Con más de cuatro décadas en televisión, Alfredo Lamadrid se ha ganado el reconocimiento público gracias a su carrera periodística y a un currículum que incluye, también, su paso por la actuación, la academia, el teatro y la dirección de diversos programas emblemáticos de la pantalla chica y hasta de una película, “Todo por nada”.
Incondicional de su esposa y de sus 3 hijos, se declara maravillado con la Internet y las redes sociales, renovándose gracias a su lema de que la vida comienza cada día. Y le queda cuerda para rato, adelanta este prestigioso profesional galardonado con innumerables premios y quien, aparte de seguir al aire en La Red, prepara nuevos libros que se sumarían a los dos que ya tiene en circulación, “Detrás de la pantalla” (Edimpres) y “Nada es como era” (Zig Zag).
Por Antonio Muñoz, Periodista PUC
Sabemos que no le gusta hablar de su edad. ¿Tiene conflicto con ese tema?
“Nunca digo mi edad. Es que yo creo que hay 3 edades. La edad psicológica, que es cómo uno se siente; la edad que se aparenta, que es la que uno demuestra, cuando la gente dice: ‘Este señor no tiene más de 50 o 60 años’; y la edad del carné de identidad, que es la menos importante”.
¿De qué edad se siente?
“Me siento con el alma muy joven, aunque el envoltorio se deteriore. Y tengo una creencia en mi vida que es clarísima: la vida empieza hoy, cada día”.
A su edad, ¿cómo se mantiene en buena forma y productivo?
“Como dice Mirtha Legrand, quien es una persona grande, porque a ella no le gusta que le digan vieja; prefiere que le digan
una persona mayor. En mi caso, me siento bien de salud; me gusta el trabajo que he hecho toda mi vida. Estoy empezando a
escribir otros libros, porque ya he publicado dos. Además, tengo algunas actividades empresariales en el rubro inmobiliario,
aparte de lo que hago en televisión. Paso mucho tiempo en mi casa, porque con el modernismo trabajo desde la oficina
que tengo en mi casa. Me conecto con la gente y con mis colaboradores a través de WhatsApp, y así vamos haciendo el
programa. No tengo interés en parar todavía. Me siento bien, cómodo, tranquilo. A mí, la televisión me parece como si fuera
mi casa porque llevo tantos años en ella; ¡45 años! Empecé el año 73, y me parece como si estuviera empezando”.
¿Sigue alguna dieta para conservarse bien?
“No, no. Como de todo. Pero nunca en exceso”.
Luce una piel saludable. ¿Algún cuidado en especial?
“No utilizo ningún producto. Cada cierto tiempo, Sonia Fernández me hace un tratamiento para la cara en su Centro de Salud y Estética, porque desde muy joven empecé en teatro, a los 20 años, y me he maquillado toda la vida. Entonces, la piel a veces se resiente”.
¿Toma suplementos vitamínicos para energizarse?
“Sí, unas pastillas que me trajeron de Estados Unidos, que bajan el colesterol porque ese es mi problema, lo tengo que estar controlando. Y, por orden médica, tengo también unas pastillas para el corazón y para las articulaciones, porque tengo hipertensión”.
¿Practica deportes?
“Desde joven. Hoy practico tenis y estoy empezando en yoga. Además, hago bicicleta 3 veces a la semana. Dicen que el ejercicio es básico para mantenerse bien”.
En otras palabras, mejora su calidad de vida.
“El ejercicio, sin duda, me da un tipo de bienestar. Me interesa mucho el yoga, aunque no podría decir que hago yoga, porque estoy recién empezando. He hecho 3 veces, 3 horas. Todo se empieza. Mi profesora es mi nuera, la polola de mi hijo mayor, Alfredo. Ella se dedica a eso, es su actividad”.
¿Es partidario de la cirugía estética para lucir bien?
