.

 

Nota: Al momento de la entrevista, el Dr. Soto era parte de Clínica Bicentenario, situación que varió desde el lunes 21 de agosto.

 

Entrevista publicada originalmente el la edición 160 del mes de septiembre del año 2017 en El Guardián de la Salud.

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Zeolita, el mineral milagroso que puede curar el cáncer

Actualmente hay un boom por el consumo de zeolita, a la que se le atribuyen extraordinarias propiedades curativas para todo tipo de enfermedades, incluido el cáncer. ¿Cuánto hay de verdad y de mito en esta verdadera revelación de la medicina complementaria? Descúbralo en el siguiente reportaje.

 

Por Antonio Muñoz B., Periodista PUC

La zeolita es un mineral de origen volcánico cuyo nombre científico es clinoptilolita, de la que existen tres variedades: Potásica, magnésica o cálcica, siendo esta última la más común y la más estudiada y aplicada en el tratamiento de diversas enfermedades. En nuestro país, los mayores yacimientos de zeolitas se encuentran en la zona de las termas de Quinamávida y Panimávida, en la Región del Maule. En todo caso, también es posible fabricarla sintéticamente, conservando las mismas propiedades curativas de la natural.

Aunque hay antecedentes de su uso en la salud de las personas ya en la China milenaria, en Occidente, en cambio, no es sino hasta el siglo XX que comienza a dar que hablar. Entre las primeras investigaciones científicas se cuenta la de la Universidad de Berlín, en Alemania, que sirvió de base a estudios que posteriormente se realizaron en Cuba para suplir la carencia de medicamentos farmacológicos, a causa del bloque comercial impuesto por Estados Unidos al gobierno de Fidel Castro. A su vez, dichos estudios sirvieron de base a la investigación clínica que, en Chile, el Dr. Wilson Araya viene desarrollando desde el año 2013, aunque sus primeros pacientes tratados con zeolita se remontan una década atrás. En forma paralela, la Universidad de Concepción también ha hecho aportes en el ámbito bioquímico molecular.

Uno de los primeros casos del famoso médico alópata, de reconocido prestigio en el ámbito de la medicina complementaria,
correspondió a una mujer con cáncer de mamas que, en el 2004, estaba desahuciada a causa de un tumor de 3.500 milímetros cúbicos ubicado en su seno izquierdo. Al tratarlo con zeolita, el Dr. Araya logró revertir el diagnóstico en cuatro años, llevando a cero el volumen tumoral.

“En buen chileno, se salvó jabonadamente. Como ella, hay muchos otros casos. Pero el de esta paciente debe ser el más espectacular, porque, además, me preocupé desde el comienzo de medir, de tomar nota de la evolución y de recopilar comentarios incluso de mis colegas alópatas. Hay hasta una nota mía relacionada con una pelea con un radiólogo por los tumores que él creía científicamente medir». Entonces yo le digo: ´Espérese un poco. Usted es científico y dicen que la ciencia
mide cosas exactas; entonces, póngase de acuerdo: está o no está el tumor´. Lo hice de puro antipático, porque yo mismo sabía que el tumor estaba desapareciendo”, recuerda hoy desde el centro Holymed, que dirige en Providencia.

Años después, impulsó la investigación que, a la luz de las conclusiones obtenidas en junio del 2016, confirmaba las
propiedades casi milagrosas del producto.

“Aquí fueron observados tres grupos de pacientes: con enfermedades autoinmunes
en general, pacientes con artralgias o dolores articulares y pacientes con cáncer. Se hizo un seguimiento de su pH por lo menos durante 4 meses, luego de suministrar 2 gramos de zeolita dividido en cuatro dosis al día, y se observó, entonces, el estado clínico. En los tres grupos hay un aumento significativo del pH durante los dos primeros meses. El único grupo que se frena en el tercer mes es el de los pacientes con cáncer, lo que podría explicarse como consecuencia de un mecanismo compensatorio. Es como si la célula cancerígena entendiera que no tiene posibilidad alguna de sobrevivir y tendiera a hacer resistencia, a defenderse. Lo que hicimos después de este estudio, al darnos cuenta del frenazo, fue aumentar en el grupo
de los pacientes con cáncer la dosis de zeolita”, explica el Dr. Wilson Araya.

Mucha agua ha pasado bajo el puente desde aquellos años. Hoy, la zeolita se publicita en todas las plataformas Comunicacionales, quedando muchas veces la dosificación del suministro a criterio del propio paciente o, en otros casos, de terapeutas sin la formación adecuada.

“Hace tres años, llegó a mí un paciente con un cáncer pulmonar. Le habían dicho que la zeolita actuaba directamente sobre el tumor. ¿Cómo se la dieron a ingerir? ¡Inhalando! El paciente se me murió por una
silicosis terrible, antes de comenzar a tratarlo. Entonces, si un paciente con cáncer respira mal y tú le metes sílice, aluminio
[contenidos en la zeolita], al pulmón, cero posibilidades de sobrevivir. Es el caso también cuando te sugieren ingerirla con
mínima granulación. Simplemente, no hay ninguna posibilidad de absorción en el organismo humano. Parecen piedras y
aun así hay terapeutas que la han recetado. Tú requieres utilizar una granulación determinada. Por eso, mi sugerencia es
asesorarse con expertos como el doctor (Ricardo) Soto, como (Hugo) Fuchslocher, que fue estudiante mío en la universidad
y es químico farmacéutico, o vente para acá. Lo importante es que haya alguien que pueda responder responsablemente
frente a lo que te sucede. Luego, ¿cómo sabes tú si la dosis que estás administrándote está bajo lo que necesitas o sobre lo que necesitas? ¡Si nadie te dice cómo medir el pH!”, enfatiza el experto en medicina complementaria.

Según el Dr. Wilson Araya, en la efectividad de un tratamiento con zeolita, una de las claves es el equilibrio mineral de cada
persona, que se puede medir a través del pH. Si se hace por medio de la orina –procedimiento que utiliza con sus pacientes
por ser más práctico–, la idea es que el índice fluctúe entre 6,0 y 7,25. Si se altera dicho balance hacia arriba o hacia abajo,
se puede mejorar del cáncer, pero morir por otras circunstancias como una infección micótica (que suelen desarrollarse
cuando el pH está sobre el rango) o por debilitamiento del sistema inmunológico (riesgo cuando está bajo el rango), propiciando por ejemplo crisis de pánico, entre otros trastornos. De hecho, es enfático al afirmar que, a mayor acidez, se ha demostrado que no sólo aumenta la velocidad de reproducción de las células cancerígenas, sino también su agresividad.

Otro punto esencial en el impacto sobre la salud de las personas depende de la disposición anímica y mental del propio
paciente. Al respecto, el Dr. Araya sostiene:

“Es muy importante que el paciente sostenga la intención y tú, mientras más variables tienes, cuentas con menos posibilidades de centrar la atención en una terapia. Lo que yo sugiero a mis pacientes es que centren su atención en dos o tres terapias. A algunos les gusta mi opinión y, a otros, les carga. Hoy, hay medicamentos que son esenciales para tu proceso de sanación. Pero es probable que, dentro de dos meses, esos mismos medicamentos hayan cumplido su función y haya,
por ende, que reemplazarlos por otros. Aquí el manejo mental es fundamental. Lo importante es cómo esa mente, cómo
esa emoción, cómo esa alma está parada frente a una terapia. En el caso de esta paciente con cáncer de mamas, ella también pudo haber sanado sin zeolita. No es el medicamento esencialmente el que hace lo que hace. El medicamento hace lo que hace, siempre y cuando encuentre un manejo emocional, mental, una predisposición. Entonces, las conversaciones con el paciente son esenciales, al igual que su trabajo espiritual y su apertura. Ojalá esté abierto a todas las posibilidades,
alópatas y no alópatas, vegetarianas y no vegetarianas”.

