Por Nadia Dobrinine
Nacido en Canadá, Weston Andrew Valleau Price (1870-1948) fue un dentista que recorrió el mundo en busca de información acerca de las causas de la degeneración dental y sus vínculos con la nutrición, publicando, en 1939, su libro ‘Nutrition and Physical Degeneration’ (Nutrición y Degeneración Física).
Tras graduarse de la Universidad de Michigan, EE.UU., en 1893, ejerció como dentista en Cleveland, Ohio. Siempre fue un ávido investigador y responsable de varias invenciones, concentrándose en la mejoría de las técnicas para fusionar porcelana con metal, y en el trabajo con radiografías.
Salud dental y ósea
En 1930, se volcó a investigar el vínculo nutricional con la salud dental y ósea. Para esto, viajó por el mundo recorriendo 14 países en los que investigó las costumbres alimenticias de diversas culturas, especialmente en comunidades primitivas aisladas, y la relación de estas costumbres con el estado de sus dientes. Recolectaba la evidencia humana que planteaba la gran diferencia en la salud dental que presentaban varias culturas indígenas que tenían una alimentación con ausencia de comidas procesadas, rica en alimentos de fuente animal y con una concentración de vitaminas y grasas esenciales muy superior al consumo promedio de las sociedades “modernas” actuales.
En su libro muestra algunas de las grandes diferencias que resaltaban en estas culturas, en donde básicamente no se veían las típicas caries dentales ni los paladares deformes que resultan en dientes sobrepuestos y una mala apariencia de estos. Pudo presentar sus hallazgos con más de 15.000 fotografías y diversas grabaciones, a menudo mostrando información que hasta el día de hoy sigue siendo tanto controversial como interesante.
La alimentación indígena prevenía las enfermedades
El Dr. Price se dio cuenta de que una cantidad de males comunes, desde caries dentales hasta tuberculosis, se presentaban muy raramente en culturas con prácticas tradicionales, percatándose además de que en el momento en que estos grupos culturales abandonaban sus hábitos alimenticios indígenas y comenzaban a seguir las costumbres del hombre occidental, empezaban a presentar los mismos males de éste, incluyendo un grave empeoramiento de la dentadura.
Weston concluyó que esto se debía, en gran parte, a los métodos que se emplean comercialmente para procesar y almacenar la comida, los cuales suelen arrasar con valiosas vitaminas. Y es justamente la deficiencia de ciertas vitaminas y minerales lo que se traduce en un empeoramiento general de la salud, incluyendo malformaciones y complicaciones en los dientes.
Las dietas de estas culturas aisladas contenían, en promedio, cuatro veces la cantidad de vitaminas lípido-solubles derivadas de alimentos como mantequilla, pescado, huevos, mariscos y carne de interiores, todas consumidas en su estado más puro, sin criaderos, sin procesamiento, envasado, etc. O sea, comían todos los alimentos que hoy en día se consideran poco saludables y se rechazan por su “alto contenido de colesterol”.
Otra diferencia era que consumían al animal “entero”, incluyendo órganos y todas las partes comestibles posibles, haciendo sopa de huesos, por ejemplo. También los lácteos se consumían enteros (no se descremaban), siempre crudos (sin pasteurizar) y en cantidades generosas.
Los dientes son capaces de regenerarse
El Dr. Price siempre recalcaba que los dientes están compuestos por cuatro capas, siendo la más interna una pulpa que se alimenta desde adentro, razón por la cual, si se obtienen los nutrientes necesarios, los dientes son capaces de regenerarse en gran medida.
Sus descubrimientos han sido a menudo criticados e ignorados por los dentistas de pensamiento ortodoxo, pero hay excepciones de doctores con enfoques más holísticos que sí toman en cuenta la nutrición como la base de todas las estructuras del cuerpo; incluyendo, por supuesto, los dientes.
(Photo Copyright © Price-Pottenger Nutrition Foundation®, All Rights Reserved, www.ppnf.org)
La correcta alineación de los dientes y la formación del paladar actúan como base estructural cráneo-facial. Es muy posible que si éste no es del ancho necesario para albergar los dientes, también se verán afectados los elementos asociados, incluyendo la base de los soquetes de los ojos y los pasajes nasales y auditivos, como también la formación correcta de la mandíbula y la cara. Hoy en día se intenta remediar esta deformación mediante diversos aparatos e intervenciones tanto mecánicas como quirúrgicas, sin tomar en cuenta el origen nutricional de estas malformaciones.
En esas comunidades, el Dr. Price también observó el uso tradicional de dietas especiales para parejas que planeaban tener hijos. Se les proveía una mayor concentración de nutrientes porque esto favorecería el desarrollo del bebé. Además, se buscaba planear los embarazos con un espacio suficiente entre hijos, para que la madre pudiese reabastecer sus niveles de nutrientes, y así un embarazo no le “robara” los nutrientes necesarios para el siguiente.
(Photo Copyright © Price-Pottenger Nutrition Foundation®, All Rights Reserved, www.ppnf.org)
Es interesante notar en las fotografías que presenta el Dr. Price que aquellas personas con buena dentadura, paladares amplios y dientes derechos y blancos, aparte de que presentaban excelente estado físico y seguían una alimentación ejemplar, también poseían características faciales atractivas. Aquí quizás se resalte la idea de que la belleza se debe en gran parte a la simetría, y que el humano está diseñado para buscar esa indicación de salud, por lo que salud muchas veces es igual a belleza.
Puede encontrar más información en la Fundación Weston A. Price.
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