“Creo que los artistas deben someterse a tratamientos para verse más jóvenes, porque resulta desgarrador ver, por ejemplo,
a un cantante que se ve muy mayor jurando y pidiendo amor a través de sus canciones. Por eso, ellos deben cuidar un poco su aspecto físico, al igual que los actores, para que puedan acceder a un buen papel. Así es que soy absolutamente partidario de que la gente que trabaja con su rostro o con su físico se haga cirugía y cuide su apariencia. Yo, ya no, porque se me pasó el tiempo”.
Antes de titularse de periodista en la Universidad de Chile, usted trabajó como actor. ¿Cómo llegó a las tablas?
“Cuando estaba en la Escuela de Periodismo, comencé a trabajar en la compañía de Lucho Córdoba (pseudónimo de Luis Alberto Garreaud Fernández), famoso actor peruano que se avecindó en Chile y que hacía comedia. Por esa época, estaba dirigiendo un espectáculo y un compañero de la Escuela, Federico “Perico” Gana, me dijo: ‘Mira, mi hermana está casada con el hijo de Lucho Córdoba. ¿Te interesa grabar con él?’ Entonces le dije que sí, porque era un actor conocido. Luego, Lucho Córdoba me vio dirigir y me dijo: ‘¿Por qué no me vas a ver un día?’ Y fui a verlo. Me preguntó si quería trabajar en teatro y,
la verdad, es que me interesaba, porque antes de ser periodista, quise ser actor. Pero, por diversas razones –mi familia y la incertidumbre laboral– me decidí por el periodismo. Me enamoré de mi carrera y nunca repetí un curso. Y estuve 2 años y medio, casi 3, trabajando de actor con Lucho Córdoba”.
¿Estudiaba y trabajaba en forma paralela?
“Pero, ¿qué es lo que era paralelo? ¡Vermouth y noche todos los días; y sábado y domingo, matiné vermouth y noche! Claro, y los otros días en la mañana ir a la Escuela de Periodismo. Y, de repente, una fotonovela. Entonces, faltaba a la Escuela, hacía la fotonovela y me iba al teatro. Cuando uno es joven, tiene más energía y tenía inquietudes de ese tipo. Lo curioso es que no tenía ningún pariente mío que estuviera relacionado con el periodismo o con nada del teatro”.
Actor, periodista, director, productor, escritor y profesor universitario. De todos estos roles profesionales que ha desempeñado, ¿cuál le ha dado más satisfacciones?
“El rol de Gerente de Producción y de Programación de lo que hoy es Chilevisión y antes fue Canal 11 de la Universidad de Chile, porque pude desarrollar muchos programas con otra gente. Hicimos el primer matinal de la televisión chilena, que se llamó Tele 11 al despertar; hicimos El club de los bochincheros, el Chilenazo y también 525 líneas, que era un matinal que se
transmitía los domingos en la mañana, con Juan Guillermo Vivado. Pude conocer Hollywood, Los Ángeles y Miami, donde viajaba a comprar películas y a pelear por los “envasados” buenos. Aprendí lo que son los envasados y cuánto influyen en la programación, etc. Me sentí muy realizado porque estaba en diferentes áreas. Era un gerente atípico. Iba a una comida y pasaba a las 2 de la mañana al canal a ver cómo iban las transmisiones. Estaba medio rayado con la cosa, jajaja”.
¿Cree que su forma de gestionar marcó un precedente en cómo hacer televisión en Chile?
«La verdad es que todo lo he hecho con mucho entusiasmo y con mucha pasión, cosa que se ha perdido, en el mundo moderno, en el periodismo. Lo hice lo mejor que pude, no más”.
¿Qué recuerda de su experiencia haciendo clases en la universidad?