Por eso, si bien reconoce las propiedades curativas de la zeolita, el experto aclara que la sanación depende, en última
instancia, de otros factores:

“Mi medicamento favorito es la fe. Yo creo que puede sanar cualquier cosa. Si tú motivas
a una persona a que se centre en sí misma, a que aprenda a amarse a sí misma, a perdonar, a disfrutar, a recuperar
la dignidad del ser humano, entonces la zeolita es secundaria. Antes del 2004, mis pacientes también sanaban de cáncer
sin zeolita. Y antes de eso incluso, también sanaban con quimioterapia preparada homeopáticamente. Hay otros temas
mucho más trascendentes en el fenómeno de la sanación. Entonces, desde esa perspectiva, la zeolita es una superbuena
aspirina, pero es aspirina al fin y al cabo. ¿¡Cómo es posible que los médicos alópatas aún sigan negando la relación entre el cuerpo y la emoción!? Es ridículo.

Entonces el trabajo de (Ryke Geerd) Hamer abre las puertas para que nosotros, desde la ciencia, entendamos la relación
de todo el ser, y se le dé a él el reconocimiento
que merece”.

Artículo publicado originalmente en la Edición 159 de El Guardián de la salud, en agosto del año 2017

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Renata Bravo: “Siento que le estoy ganando a la vida, que soy la que va a ganar este reality ”

A sus 42 años, esta actriz, comediante, locutora de radio y panelista de televisión, madre de dos hijas, se reconoce como una firme creyente de que la realización personal y profesional es clave en la salud y el éxito. Temas que aborda con su característica locuacidad en esta entrevista exclusiva con “El Guardián de la Salud”.

 

Por: Antonio Muñoz B., Periodista PUC y
Gonzalo Carrasco, Director de el guardián de la salud

Agosto, 2017

¿Es efectivo que le temes a la enfermedad y a la pobreza, como has declarado en algunos medios nacionales?

“Parto diciendo que soy una persona superfeliz y creo que la vida ha sido realmente muy generosa conmigo, incluso con la profesión que elegí, como si hubiese sido tocada por una varita mágica. Mi mamá dice que, cuando yo era chica, me  preguntaban qué quería ser cuando grande y yo contestaba  actora”, ni siquiera actriz, porque no tenía idea de dónde venía esa palabra. No tenía ningún familiar que lo fuera. Pero en mí había algo que me impulsaba a estar actuando todo el tiempo. Y lo mantuve durante toda la vida. Nunca quise otra cosa que no fuera eso. Siento que eso es divino y soy absolutamente feliz con mi profesión. Vibro con lo que hago todos los días. Entonces, me pregunto, me cuestiono, ¿cómo hace la gente que trabaja sólo para llegar a fin de mes en una ocupación que te genera lucas para comer, pero que no te aporta nada para tu
vida? Desde esa pregunta, me parece que está todo mal, porque ¿cómo una persona que trabaja sólo para tener que comer va a poder ser feliz, si no está haciendo lo que realmente la hace feliz? Hoy, a mí me preocupan mucho los jóvenes, porque siento que, cada día, tienen menos aspiraciones y sueños que cumplir, menos deseos de realizarse. El sueño de toda mi vida
fue ser actriz, actuar, estar arriba de un escenario. Entonces era un sueño tan latente, que todo lo que yo hacía era para lograr ese objetivo. Todo. Entonces, no entiendo cómo una persona vive sin un objetivo que cumplir”.

 

¿Y sobre la enfermedad, qué nos puedes decir?

“Mucha gente dice ´Ay, por ti no pasan penas´. Me pasa lo mismo que a cualquier otro ser humano. Pero tengo esta herramienta, que es mi trabajo, que me saca de esos momentos. Primero, como amo tanto lo que hago, si estoy enferma, no lo puedo hacer. Y cuando he estado enferma, no he podido trabajar y ahí me encuentro con el lado más oscuro de mí misma, que es la frustración, la rabia, la pena. Todas las cosas malas que tiene un ser humano vienen a mí cuando estoy en un estado de no poder hacer lo que amo. Si yo no tengo  trabajo, no quiere decir que me voy a morir de hambre, quiere decir que no estoy cumpliendo con mi felicidad. Entonces, a esas dos cosas le tengo pánico, porque sé que me tirarían al fondo del hoyo”.

 

Recientemente, tuviste una complicación de salud por lo que te asesoraste con una iridóloga. Cuéntanos esa experiencia.

“Hace 9 meses, empecé a sentir síntomas de embarazo, aunque sabía que no lo estaba. Tenía náuseas, malestar. Entonces, me dije: ´¿Qué hago?´. Y ese es el problema de la medicina de hoy. ¿Se acuerdan que, antes, todas las familias tenían un médico de cabecera? Yo tenía al doctor Sergio Araya, el ´chico´ Araya. Entonces, mi mamá lo llamaba: ´Chico, tengo a la Renata enferma´. ´Ya, después de la consulta me paso para allá´. Y llegaba el doctor con su maletín a la casa. Benzetacil
para allá, Neurobionta para acá, la otra cosa para allá y la otra para acá.

Y era médico general, no tenía una especialidad. Finalmente, te daba una respuesta o te mandaba a hacer una lista de exámenes. Hoy, uno tiene que ser su propio médico en la casa. Porque, con esta sintomatología, ¿a qué médico voy si tengo náuseas? ´Ya, voy al gastroenterólogo. Pero, ¿qué le digo al gastroenterólogo? Mejor, voy primero al ginecólogo´. Fui y me preguntó qué tenía. ´Náuseas´. ´Ah, pero ¿no estás embarazada? Entonces, te voy a hacer la mamografía y el Papanicolau.´. Listo. Otro día más para los exámenes. Otro para llevarlos. Ya tenía casi un mes entre todas esas cosas, para que después me dijera: ´Ya, chiquilla, tienes bien el Papanicolau, tienes bien la mamografía. No, no es por acá tu malestar´. ´Ya, pero ¿qué
hago?´ ´Yo que tú, le pido hora a un gastroenterólogo´. Vamos donde el gastroenterólogo. ´Mira, la verdad es que no te encuentro nada. Tendría que hacerte más exámenes´. Que la endoscopía, que la colonoscopía, manguera por la boca, manguera por este otro lado. En definitiva, una vuelta más larga para llegar a un hepatólogo, que es un especialista en el hígado.

No quiero hablar mal de los médicos. Ojo. Pero esta es mi historia personal. Ahí pasó lo de la iridóloga. Llega al programa y yo me dije: «¡Tate!, le voy a preguntar a ella. Oye, tú me puedes echar una mirada, porque estoy hace tiempo con este síntoma de náuseas». «Ya, ven para acá». Todo, en comerciales. A lo más se habrá demorado 30 segundos. Me dijo: «Tú tienes el hígado inflamado». Y listo. Me mandó a hacer un examen y ¿cuál fue el resultado?: hígado inflamado. Me dio
unas gotitas de homeopatía, que me hicieron superbién. Pero lo verdaderamente importante es que uno tiene que buscar de dónde viene esa dolencia. No es tratar de que no me duela más, sino buscar la respuesta a por qué me duele. Y tiene que ver con los miedos. No se trata de tener un paciente 15 minutos al frente y decirle: «¿Qué te duele? Tómate esto». Es preguntarte,
es escuchar al prójimo. Ahí está la respuesta: comunicarse, que es lo básico. Cuando tenía esa sensación de náuseas, me dije: «Para que cambie algo, hay que hacer cambios en uno. Entonces, ¿qué estoy haciendo mal?» Y me puse a pensar. Cuando estuve tan bien en mi vida, cuando era esa Renata que estaba en templanza, ¿qué hacía yo? Hacía yoga. Concluí que debía regresar, porque me hacía muy bien. Y volví, pero esta vez al yoga Bikram, con calor».

 

A partir de este retorno, ¿notaste cambios en tu vida?

