Alfredo Lamadrid: “La vida empieza hoy, cada día”.

Con más de cuatro décadas en televisión, Alfredo Lamadrid se ha ganado el reconocimiento público gracias a su carrera periodística y a un currículum que incluye, también, su paso por la actuación, la academia, el teatro y la dirección de diversos programas emblemáticos de la pantalla chica y hasta de una película, “Todo por nada”.
Incondicional de su esposa y de sus 3 hijos, se declara maravillado con la Internet y las redes sociales, renovándose gracias a su lema de que la vida comienza cada día. Y le queda cuerda para rato, adelanta este prestigioso profesional galardonado con innumerables premios y quien, aparte de seguir al aire en La Red, prepara nuevos libros que se sumarían a los dos que ya tiene en circulación, “Detrás de la pantalla” (Edimpres) y “Nada es como era” (Zig Zag).

 

Por Antonio Muñoz, Periodista PUC

 

Sabemos que no le gusta hablar de su edad. ¿Tiene conflicto con ese tema?

“Nunca digo mi edad. Es que yo creo que hay 3 edades. La edad psicológica, que es cómo uno se siente; la edad que se aparenta, que es la que uno demuestra, cuando la gente dice: ‘Este señor no tiene más de 50 o 60 años’; y la edad del carné de identidad, que es la menos importante”.

 

¿De qué edad se siente?

“Me siento con el alma muy joven, aunque el envoltorio se deteriore. Y tengo una creencia en mi vida que es clarísima: la vida empieza hoy, cada día”.

 

A su edad, ¿cómo se mantiene en buena forma y productivo?

“Como dice Mirtha Legrand, quien es una persona grande, porque a ella no le gusta que le digan vieja; prefiere que le digan
una persona mayor. En mi caso, me siento bien de salud; me gusta el trabajo que he hecho toda mi vida. Estoy empezando a
escribir otros libros, porque ya he publicado dos. Además, tengo algunas actividades empresariales en el rubro inmobiliario,
aparte de lo que hago en televisión. Paso mucho tiempo en mi casa, porque con el modernismo trabajo desde la oficina
que tengo en mi casa. Me conecto con la gente y con mis colaboradores a través de WhatsApp, y así vamos haciendo el
programa. No tengo interés en parar todavía. Me siento bien, cómodo, tranquilo. A mí, la televisión me parece como si fuera
mi casa porque llevo tantos años en ella; ¡45 años! Empecé el año 73, y me parece como si estuviera empezando”.

 

¿Sigue alguna dieta para conservarse bien?

“No, no. Como de todo. Pero nunca en exceso”.

 

Luce una piel saludable. ¿Algún cuidado en especial?

“No utilizo ningún producto. Cada cierto tiempo, Sonia Fernández me hace un tratamiento para la cara en su Centro de Salud y Estética, porque desde muy joven empecé en teatro, a los 20 años, y me he maquillado toda la vida. Entonces, la piel a veces se resiente”.

 

¿Toma suplementos vitamínicos para energizarse?

“Sí, unas pastillas que me trajeron de Estados Unidos, que bajan el colesterol porque ese es mi problema, lo tengo que estar controlando. Y, por orden médica, tengo también unas pastillas para el corazón y para las articulaciones, porque tengo hipertensión”.

 

¿Practica deportes?

“Desde joven. Hoy practico tenis y estoy empezando en yoga. Además, hago bicicleta 3 veces a la semana. Dicen que el ejercicio es básico para mantenerse bien”.

 

En otras palabras, mejora su calidad de vida.

“El ejercicio, sin duda, me da un tipo de bienestar. Me interesa mucho el yoga, aunque no podría decir que hago yoga, porque estoy recién empezando. He hecho 3 veces, 3 horas. Todo se empieza. Mi profesora es mi nuera, la polola de mi hijo mayor, Alfredo. Ella se dedica a eso, es su actividad”.

 

¿Es partidario de la cirugía estética para lucir bien?

“Creo que los artistas deben someterse a tratamientos para verse más jóvenes, porque resulta desgarrador ver, por ejemplo,
a un cantante que se ve muy mayor jurando y pidiendo amor a través de sus canciones. Por eso, ellos deben cuidar un poco su aspecto físico, al igual que los actores, para que puedan acceder a un buen papel. Así es que soy absolutamente partidario de que la gente que trabaja con su rostro o con su físico se haga cirugía y cuide su apariencia. Yo, ya no, porque se me pasó el tiempo”.

 

Antes de titularse de periodista en la Universidad de Chile, usted trabajó como actor. ¿Cómo llegó a las tablas?