“Muchas cosas. Me gustó mucho hacer clases. En Comunicación Audiovisual, hacía un ramo que se llamaba Televisión Profesional y, en Periodismo, hacía Entrevista Periodística. Esta experiencia se dio porque conocí a Andrés Guiloff, que
fue Director y dueño de la Universidad de Artes, Ciencias y Comunicación (UNIACC), quien me llevó a trabajar con él. Tengo muy buenos recuerdos de la UNIACC en esos tiempos, donde estuve 20 años. ¡Ojalá las personas a las que les enseñé algo hayan aprendido!”.
¿Cuáles son sus proyectos laborales para este año, aparte de su programa “Cada Día Mejor”, de La Red, con más de una década al aire?
“No hago muchos proyectos en mi vida, porque grandes proyectos son grandes decepciones. Y como la decepción es una prima hermana del estrés, entonces nunca me hago grandes ilusiones de que vamos a hacer esto o esto otro. Es indiscutible que también tengo que aceptar que estoy en el final de mi carrera, no en el comienzo. Siempre converso con la gente de La Red sobre algunas posibilidades de hacer alguna cosa. No me proyecto mucho en nuevas programaciones, pero tengo algunas ideas que estamos manejando. Cuando era más joven, cuando empecé en esto, quería hacer un programa de radio, un programa de televisión, una película y conducir, todo el mismo día y a la misma hora. Eso es algo absolutamente imposible. Ahora tomo las cosas con más calma. Ya tengo una situación económica formada. En todo caso, sigo en La Red con Cada Día Mejor”.
Respecto de sus libros en preparación, ¿cuándo tiene contemplado publicar?
“Cuando tenga un poquitito más de tiempo, porque me he hecho un partidario de la siesta, que antes nunca lo había hecho. Uno se llama Historias de mi vida. Es autobiográfico, pero no de esos que empiezan a contar: ‘Nací en tal parte…’. No, a nadie le interesa. Cuenta historias que tuve alguna vez con la CNI por ejemplo, o las historias de los clásicos universitarios, que hay dos mil, de las fotonovelas, del teatro, de la televisión, de los personajes que he conocido, de las discusiones que he
tenido con ellos”.
¿Qué personaje recuerda en particular?
“Recuerdo a dos. Julio Iglesias, con quien tuve una dificultad que derivó en una discusión. Por eso lo recuerdo. Resulta
que él me citó a las 6 de la tarde a su suite. Llegué a la hora con 2 fotógrafos de la revista Ritmo. Él apareció 25 para las 7. Estaba al lado, conversando con amigos y riéndose. Entonces, le pregunté si tenía algo en contra mío. Me dice: ‘Pero, ¿por qué?’ ‘Porque me has hecho esperar media hora. Yo soy un modestísimo periodista, pero también mi tiempo vale. Tú eres un cantante internacional muy famoso. Respeta para que seas respetado’. Estaba muy tostado. Y, la verdad, es que él se cortó bastante, porque no estaba acostumbrado a cosas de ese tipo. Al final le dije: ‘Si tú no quieres que te haga la entrevista, no te la hago y me voy’. Entonces, trató de culpar a la revista. Yo abrí un porta documentos y le pasé la revista del día siguiente, que salía el martes y esto era un lunes. Le dije: ‘Tú, que hablas contra la revista, vienes en la portada’. En resumen, hicimos la entrevista que yo titulé La vida es una carta por jugar. Volvió a Chile Julio Iglesias más en gloria y su representante me invitó a almorzar solo con él. También me dijo que mi entrevista había sido una de las mejores que le habían hecho. Y, durante mucho tiempo, Julio Iglesias me mandó tarjetas de Navidad y algunos regalos para Pascua”.
¿Y el otro?
“Sandro, que me pareció una persona muy sencilla, muy simple. Estuvimos conversando más de 3 horas. Me encantó. También su representante no me daba la entrevista, y pasaban los días. Llega Sandro (pseudónimo de Roberto Sánchez Ocampo) y me coloqué frente a él, cuando iba caminando hacia el escenario. Le dije: ‘Roberto, este señor que va a tu lado, Óscar Anderle, no me ha querido dar una entrevista contigo. Te pido que tú me la otorgues’. Entonces, él me respondió: ‘¿De qué medio eres tú?’ ‘Revista Ritmo’. Se da vuelta y le dice a Óscar: ‘La revista Ritmo nos ha ayudado mucho’. Y a mí: ‘Terminado el show, 30 minutos después te espero en mi suite, número tanto y tanto’. Y llegamos y nos atendió estupendo”.