«Mira, creo que estando en la segunda clase, hicimos una postura que es abrir el pecho, con la cabeza hacia atrás, que es una de las que más cuesta por el significado que tiene, que es que te salgan todas tus emociones y, muchas veces, hasta te dan ganas de llorar. Justo ese día, yo estaba un poco afligida porque estaba pidiendo obligatoriamente un crédito hipotecario a un banco, un tema bien desagradable porque estaba complicada de lucas. Estaba con esto –sé que todo el mundo debe plata, pero a mí me carga–, de si lo pido o no, y de repente se me pasa por mi cabeza el juego Metrópolis. No sé por qué se me viene ese pensamiento, porque en el yoga uno tiene que estar aquí y ahora. Pero, en vez de luchar contra este pensamiento, lo acepto y digo: «¿Qué hacíamos con el Metrópolis? Comprábamos casas, vendíamos casas». Y me dije: «Es un mensaje, en el sentido de que la vida no es más que un juego». Te juro que salí de esa clase diciéndome: «¿Qué son las deudas, qué es la plata, qué es la gimnasia bancaria, qué es el estrés? Esta vida no es más que un juego». Y me empezó a cambiar la perspectiva, el nivel de angustia que tenía, el nivel de estrés. Todo se fue, se evaporó. Y ese mismo día se lo
conté a una compañera de Morandé con compañía. «Pao (Paola Troncoso), fíjate en lo que descubrí». Y sentí que le abrí los ojos. Compartimos el mensaje entre las que estábamos ahí y empezamos a descubrir que nosotros vivimos en un reality y que hay gente que nos está mirando, que somos como ratones de laboratorio, en el sentido de descubrir quién se estresa
más con subirse al Transantiago, quién se estresa más con no llegar a fin de mes, quién se estresa más con todo. Entonces fue como «Te pillé el juego, compadre. Conmigo no vas a poder´. Y no me estoy volviendo loca.

Siento que le estoy ganando a la vida, que soy la que va a ganar el reality. Esa es la sensación que tengo, que pillé el meollo del asunto, es un juego y nada es tan grave. Y, en la medida que lo comparta, más daño le hago a los que nos están observando, porque  la idea era que no los pilláramos. Entonces,  cuando alguien me tira una pachotada y me dice, «Oye, yo estaba primero, qué te pasa con tu cacharro», yo digo: «Ah, ese no está cachando el juego de la vida». Y se me hizo tanto
más simple seguir viviendo”.

 

¿Dirías, entonces, que la iridóloga te ayudó a sanar?

“Ella me dio a tomar unas gotitas de homeopatía que son especiales para el hígado y, además, sentí que tenía mucha rabia, porque mi primera reacción frente a la frustración era rabia. No era ni pena ni angustia, sino rabia. Justo al programa, que es mágico para mí, fue un terapeuta que hace flores de Bach. Tenía todo su arsenal consigo, con su maletita, con todas las esencias. Empezó a explicar de qué se trataba cada una. Por ejemplo, para el amor, yo mezclo esto con esto; para los dolores de cabeza, mezclo esto con esto. Y yo le pregunto: ‘¿Hay algo para la rabia?’ ‘Para la rabia, la flor de no sé qué’ ´’Ah, ¿en serio?’ ‘Toma’. Y lo preparó ahí mismo y me dio el frasquito. Cuatro gotitas cada cuántas horas. Te juro que esos
primeros días andaba con el frasco pegado. Y se me quitó la sensación de rabia. También les doy a mis hijas, Sara y Estela, cuando están mañosas. ‘Ven, ven, remedio para la rabia’. La homeopatía me funcionó perfecto”.

 

¿Cómo llegaste a ser rostro de la marca de productos naturales Salus Floradix?

“Hace un tiempo, anduve un poco baja de ánimo, algo raro en mí. A las 3 de la tarde, me quería ir a acostar. Paro en un semáforo. Para una micro al lado que tenía la publicidad de este suplemento. Lo veo. En la publicidad, aparecía una mujer como muerta de sueño, igual a mí. Era como si yo me hubiese visto en un espejo, que era la micro, y ella era yo. Decía: ´¿Estás cansada, estás fatigada?´. Y pum, partió la micro y no alcancé a ver el nombre del suplemento. Fui a una farmacia
a buscarlo y no estaba. Agotado. Me fui para la casa, pensando en que me lo quería tomar. No recuerdo si ese mismo día o al día siguiente, me llega. Me habían escrito en mi cuenta de Instagram: ´¿Te puedo enviar un regalo?´ ´Lógico´, respondí. ¿Y adivinen lo que era? Una caja de todos los productos de Salus Floradix para mis hijas y para mí. Lo malo es que mi marido comenzó a tomarlo conmigo, entonces se me acaban a cada rato. Pero con esto de andar vibrando en la espiral de la energía positiva, de la buena onda, versus la energía negativa, siempre tengo. Si afirmas: ´Quiero esto. Voy a ir para allá´. Te va a resultar, porque la vida es mágica y lo compruebo todos los días”.

 

¿Qué hace Renata para cuidarse y no enfermarse, además de tomar suplementos con vitaminas y vivir la vida como un juego?

“Primera cosa, en la medida de lo posible, tratar de hacer lo que me apasiona, que es actuar o comunicar, porque también trabajo en radio, en el matinal de La Red, en el programa del Kike, en el teatro. Segundo, tengo un secreto que me resulta superbién, que es proponerme metas. Como soy de agenda, me organizo el día antes: mañana, médico de tal a tal hora y en
tal parte; a tal hora, en tal otra parte; después, dónde voy y cómo me voy. En el fondo, visualizo mi día, lo que
hago desde el año 1, desde el colegio.

Siempre dentro de esta organización, pongo algo que quiera hacer con todas las ganas. Son cosas sencillas, como pintarme las uñas, tejer, leer un libro, ir al cine, juntarme con una amiga. Todos los días en mi vida tiene que haber un momento para hacer algo que me encante. Entonces, cuando hay momentos que no me gustan mucho, sé que va a venir el momento que me va a encantar. Es como el recreo. Estoy todo el tiempo vibrando para llegar a ese momento. Tercer secreto, nuevamente en la medida de lo posible, puesto que sé que el tiempo apremia, una prioridad es hacer ejercicio físico. Y lo que a mí me resulta, lo cual no quiere decir que a las otras personas también, porque la energía de cada ser humano es distinta, es practicar yoga Bikram, que es con calor, porque salgo supertranspirada, quemo calorías y renuevo todo mi sistema circulatorio, boto todas las toxinas. Y me ayudo con todos estos suplementos adicionales, porque que hay que echarle una ayudadita al cuerpo. Tomo además aceite de coco, que se lo copié a la Vanesa Borghi. Un día le dije: ´Vane, dame sólo un tip de belleza, sólo uno´. ´Aceite de coco´, me dijo. Y partí inmediatamente a comprarlo. Y fíjate que me ha resultado muy bien para la digestión, para el pelo, para las uñas, para la piel. Se puede tomar en líquido –a cucharadas– o en cápsulas. Yo lo tomo en cápsulas, 4 cada mañana. Además, tomo colágeno; tomo mucho líquido, por lo menos dos litros al día, pero de
té y bebidas en base a aloe vera, porque no me gusta el agua”.

 

¿Qué otros alimentos están prohibidos en tu alimentación?

“Nunca he tomado bebidas gaseosas, salvo que me la des como piscola, porque se me cierra la tapita de la epiglotis. Nunca he hecho dieta, aunque trato de cuidarme. Antes comía lo que estuviera al alcance de la mano. Ahora, en cambio, privilegio
mucho comer ensaladas, me encantan, me fascinan. En vez de una parrillada, prefiero una ensalada rica, con aceitunas,
aceite de oliva, champiñones, palmitos, repollo, lechuga. En la hora del té, que para mí es fundamental con mis hijas, me siento a mi mesa con un vaso de café con leche, cortado con leche de almendra, que me encanta, y unas galletas de salvado de trigo con palta. Me encanta la palta. Creo que me como unas tres al día. Una vez, mi papá me dijo: ´Como no sé cocinar nada, voy a la feria a comprar plátanos y paltas. Y, cuando me da hambre, agarro el platanito, lo abro –no necesito tenedor
ni cuchillo, tampoco lavarme las manos–, me lo como, es más rico que la cresta y saludable. Termino, boto la cáscara y sería todo. Lo mismo con la palta´. Y está más sano que todos nosotros juntos. Entonces yo dije: ´Claro, vienen de la naturaleza, están hechos para eso, son fáciles de comer, son muy ricos; algo bueno tienen que tener´».

