CHEPITA FUENTES
Cultive en su huerta casera esta rica y aromática especia que en su jardín será un punto de belleza y además insecticida. Para su mesa, el aroma y el sabor; y para su salud, será el médico que tratará sus males tanto para prevenir como para curar.
Escribo la palabra “septiembre” y llega a mi mente la bella imagen de mi sitio con sus árboles frutales floridos, el matorral de botones de camisa que parece nevado, las caléndulas que florecieron todo el invierno ahora exageran, las calas les hacen competencia. En otros rincones hay flores moradas, amarillas y rosadas que pretenden superar
lo verde que invade hasta el último pedazo de mi tierra.
En medio de nuestra propiedad, mi esposo (QEPD) instaló con base de cemento el mástil para nuestro emblema nacional e instauramos una ceremonia. Al lado del mástil, en una mesa pequeña reposaba nuestra bandera tricolor delicadamente doblada, una bandeja con empanadas recién horneadas, una botella con el jugo de nuestras uvas –un cacho grande para nosotros y uno pequeño para el niño– y por último, una vieja radio cassette con nuestra canción nacional.
Empezábamos la ceremonia leyendo algún poema o prosa que cada uno preparaba para esa ocasión; así fue que a sus 10 años nuestro único hijo nos sorprendió con su primera rima, haciéndonos llorar. Desde que aprendió a caminar lo vestíamos de huaso y tuvo el honor de crecer izando la bandera mientras los tres cantábamos el himno nacional. Luego, al son de cuecas y tonadas, nos servíamos las empanadas con la chicha sin alcohol en cacho.
Con este septiembre se cumplirán tres años desde que dejé esta ceremonia, pero la bandera la elevo al viento con el mismo religioso respeto que mi padre me inculcó. Algo sí es seguro, este año la bandera abanicará mi huerta y ésta la saludará con sus apetitosos aromas.
Las achicorias, acelgas, lechugas y perejil están en todo su esplendor; nacieron espontáneamente por donde el viento quiso sembrarlas. Yo las dejo libres y raleo un poco (saco algunas para dejar más espacio entre ellas) para que crezcan saludables y no apretadas. He notado que las malas hierbas sólo ayudan a que las buenas crezcan más erectas, de modo que ahora arranco para el compost sólo las que crecen muy alto y les tapan el sol. Por mi edad, hoy en día trabajo el mínimo la tierra y he notado que todo se da más bonito.
Albahaca
Septiembre es el mes ideal para regar semillas de albahacas, porque ya no hay peligro de heladas. Distribúyalas al voleo por aquí y por allá.
Su particular aroma repele los insectos dañinos y varias enfermedades.
Si salen muy amontonadas, ralee unas pocas, colóquelas en macetas en las ventanas y evitará así –en forma orgánica y fragante– las indeseadas moscas, zancudos, mosquitos; incluso las hormigas la esquivan.
Para que se pongan frondosas y duren toda la temporada dando hojas, se les corta el cogollo floral. Con una mata que deje para semilla es suficiente. Vaya cortando las hojas grandes primero y al final ocupa el resto. Las flores también se comen, las puede usar para adornar una sopa o una ensalada, claro que no son tan fragantes como las hojas. Para
guardarlas más tiempo frescas póngalas en bolsa de papel de mantequilla o en un frasco de vidrio en el refrigerador.
Para una rica vinagreta:
Albahaca,
ajos,
aceite de oliva
y vinagre de manzana.
Muy rico sobre papas cocidas, pastas integrales frías o calientes y ensaladas.
“Plantar albahaca es plantar salud”
Pero la albahaca, cuyo nombre científico es ocimun baci-licum, no sólo se usa en la cocina, su mayor valor está en la medicina natural.
Previene, calma y elimina enfermedades como: dolor de cabeza, cólicos, malestares estomacales (flatulencias y gases) y calambres uterinos.
Calma la tos, controla la fiebre y es galactogoga, o sea que aumenta el flujo de leche materna. Útil para mareos y vértigos, mejora la circulación, reduce inflamaciones, protege el corazón, desintoxica la sangre y ayuda a mantener controlados los niveles de azúcar en ella. Además, tiene una poderosa capacidad bactericida.
La infusión se prepara con un puñadito de hojas para un tazón de agua hirviendo; se tapa y deja reposar 5 a 10 minutos y se bebe fría o caliente, tres veces al día si está controlando un cuadro de enfermedad.
Si es poco lo que padece, tome una taza al día lejos de las comidas. Y como prevención, sírvala cruda en las comidas.
Un poco de miel de abejas con jugo de albahaca (se machaca sobre un lienzo y se estruja) alivia la tos, la fiebre y combate los hongos.
También se puede usar para hacer gárgaras en caso de amigdalitis, aftas bucales, etc.
Para el dolor de oído: en un vaso licorero coloque dos gotas de jugo de albahaca más dos gotas de agua hervida tibia, y aplique dos gotas de esta mezcla en cada oído.
Con su té, lave ojos irritados y hongos dolorosos en la nariz. Y para los pies cansados y con picor por hongos, ¡pues un baño con té de albahaca!
Hay muchas recetas más que servirían para despertar su interés por plantar esta formidable especia. Hay del tipo dulce (que conocemos en Chile) y picante, esta última se usa en Europa y tiene aún más principios activos para ser usados en la medicina herbaria, pero que acá no he logrado conseguir.
¡Un brindis por el cumpleaños de Chile y por la albahaca!