¿Sobre qué tratan los otros libros en preparación?
“Cien cartas al Mercurio, publicadas y no publicadas, donde pienso incluir una carta mía que apareció el 1 de febrero donde hago una alabanza al Presidente Eduardo Frei Montalva, del que fui un gran admirador. Y el otro es Humanamente hablando. Personas y personajes, donde me refiero a cómo fue la trastienda del programa Humanamente hablando. De aquí puedo
adelantar que, cuando entrevistamos al General Gustavo Leigh, lo perseguimos durante 2 años. La productora, que es mi señora, Patricia Ojeda, lo buscó dos años hasta que consiguió la entrevista y fue la única vez que el General Leigh asistió a un estudio de grabación, porque siempre daba las entrevistas en su casa o en su oficina. También entrevisté a la señora Lucía Hiriart de Pinochet, quien se quería ir porque le molestó una pregunta que yo le hice sobre los detenidos desaparecidos. No recuerdo bien lo que me contestó, porque se corrió por el lado y justo ahí teníamos que ir a comerciales. En ese momento, ella quiso irse. Le dije: ‘Pero, señora, cómo se va a ir si estamos a mitad de la entrevista’. ‘Es que usted me está haciendo preguntas desagradables’. ‘Pero, por qué, si usted tiene que tener una opinión. Mire, en las preguntas y respuestas, siempre gana el que responde. Usted tiene todo el tiempo que quiera para contestar’. Entonces me pidió que sacara esa pregunta y yo accedí. Ese fue un momento difícil, porque estaba empezando en Mega y estuvimos unos 20 minutos conversando con ella hasta que aceptó seguir. Al otro día me mandó pedir la cinta para verla antes. Hubo otros personajes como Eduardo Bonvallet, que lloró mucho cuando lo entrevisté. O Daniel Lencina, con quien tuvimos que parar la grabación. La gente dice: ‘Les gusta hacerlos llorar’. No, ¿para qué? Uno nunca quiere que la gente llore, porque se desordena la pauta, el libreto, todo. A lo mejor Mario (Kreutzberger) alguna vez lo quiso, pero era en el contexto de un concurso, pero eso es otra cosa, no es una conversación o una entrevista”.
Mirando hacia atrás, ¿se siente pleno con lo que ha logrado en su trayectoria?
“Aunque me parece un poco vanidoso de mi parte, desde el primer día de mi carrera nunca pensé que iba a lograr algo que me dio la vida, que ha sido muy generosa conmigo, que es el prestigio. Porque uno aspira a ser conocido, a que lo contraten de una parte o de otra, pero no al prestigio que me han otorgado el público y muchos periodistas que me han entrevistado, además de los muchos premios que he logrado –más de los que merecía– porque me he sacado 2 veces el APES y 2 veces el TV Grama. Todo eso se junta en una palabra que es prestigio, de lo cual estoy muy agradecido. No sé cómo se logra, pero siento que llega un momento en que tú sientes que la gente te da este título, no te podría decir si hace 10 años, hace 5 o hace 3. Pero estoy consciente de ello porque, cuando hablo en alguna reunión, soy muy escuchado. Si le digo a algún otro
conductor en La Red, siempre con la mejor intención: ‘¿Te puedo hacer una sugerencia?’ Siempre hay una disposición: ‘Encantado, por favor’. Por eso, hoy me siento muy satisfecho y muy reconocido”.
Entrevista publicada originalmente en la Edición 178 de El Guardián de la Salud. Marzo 2019.