Entrevista publicada originalmente en la Edición 159 de El Guardián de la Salud, en el mes de  Agosto del año 2017

‟Puede ver la entrevista completa con Renata en nuestro canal de Youtube en el siguiente link:
https://youtu.be/4bZ-0dbAK6w”

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Agua de mar, fuente de vida

Gratuita, relativamente al alcance de la mano y, lo que es más importante, milagrosa para la salud de las personas. Así lo evidenciarían los estudios científicos que, hace más de un siglo, se desarrollaron en Europa y que han tenido tímidamente eco en Hispanoamérica.

 

Por Antonio Muñoz B. Periodista / Licenciado en Información Social PUC

 

Quizás a pocas personas les resulta familiar el nombre de René Quinton o de Otto Heinrich Warburg. El primero, de origen francés, logró notoriedad gracias a su teoría de que el mar era el entorno natural en que se desarrollaban las células animales y de que cualquier alteración de estas, como por ejemplo el cáncer, era producto de un desequilibrio. En tanto, Warburg, de origen alemán, tomó como referencia los trabajos de Quinton para estudiar el metabolismo de los tumores y la respiración celular, especialmente de las células cancerosas, ganando el Premio Nobel en 1931.

Desgraciadamente, los aportes que ambos realizaron en cuanto al tratamiento del cáncer u otras enfermedades por medio del agua de mar fueron condenados al olvido por sus pares, ya que iban en contra de la industria farmacéutica. Eso, al menos, hasta hace pocos años, cuando la doctora de origen catalán María Teresa Ilari retomó esta misma senda en Nicaragua, país
donde se radicó hace alrededor de 30 años. “El agua de mar es potable, ingerible  benéfica para tratar enfermedades y mejorar la desnutrición, ya que contiene ácidos nucleicos, ADN, minerales, grasas, proteínas, plancton, huevos y larvas de peces, cadenas de carbono, virus y bacterias, vitaminas y aminoácidos”; declaró hace dos años en un portal de Internet.

En Chile, tiene varios seguidores. Entre ellos, José Vallejos, dirigente del Comité por el Agua de Villa Alemana, cuya pareja, María Elena, es sobreviviente de un mieloma múltiple. ¿Cómo llegó a lo que parece imposible? Según su relato, gracias a las redes sociales fue “bombardeado” con información sobre tratamientos complementarios, uno de los cuales era con agua de mar.

“Motivado por un amigo, comienzo a investigar y voy dándome cuenta de la certeza que tiene René Quinton con sus tratamientos en base a agua de mar, que, en el peor de los casos, si no puede curar el cáncer u otras enfermedades –como alcoholismo, alergias, anemia,  artritis, asma, tiroides, colesterol, desnutrición y diabetes–, al menos puede aliviar los síntomas”, relató en entrevista exclusiva con El Guardián de la Salud.

Supervisado por la Dra. Ilari, tanto José Vallejos como María Elena ingieren a diario medio litro de agua de mar, distribuido en distintos horarios a lo largo del día y bajo la siguiente fórmula:

200 cc de esta diluida en 600 cc de agua potable hervida y a temperatura ambiente. La nueva infusión se puede beber sola o, para quitarle lo salobre, mejorada con rodajas de limón o con hojitas de menta, también en jugos a base de frutas y verduras.

Dato clave: es almacenarla en envase de vidrio.

“Mi amigo José Frías consume agua de mar hace más de cuatro años. Él mismo la trae en bote desde mar adentro, frente a Viña del Mar. Luego, hacemos la purificación del agua con unos filtros especiales y la preparamos, según las pautas de la doctora Ilari, quien ante el mieloma múltiple me dijo: nada de quimioterapia, solo agua de mar y cambio de dieta. Y así lo hicimos. Y hoy mi compañera está curada”, enfatizó el activista medioambiental de Villa Alemana.

Artículo originalmente publicado en Julio del año 2017 en la edición 158, pagina 18 de El Guardián de la Salud. 

 

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Entrevista a Jorge “Chino” Navarrete: “El juego de la vida consiste en saber jugar las cartas que tengo en la mano”

Diagnosticado con cáncer de próstata hace 9 años, y en etapa terminal hace casi dos, el humorista chileno ha sabido torcerle la mano a la enfermedad gracias a su actitud que combina conceptos como armonización y sincronía. En entrevista exclusiva, nos cuenta cómo ha superado esta complicada etapa de su vida y cómo vive en la actualidad, dedicándose incluso a escribir libros testimoniales.

Por Antonio Muñoz B. Periodista / Licenciado en Información Social PUC
Fotógrafo: René Díaz S. 

01 de Julio 2017

Aunque al humorista chileno Jorge “Chino” Navarrete se le recuerda por una celebrada carrera profesional en la industria del
espectáculo y del entretenimiento, en su vida privada ha sabido de grandes dolores de los que se ha sobrepuesto gracias a la misma entereza con que hoy asume el cáncer de próstata que le aqueja desde 2008. La misma con que, recientemente, afrontó también su separación luego de 39 años de matrimonio. Pero él está convencido de que todo debe aceptarse de la mejor forma posible, viviendo cada momento en su máxima intensidad, porque de eso se trata la vida.

¿Cómo asumió el diagnóstico de cáncer a la próstata?

“Yo no tengo mucho recuerdo de eso, porque nunca me impacto por las cosas ni buenas ni malas entre comillas. El bien y el mal son apreciaciones que están en la mente de los seres humanos. Lo que es bueno para unos, es malo para otros. Por lo tanto, uno puede regular esas cosas, no son determinantes, aunque por supuesto las cosas buenas que le pasan a uno están en la norma de sentirse bien y, las cosas malas, dentro de la norma de asustarse frente a ciertos riesgos. Pareciera ser que yo tengo la facultad de no estar en ese límite del bien y el mal. No obstante, tengo que decir que me pareció extremadamente irresponsable el impacto que sentí por las decisiones del médico. Creo que cometieron un “trasca”, como le llaman los médicos, y resulta que ahí me encontré con una mala sorpresa que el doctor que me operó no me propuso hacerme una biopsia primero antes de la RTU (Resección Transuretal de la próstata), que es una operación de la cúpula de la próstata.
Estaba frente a un “diostor”, porque él apeló a que él todo lo podía y que, bajo la mirada sin confirmación, yo no tenía cáncer y que me iba a ir regulando con los propios antígenos”.

¿Por qué cree que se enfermó de cáncer?

“Pienso que nosotros somos la parte y el todo en este universo; por lo tanto, nosotros contribuimos a exacerbar estos defectos de carácter, estas enfermedades y todo lo que nace y proviene de este forado llamado miedo, de esta ausencia del amor incondicional. Pero también arrastramos el lastre que viene en la especie humana, que se comunica a través de los genes, de la herencia. Por ende, nosotros tenemos varias formas de recibir y hacernos cargo de estas disfunciones de la especie humana que son propias del mundo que no es, no del mundo verdadero o real. Uno hereda y está viviendo hoy en un contexto en que se enferma o es desactivador.

Creo que yo soy un tipo al que le ha tocado vivir no solamente enfermedades, sino que circunstancias en las cuales he
debido desactivar esa baja energía, o elevar esa baja energía a niveles normales en enfermedades donde a una persona
le va a costar mucho enfrentarlas con contento, con felicidad y con amor.

Ya me tocó una anterior, una mielitis transversa, donde los médicos me preguntan por qué no estoy parapléjico. Lo único que puedo responder es que estoy aquí, paradito, y que cuando enfrenté la mielitis transversa «estuve muy contento, estuve muy feliz”.

Luego de someterse a la RTU de próstata y a la prostatectomía radical, el humorista ha seguido tratándose en el Instituto IRAM. Si bien es enfático en afirmar que no sabe si revirtió el cáncer, sí está seguro de que, desde que le diagnosticaron la metástasis hace dos años, sus antígenos han pasado desde los 2202 a 006, marcando en el intertanto 125 y 280.  ¿La clave para esta disminución en el conteo?:

“Lo primero es que nunca tuve una alteración en el estado de ánimo, a pesar de que tuve dolores al principio. Nunca tuve miedo. Nunca sentí que tenía que ser la estatua inamovible de una casa donde todos vienen a verlo a uno porque se va a morir. Nunca usé conmiseración. Siempre reuní a mi familia –en ese tiempo estaba con ellos– y les manifesté que yo iba a vivir una experiencia estoicamente, contento y feliz. Ya había tenido otras experiencias que habían indicado que se podía y había conversado principalmente con colegas muy aledaños a lo espiritual, quienes me habían dicho que hay otras formas para desactivar las energías densas de las enfermedades en la especie humana”.

Usted rechazó el tratamiento con quimioterapia. ¿Cuáles fueron sus motivos?

“Cuando enfrentamos nuestros procesos, y echamos una miradita y culpamos al mundo de lo que nos pasa, y nosotros no nos hacemos cargo de lo que cooperamos a nuestra especie, a esta totalidad magnificente, omnipresente y toda poderosa, entonces mi computador biológico me dice lo que debo y lo que no debo hacer a través de mi aparato sensorial. Y como tengo un amor entrañable por los agentes de vida, y las células son agentes inteligentes, yo no puedo bombardear discriminadamente, porque me imagino que estoy bombardeando ciudades, incluso si fuesen millones de células nocivas. Hacerlo, sería como ir a bombardear, por ejemplo, esas personas que tienen hambre. Por eso, amo mi cáncer”.

¿Recurrió entonces a terapias alternativas?

“Para justificar y avalar lo que yo heido haciendo en mi vida, me remito al nuevo paradigma científico que se llama paradigma de la complejidad, porque manifiesta que todo está unido. Volvemos a la totalidad, a esta convergencia de sistemas y a que la fuerza de cada cual está dada, y debiese estar dada, en la realidad del ser por la armonía nuestra y la sincronía de la totalidad. O sea, yo armonizo y la totalidad me sincroniza lo que deba.

Así ocurrió con el kalanchoe, que me llegó por sincronía y no porque yo lo haya buscado. Afortunadamente, tengo a mi alrededor personas que me quieren mucho, como yo quiero al mundo, y tengo una comadre chinita que empezó a buscar para su compadre cosas que le hicieran bien. Un día, cuando ya me habían diagnosticado el cáncer como terminal, mi familia me hizo un cumpleaños en un local cercano a mi casa, que más parecía una despedida. Lo pasé muy bien. Y la dueña del restorán pidió la palabra al final y dijo: “Don Jorge, yo lo aprecio mucho y le tengo un regalo”. Y traen de adentro un macetero precioso con kalanchoe. Entonces yo dije: “Tengo que tomar kalanchoe”. Y cuando a mí se me está acabando, siempre la vida me provee sincronizadamente”.

¿Como una forma mágica de recibir lo que necesita?

“La vida o la totalidad se encargan de entregarle a uno lo propicio, lo que necesita. Por ejemplo, estuve en las bodegas de un barco con rumboa Pisagua. Teníamos mucha hambre y pensábamos que nos iban a tirar al mar. Y nos dijeron que no, que íbamos como prisioneros de guerra, lo cual nos puso muy contentos porque de cadáveres pasamos a prisioneros de guerra. ¡Es una ganancia muy grande! Así es que yo me subí al entrepuente y me puse a contar a mis compañeros los mismos chistes que contaba en la universidad. De repente, volvió el capitán del barco y nos dice: “Señores, este es un barco mercante y, cuando anuncié a la tripulación que ustedes iban a Pisagua, la tripulación de este barco me llamó para decirme
que va a ceder sus onces para ustedes”. Nos trajeron el café aromático en un balde y los sándwiches de jamón con queso, así es que celebramos la vida en ese momento, porque había algunos con hasta 72 horas sin comer. Y esto fue posible solamente por un efluvio del amor”.

Otras terapias complementarias : Como consecuencia de esta actitud de armonización y sincronía, Jorge “Chino” Navarrete confiesa que también llegaron a sus manos terapias complementarias basadas en el consumo de la graviola del Amazonas y de  a cannabis. En el primer caso, fue gracias a una periodista muy cercana. En el segundo, en tanto, a través de una amiga que se la recomendó en gotas. Tanto confía en la cannabis, que incluso –cuando tiene– regala frascos a quienes se atienden con él en su consulta particular, en el mismo departamento de Ñuñoa donde ahora vive solamente junto con su perro, Merengue. 

Reconoce, asimismo, el valor tanto de la medicina convencional como de la complementaria, teniendo sin embargo una postura crítica respecto de la primera:

“Desgraciadamente, ha sido sintomática y en eso yo tengo que tener mucha  precaución, porque atacar el síntoma no es la solución. Nosotros somos una integridad; entonces, el que se ataque el síntoma y se deje pulsando la causa de las cosas, no tiene ninguna validez”, enfatiza. Y agrega: “El problema emocional es el causante de los problemas en la política, en la economía, en la religión, generando las desarmonías provenientes del miedo,
que es la raíz. Entonces, ¿cómo voy a tapar el sol con un dedo? ¿Cómo voy a decir que no tiene que ver? Y tiene que ver con mi enfermedad”.

¿Qué diría a las personas que están padeciendo una enfermedad como la suya?

“Les diría que la muerte en sí no existe. Hay término de un proceso. Y de un proceso que no es tan feliz que digamos.
Entonces, hay que perder el miedo. Atrévase a perder el miedo y viva. ¡Viva lo que tiene que vivir, sin miedo y sin culpa. Vívalo! No esté pensando en el dolor. No esté pensando en un montón de cosas que son invenciones del albergue transitorio llamado mente.

Nosotros venimos a desactivar todo el lastre que arrastramos del error humano. Dese esa oportunidad de desactivar. Dese la oportunidad de ser imagen y semejanza de lo divino. Ensaye ser esta suerte de chispa divina que tiene todo el poder para serlo. Hágalo con entusiasmo. Hágalo con amor.

El miedo es difícil combatirlo de un momento para otro, así como así, pero use una postura divina que es el valor para hacer las cosas. Y disfrute mientras viva, amando y amándose a sí mismo en primer lugar, porque esa es la energía. Yo no estoy hablando ni de religión ni de misticismo. Estoy hablando de ciencia. No rechace el momento que le toca vivir, porque no le podemos cambiar ni una coma. Entonces, si usted trata de vivir en lo hipotético, está cometiendo el peor pecado que es no vivir su vida; el vivir en lo hipotético, cuando lo hipotético está flácido, no existe, no hay hipótesis. Usted vive en lo real; por lo tanto, el juego de la vida no consiste en que te salgan las mejores cartas, sino en saber jugar las cartas que tengo en la mano. Y las cartas que tengo en la mano son el proceso que tengo que vivir. Y lo voy a vivir hasta que se apague el último momento, hasta que me quede el último suspiro, porque voy a terminar viviendo para seguir viviendo”.

En la actualidad, Jorge “Chino” Navarrete alterna sus presentaciones en vivo –donde, además de sus rutinas humorísticas, también canta e improvisa con la atención de pacientes en su consulta privada (chinonavarrete@
gmail.com), dado que es psicólogo de profesión (UNIACC). Incluso, se da el tiempo para escribir libros. Tres, de hecho, los cuales se publicarían en el siguiente orden: “Dios ha muerto como creencia, Dios ha vuelto como
experiencia” (título tentativo), “La gran responsabilidad humana: ser feliz” y “Ángeles de mi doloroso amor”. Al respecto, comenta:

“No me complica trabajar en los tres simultáneamente, porque son temas distintos, a pesar de que siempre todo es integral. Para mí, lo anecdótico es riquísimo, porque si bien es cierto está lleno de dolor, de procesos cansadores al cruzar territorios de sombra y oscuridad, siempre aparece ese momento de alquimia, de resiliencia, de quedarse con ese sustento al final”.

Artículo publicado originalmente en julio del año 2017. Edición 158, paginas 4 -5 de El Guardián de la Salud.

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Pasteur vs Béchamp. Diez mil mentiras pueden ocultar una verdad

Por Ronald Modra Roberts / Fundador de El Guardián de la Salud.

Cuando una mentira puede crear billones de dólares y es enseñada a cada siguiente generación como un hecho, es un asunto bastante serio; es más, es un acto revolucionario confrontarla.

Incluso la peor mentira puede vestirse con un manto de respetabilidad si no ha sido públicamente expuesta por un tiempo considerable.

Hubo un tiempo en el que Pasteur no gozó del respeto divino concedido a él hoy, y en vez de eso, se le consideró un fracaso en casi todos sus experimentos, causando muerte e inmensas pérdidas financieras a aquellos que siguieron sus creencias. Actualmente, la teoría de los gérmenes de la enfermedad, incluyendo la vacunación y la intervención farmacéutica, ha sobrevivido para convertirse en la base de la industria de las enfermedades.

Es interesante notar que hubiéramos heredado un mundo muy diferente, si aquellos que estaban a favor de Béchamp hubieran podido ofrecer algo rentable al entonces emergente negocio con la enfermedad. En vez de eso ellos decían: «Es la salud de la célula lo que es importante, no los gérmenes».

Hoy, los gérmenes son importantes y la salud de la célula es tan poco importante, que ninguna universidad está dedicada a eso, mientras que se están invirtiendo billones para aprender todo acerca de los gérmenes y en esto tenemos éxito; sin embargo, ni siquiera sabemos cómo describir la salud, excepto como la ausencia de la enfermedad. Un mundo verdaderamente confuso, que se mantiene deliberadamente de esa forma.

Los gérmenes causan enfermedades

Podríamos haber evitado epidemias modernas de enfermedades innecesarias, como cáncer, diabetes, enfermedades cardíacas, si tan sólo la civilización hubiese seguido a Bechamp en vez de a Pasteur.

El trabajo del biólogo francés Antoine Béchamp (1816-1908) demostró que la enfermedad causa gérmenes; Louis Pasteur, contemporáneo de Béchamp (y su ex-alumno), anunció que sus estudios probaron que los gérmenes causan enfermedad. Un hombre ha sido olvidado por la historia; el otro se considera el padre de la medicina moderna.

El trabajo de Pasteur, al contrario del realizado por su profesor, encantó a la emergente industria de los fármacos.

“Si los gérmenes son atacantes externos que invaden el cuerpo, entonces podemos desarrollar y comercializar un arsenal sin fin de armas con las cuales matarlos. Pero, si el daño o desequilibrio con el cuerpo origina gérmenes, entonces nosotros simplemente debemos restablecer el equilibrio para quitar las condiciones de las cuales se alimentan los gérmenes”.

En vez de introducir veneno, necesitaríamos introducir solamente los elementos naturales faltantes.

La teoría de los gérmenes de la enfermedad de Pasteur, dio a luz la era farmacológica. Si la medicina hubiera adoptado la teoría de la enfermedad de gérmenes de Béchamp, y el trabajo subsiguiente de los doctores Brewer, Warburg, Pauling y otros, sería de conocimiento común que los síntomas de la enfermedad se previenen o invierten mediante la nutrición a nivel celular

Hoy en día, miles de investigadores y médicos saben que fuimos engañados, pero el resultado final ha sido tan catastrófico que hasta el concepto mismo de verdad, ha sido dañado momentáneamente mientras recorremos los siglos XX y XXI.

Hombres de aparente rectitud moral, tienen temor de admitir que ninguna cantidad de toxicidad puede sanar, y en vez de eso, siguen un credo que saben es errado.

Parece ser que hace un buen tiempo, cometimos el más increíble de los errores y y hombres conocedores y sofisticados morirían antes de admitir que han sido tontos y no reconocieron lo obvio. Ahora en el siglo XXI, un público iluminado y unos pocos investigadores valientes se atreven a liderar la exposición de un imperio mafioso, tan corrupto que ni siquiera le importa que todos hayamos descubierto la verdad.

Créanos -dice la industria fármaco-alópata- y nosotros limpiaremos nuestro propio actuar… de verdad.

Pero el imperio fármaco-alópata ya está en un avanzado estado de daño irreparable, ocasionado por varias generaciones de ignorancia, revestida de arrogancia.

No existen señales de un deseo genuino de reforma, y aquellos pocos que tratan de practicar la curación verdadera, son atacados viciosamente por sus propios pares. Hoy en día, es realmente un infierno tratar de practicar la curación real, ya que si usted no utiliza los venenos más tóxicos para aplicarlos donde es imposible que puedan curar, y a cambio usa un método alternativo natural, los otros médicos y la industria de los fármacos lo etiquetan de «charlatán».

Pasteur vs Béchamp

¿Será posible que una sociedad aparentemente avanzada pueda estar viviendo en un estado de total engaño, siempre tratando de lograr algo que está condenado al fracaso, simplemente porque no sabemos suficiente acerca de nosotros mismos como para tomar las decisiones correctas? Ciertamente se ve así en el área de la salud.

¿Será que aún viviendo en el siglo XXI, la industria moderna de la enfermedad entera descanse sobre una de las mayores mentiras del mundo? Los gérmenes causan enfermedad.

Antoine Béchamp (1816-1908)

El biólogo francés demostró precisamente lo contrario: la enfermedad causa gérmenes. Probó que «todas las materias orgánicas naturales (materias que vivieron alguna vez), protegidas absolutamente contra los gérmenes atmosféricos, invariable y espontáneamente se alteran y fermentan, porque ellas necesaria e intrínsecamente, contienen dentro de sí mismas los agentes de su espontánea alteración, digestión, disolución».

Bechamp pudo probar que todas las células del animal y de la planta, contienen estas partículas minúsculas, las cuales continúan viviendo después de la muerte del organismo y a partir de ellas, se desarrollan microorganismos. En su investigación, Bechamp fundó las bases para la comprensión del pleomorfismo (la habilidad de los organismos de cambiar).

Siempre que hay alguna cosa en la naturaleza que se está muriendo, comenzando a decaer, algo aparece y se lo come, puesto que sus partículas se convierten en microbios que salen de las células del tejido fino para limpiar cualquier toxina o materia en descomposición que se encuentra en el cuerpo. Para eso están los microbios (gérmenes). Son el resultado, no la causa de la enfermedad.

Las partículas más pequeñas

Mientras que una muestra de sangre, puesta en una placa de vidrio para observación microscópica (platina) envejece en uno o dos días, los pequeños organismos literalmente pueden verse moviéndose mientras salen de las células de la sangre, organismos que cambian a formas más degeneradas y más patológicas mientras avanza el proceso. Cuando el proceso de la descomposición o de la putrefacción termina, cuando no hay nada más que los recién formados virus, bacterias y hongos puedan comer, se destruyen, desaparecen, y vuelven a la forma que tenían. Se les puede observar haciendo esto a través del microscopio a x100 o más.

“Mientras que los microsomas de las bacterias destruidas también viven, lo que sigue es que estos microsomas son el final vivo de toda la organización celular que a su vez, se convierten en todas las cosas vivas, seres, órganos, todo. Son el fin y el principio de toda la vida física. Todas las células, órganos, todas las formas vivas se construyen a partir de estos pequeños cuerpos.” Antoine Béchamp

Cuando usted rompe un elemento en pedazos más y más pequeños, termina con un átomo de ese elemento. Cuando usted rompe la materia orgánica, la vida física, en pedazos más y más pequeños, termina con esta partícula, no importando la forma de materia orgánica viva con la que comenzó.

Los resultados del profesor Bechamp fueron enterrados, ignorados y alejados de las generaciones siguientes de estudiantes, que hoy en día ni siquiera saben que Béchamp era el científico superior que trabajaba con paciencia y orden en el laboratorio, mientras que Pasteur recibía los elogios por un trabajo que fue plagiado, y a menudo alterado, de la forma más anticientífica. Esto se descubrió cuando en 1901 sus notas finalmente fueron hechas públicas para que la gente las leyera.

Hoy hemos descubierto todo esto, pero una industria construida en base a Pasteur, no va a ceder terreno. En vez de eso, debemos trabajar en dos esferas diferentes.

Lo que descubrió Béchamp fue que las células de nuestro cuerpo no son atacadas por gérmenes externos portadores de enfermedades, como sugiere la teoría de Pasteur, sino que nuestras células se deterioran, degeneran y dañan por el estrés de la vida diaria o por toxinas introducidas (físicas o químicas) y se degeneran hasta un punto en que se debilitan, envenenan o enferman.

Bajo esta condición, aumenta su acidez, lo que destruye su propio tejido degenerativo, mediante el uso de lo que él llamó microsomas, siempre presentes en la célula.

Básicamente, Béchamp descubrió que la célula se autodestruye si se contamina o degenera. Pasteur dijo que los gérmenes externos entran al cuerpo y destruyen las células.

La teoría de Béchamp dice que si mantenemos la célula sana y fuerte, ésta se desempeñará bien, pero si no, esto permitirá que los pequeños microsomas, que reaccionan a las condiciones pobres de acidez de la célula, la fermenten o se la coman.

La teoría de Pasteur dice que sin importar si la célula es saludable o no, los gérmenes externos ingresan y causan la muerte o la contaminación de ésta. Esto fue aceptado inmediatamente como explicación para todas las enfermedades, y así crecieron las industrias gigantescas que conocemos hoy como drogas, medicamentos y vacunas. Junto con ellas, evolucionó la teoría de deshacerse de los síntomas, cortándolos, quemándolos con radiación o calor, y envenenándolos con sustancias tóxicas. Hoy esos métodos parecen haber alcanzado el máximo de lo que pueden ser aplicados y todavía siguen apareciendo las enfermedades que se supone nos traen los gérmenes, como si no se les estuviera tratando en lo absoluto.

Esto ha originado mucha investigación en nuestros tiempos debido a que se hace cada vez más obvio que utilizamos teorías erradas en la medicina actual. El descubrimiento más importante que la ciencia (hoy en día) ha hecho, es que las toxinas no curan. Parece ser que mientras más envenenamos nuestras células con curas químicas y contaminantes, más nos enfermamos. Muchos investigadores han vuelto a los descubrimientos de Béchamp y después de leer sus informes, descubrimos que conocíamos la solución, pero ésta había sido ocultada muy astutamente para que la industria de la enfermedad pudiera florecer, basada en la destrucción de los microbios sospechosos de causar enfermedad.

Sin embargo, las células no pueden resistir la enfermedad si se permite que se debiliten o envenenen. El método actual de tratar la enfermedad, es ignorar las necesidades biológicas o nutritivas de las células y al mismo tiempo, atacarlas con sustancias tóxicas, con la esperanza de que los gérmenes mueran y la célula viva.

Una célula con deficiencia de nutrientes es envenenada al mismo tiempo. Este es un procedimiento estándar.

El profesor Pierre Jacques Antoine Béchamp era médico, profesor de química y farmacia, y uno de los investigadores líderes del siglo XIX, el mismo período de Pasteur. Béchamp condujo experimentos que encontraron que la bacteria crece dentro del cuerpo como formas evolucionarías de granulación pequeñísimas que viven dentro de las células de todas las formas vivientes.

Llamó a éstas microsomas y creyó que podían encontrarse en todo tejido vivo sano. Estos microsomas son fisiológica y químicamente activos, y son los constructores de nuestras células, además de ser agentes de descomposición después de la muerte de una célula en nuestros tejidos u órganos.

Béchamp descubrió que los microsomas se desarrollaban a bacterias, cuando los tejidos del cuerpo estaban envenenados, dañados o imposibilitados de funcionar. De su investigación se desprende su declaración de que la bacteria es un producto de la enfermedad, no su causa.

La gente se enferma porque sus células están comprometidas, lo que las desequilibra y las hace susceptibles al crecimiento de la bacteria desde dentro, en lugar de ser invadidas desde el exterior, de acuerdo a lo que expresó Pasteur. Su filosofía se basó en la prevención de una invasión de bacterias desde el exterior del organismo, mientras que Bechamp se basaba en la prevención del crecimiento de las bacterias desde dentro del organismo.

Con el tiempo, hemos descubierto quién tenía la razón, pero una industria construida únicamente sobre sustancias tóxicas, que requiere una fortuna para permanecer viable, no va a cambiar o sacar sus garras de la billetera más grande del mundo.

El método de Béchamp nos habría permitido desarrollar la salud de la célula.

Pasteur nos ha permitido desarrollar todo tipo de toxinas para atacar los gérmenes invasores.

Las células sanas no necesitan ser protegidas por las toxinas.

Las toxinas ocasionan que las células sanas se enfermen, y como descubrió Bechamp, ellas se autodestruyen cuando ya no pueden funcionar.

“Si volviese a vivir, dedicaría mi vida a probar que los gérmenes buscan su hábitat natural, tejido enfermo, en vez de ser la causa de la enfermedad del tejido; al igual que los zancudos buscan el agua estancada, pero no son los causantes de los charcos estancados.” Rudolph Virchaw, padre de la patología

Incluso los grandes científicos de nuestro tiempo pudieron, en algún minuto de sus carreras, admitir que la medicina moderna ha sido llevada de paseo.

Pasteur, admitió al morir que: “Los gérmenes no son nada y el tejido en el que crecen , lo es todo”.

Las mentiras son un equipaje pesado cuando nos enfrentamos a la muerte, y el dinero ya no es más una motivación. Tampoco es un consuelo cuando se hace una sumatoria del sentido de nuestras vidas.

¿Cuáles son las diferencias básicas entre Pasteur y Béchamp?

Teoría de los Gérmenes – Pasteur
(tal cual se le enseña a los estudiantes modernos)

  • La enfermedad surge de microorganismos fuera del cuerpo
  • Por lo general, debemos resguardarnos de los microorganismos
  • La función de los microorganismos es constante.
  • Las formas y colores de los microorganismos son constantes
  • Cada enfermedad se asocia a un microorganismo en particular
  • Los microorganismos son los agentes causantes primarios
  • La enfermedad puede atacar a cualquiera
  • Para prevenir la enfermedad debemos matar a los microorganismos

Teoría celular – Béchamp
(como se le enseñó a Pasteur y a otros durante esta era)

  • Las enfermedades surgen a partir de microorganismos dentro de las células del cuerpo
  • Estos microorganismos intracelulares normalmente funcionan para construir y ayudar en los procesos metabólicos del cuerpo
  • La función de estos organismos cambia para ayudar en los procesos catabólicos (desintegración) del organismo anfitrión cuando éste muere o es dañado, que puede ser tanto químico como mecánico
  • Los microorganismos cambian sus colores y formas para reflejar al medio
  • Cada enfermedad se asocia con una condición particular
  • Los microorganismos llegan a ser ‘patógenos’ mientras que la salud del organismo del anfitrión se deteriora. Por lo tanto, la condición del organismo anfitrión es el agente primario
  • La enfermedad se construye a partir de condiciones no saludables dentro de la célula
  • Para prevenir la enfermedad debemos crear salud

Leucemia infantil, prevención desde el embarazo y opciones de tratamientos

Por Paola Ramírez, Nt. en Medicina Biológico ortomolecular / Diplomado en Homotoxicologia y GNM

 

El término ‘leucemia’ (del griego leuco emia que quiere decir sangre blanca), denomina los tipos de cáncer que afectan a los glóbulos blancos (leucocitos). Es el cáncer más frecuente En los niños y se manifiesta en la medula ósea, produciendo grandes cantidades de glóbulos blancos inmaduros que no pueden cumplir adecuadamente la función de proteger al organismo puesto que son defectuosos.

 

En general, las leucemias se clasifican en agudas (desarrollo rápido) y crónicas (desarrollo lento). En los niños, aproximadamente el 98% de las leucemias son agudas y se subdividen en leucemia linfocítica aguda (60%) y leucemia mieloide aguda (38%). La forma linfocítica de la enfermedad se da con mayor frecuencia en niños pequeños, de 2 a 8 años, con una incidencia más marcada a la edad de 4 años. Sin embargo, puede afectar a personas de cualquier edad.

Síntomas

Los primeros síntomas de esta enfermedad son cansancio, falta de apetito, fiebre intermitente, sudoración nocturna, escalofríos, disminución  importante del peso, molestias articulares y en algunos casos, inflamación de gangleos. A medida que avanza el cáncer interfiere en la producción de otros tipos de células sanguíneas y aumenta el riesgo de contrerinfecciones. Aparecen dolores en los huesos por la multiplicación de las células leucémicas en el sistema óseo, y anemia, con palidez, cansancio y poca tolerancia al ejercicio, fruto de la disminución de los glóbulos rojos. La reducción de las plaquetas provoca hemorragias esporádicas en encías, nariz, boca y en ocasiones de recto, aparición de manchas en la piel (petequias) y grandes hematomas por golpes leves.

 

Había sido un misterio hasta que se descubrió que una mutación genética origina la leucemia infantil. El desarrollo del cáncer requiere de dos mutaciones; una durante el primer periodo de gestación y otra durante sus primeros meses de vida, que podría ser desencadenada por una simple infección común. Cabe señalar que el 1% de los niños nacen con células pre leucémicas, pero de estos sólo un número muy reducido sufre la segunda mutación, desarrollando la enfermedad.

 

También podemos señalar el uso indiscriminado de rayos X y de algunas drogas, en niños y mujeres embarazadas, mala alimentación, como el consumo excesivo de azúcar y carbohidratos refinados (especialmente en niños) excesiva flourización del agua, exceso de sal, mal funcionamiento de la tiroides, deficiencias de vitamina C, D, hierro, vitamina B12 y ácido fólico, infecciones virales crónicas y propensión hereditaria.

 

Según la opinión alópata, en la mayoría de los casos, padres o hijos no pueden frenar los factores que desencadenan la leucemia. Para ellos sigue siendo un factor “al azar”. Pero para nosotros, que entendemos que el funcionamiento óptimo de nuestro organismo no es precisamente gracias a los fármacos, claro que hay esperanza en su prevención desde la gestación.

 

“Como en la medicina convencional  no sabemos en detalle el origen de la enfermedad hablamos con conjeturas, entonces el Dr. Hamer  viene y rescata esa diferencia de y entonces se menciona diferente a la leucemia. El Dr. Hamer dice que lo que para la medicina convencional son síntomas de leucemia (trombocitopenia, plaquetopenia, linfopenia, anemia y cualquier otra sintomatologia)  para la Ciencia Curativa Germánica son síntomas inequívocos de curación… Hamer dice que siempre la leucemia va a presentarse en la fase vagotónica o en la llamada fase de curación. Y esto es muy importante por que si la leucemia ya se encuentra en la fase de curación, seria absurbo, sería incongruente y hasta cierto punto criminal darle a una apersona quimioterapia o radioterapia a una persona que se está curando y pues lo digo sin tapujos ,  muy claro.” GS.

En el embarazo

*Evite la exposición prenatal a la radiación. En caso de que porte el gen, podría provocar su mutación.

* Procure llevar una alimentación saludable, rica en frutas, verduras y aminoácidos naturales, evitando Alimentos refinados, preservantes, pesticidas, colorantes, exceso de carnes, agua de la llave.

* Consiga una buena asesoría ortomolecular en suplementación, ayudará a que el sistema celular del bebé se desarrolle de manera óptima, previniendo la mutación celular y el desarrollo de la enfermedad.

Tratamiento

En 1990, el Dr. Matthias Rath presentó un nuevo enfoque de investigación para controlar el crecimiento y la diseminación de cáncer mediante el fortalecimiento de la integridad de la barrera natural de colágeno y tejido conectivo que rodea todas las células. Con el fin de diseminar a otros órganos, las células cancerosas  desintegran esta barrera de tejido conectivo con la ayuda de enzimas específicas. Para detener la desintegración incontrolada de este tejido, el Dr. Rath propuso el uso de componentes naturales como la vitamina C y el aminoácido L-lisina.

Esta combinación de nutrientes esenciales naturales se ensayó a fondo en el Instituto de Investigación de Medicina Celular Dr. Rath en los EE.UU., viéndose que presentan una sinergia biológica.

Aunque las células continúen produciendo elevadas cantidades de enzimas disolventes de colágeno, la Presencia de suficiente lisina impide que destruyan el colágeno. Sufrir una sobredosis de lisina es igual de imposible que sufrir una sobredosis de vitamina C. Nuestro metabolismo está acostumbrado a manejar grandes cantidades de lisina, pero la mayoría de las personas padece una deficiencia crónica de este aminoácido.

nota: Existen varios formatos de vitamina C, siendo los más comunes el ácido ascorbico (ácida) la cual no está recomendada en personas con problemas gástricos, y también el ascorbato de sodio (no ácida) no recomendable para hipertensos.

Por otra parte, la suministración de vitamina C (intravenosa) ayuda en la regeneración del colágeno y sobre todo, en la inducción de la muerte natural de las células cancerosas (apoptosis).

“La industria farmacéutica conocía estos datos, puesto que en algunos estudios se utilizaban derivados Artificales de lisina. Ahora bien, la perspectiva de poner fin al cáncer y a las demás enfermedades graves suponía, al mismo tiempo, la pérdida de los enormes beneficios recaudados por esta industria. Es por eso que se ha preferido ignorar este campo de investigación, a fin de no hacer peligrar el inmenso mercado de la quimioterapia y demás fármacos costosos” Dr. Matthias Rath

Plan de desintoxicación en base a una alimentación saludable

-Beber agua purificada para mantener las células sanas en un ambiente óptimo.

-Consumir zumos de hoja verde que son altos en clorofila.  Puede añadir a estos zumos fruta como manzana, la cual es altamente alcalina, en dosis de 250 ml, mínimo 4 veces al día. La clorofila detiene la proliferación de  células cancerígenas, inhibe su crecimiento y, además, es capaz de neutralizar compuestos cancerígenos como las nitrosaminas. Es un excelente reconstructor celular en caso de leucemia, al igual que el ginseng.

-Alimentos con hierro:  levadura de cerveza, polen, germen de trigo, garbanzos, nueces, almendras, pasas, avellanas, semillas de maravilla, coles, alcachofas, brócoli, moras y betarraga.

-Alimentos con L-Lisina: berros, espárragos, espinaca, legumbres (en especial garbanzos), quínoa y soya. Las carnes también son altas en este aminoácido, pero en este caso en particular deben eliminarse del plan de alimentación (pH muy ácido).

-Suplementación de vitamina C. Ésta, además de las funciones comentadas anteriormente, ayudará a alcalinizar el pH sanguíneo. El Dr. Frederick Klenner recomendaba megadosis de vitamina C intravenosa de entre 25 y 30 gramos diarios para frenar el avance de la leucemia y curar la enfermedad.

-El Aloe vera (sábila): Esta reconocida planta nunca dejará de sorprendernos; contiene un monosacárido llamado acemanano, un gran regenerador celular que interactúa con los glóbulos blancos (normales) en la destrucción de bacterias y células cancerígenas.

-Terapia hipertérmicas: Se utilizan las temperaturas altas (como un sauna) para regenerar las células dañadas y ayudar a la destrucción de las células cancerosas. Además mejora la irrigación sanguínea y la eliminación de toxinas.

-Terapia de amor:  Es la más importante. Recordemos que los sentimientos tristes contribuyen a agravar todas las enfermedades, especialmente en los niños. Necesitan de mucho amor y fortaleza de sus padres. Bésenlos, ámenlos, regalonéenlos el mayor tiempo posible, compartan un paseo sólo para tomar aire fresco. No es necesario el dinero en esta terapia, ¡es gratis! Nos la entregó la vida.

Este artículo fue publicado originalmente en la edición 88, pagina 6 de El Guardián de la Salud.

Sabemos la angustia que genera no conocer información detallada frente a situaciones como éstas, te invitamos a ver las entrevistas al Dr. José Galicia quién explicara de forma detallada el  PROGRAMA BIOLÓGICO DE LA LEUCEMIA. Tratamiento base y muchísima información más. Haz click en los siguientes enlaces de nuestro canal de youtube: 

LEUCEMIA PARTE 1: https://www.youtube.com/watch?v=hhPpBGxQlpU&t=96s

LEUCEMIA PARTE 2: https://www.youtube.com/watch?v=FzQB7Bnfjkk&t=3s

LEUCEMIA PARTE 3: https://www.youtube.com/watch?v=KuwK0GKSeL4&t=24s

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