“Cuando estaba en la Escuela de Periodismo, comencé a trabajar en la compañía de Lucho Córdoba (pseudónimo de Luis Alberto Garreaud Fernández), famoso actor peruano que se avecindó en Chile y que hacía comedia. Por esa época, estaba dirigiendo un espectáculo y un compañero de la Escuela, Federico “Perico” Gana, me dijo: ‘Mira, mi hermana está casada con el hijo de Lucho Córdoba. ¿Te interesa grabar con él?’ Entonces le dije que sí, porque era un actor conocido. Luego, Lucho Córdoba me vio dirigir y me dijo: ‘¿Por qué no me vas a ver un día?’ Y fui a verlo. Me preguntó si quería trabajar en teatro y,
la verdad, es que me interesaba, porque antes de ser periodista, quise ser actor. Pero, por diversas razones –mi familia y la incertidumbre laboral– me decidí por el periodismo. Me enamoré de mi carrera y nunca repetí un curso. Y estuve 2 años y medio, casi 3, trabajando de actor con Lucho Córdoba”.

 

¿Estudiaba y trabajaba en forma paralela?

“Pero, ¿qué es lo que era paralelo? ¡Vermouth y noche todos los días; y sábado y domingo, matiné vermouth y noche! Claro, y los otros días en la mañana ir a la Escuela de Periodismo. Y, de repente, una fotonovela. Entonces, faltaba a la Escuela, hacía la fotonovela y me iba al teatro. Cuando uno es joven, tiene más energía y tenía inquietudes de ese tipo. Lo curioso es que no tenía ningún pariente mío que estuviera relacionado con el periodismo o con nada del teatro”.

 

Actor, periodista, director, productor, escritor y profesor universitario. De todos estos roles profesionales que ha desempeñado, ¿cuál le ha dado más satisfacciones?

“El rol de Gerente de Producción y de Programación de lo que hoy es Chilevisión y antes fue Canal 11 de la Universidad de Chile, porque pude desarrollar muchos programas con otra gente. Hicimos el primer matinal de la televisión chilena, que se llamó Tele 11 al despertar; hicimos El club de los bochincheros, el Chilenazo y también 525 líneas, que era un matinal que se
transmitía los domingos en la mañana, con Juan Guillermo Vivado. Pude conocer Hollywood, Los Ángeles y Miami, donde viajaba a comprar películas y a pelear por los “envasados” buenos. Aprendí lo que son los envasados y cuánto influyen en la programación, etc. Me sentí muy realizado porque estaba en diferentes áreas. Era un gerente atípico. Iba a una comida y pasaba a las 2 de la mañana al canal a ver cómo iban las transmisiones. Estaba medio rayado con la cosa, jajaja”.

 

¿Cree que su forma de gestionar marcó un precedente en cómo hacer televisión en Chile?

«La verdad es que todo lo he hecho con mucho entusiasmo y con mucha pasión, cosa que se ha perdido, en el mundo moderno, en el periodismo. Lo hice lo mejor que pude, no más”.

 

¿Qué recuerda de su experiencia haciendo clases en la universidad?

“Muchas cosas. Me gustó mucho hacer clases. En Comunicación Audiovisual, hacía un ramo que se llamaba Televisión Profesional y, en Periodismo, hacía Entrevista Periodística. Esta experiencia se dio porque conocí a Andrés Guiloff, que
fue Director y dueño de la Universidad de Artes, Ciencias y Comunicación (UNIACC), quien me llevó a trabajar con él. Tengo muy buenos recuerdos de la UNIACC en esos tiempos, donde estuve 20 años. ¡Ojalá las personas a las que les enseñé algo hayan aprendido!”.

 

¿Cuáles son sus proyectos laborales para este año, aparte de su programa “Cada Día Mejor”, de La Red, con más de una década al aire?

“No hago muchos proyectos en mi vida, porque grandes proyectos son grandes decepciones. Y como la decepción es una prima hermana del estrés, entonces nunca me hago grandes ilusiones de que vamos a hacer esto o esto otro. Es indiscutible que también tengo que aceptar que estoy en el final de mi carrera, no en el comienzo. Siempre converso con la gente de La Red sobre algunas posibilidades de hacer alguna cosa. No me proyecto mucho en nuevas programaciones, pero tengo algunas ideas que estamos manejando. Cuando era más joven, cuando empecé en esto, quería hacer un programa de radio, un programa de televisión, una película y conducir, todo el mismo día y a la misma hora. Eso es algo absolutamente imposible. Ahora tomo las cosas con más calma. Ya tengo una situación económica formada. En todo caso, sigo en La Red con Cada Día Mejor”.

 

Respecto de sus libros en preparación, ¿cuándo tiene contemplado publicar?

“Cuando tenga un poquitito más de tiempo, porque me he hecho un partidario  de la siesta, que antes nunca lo había hecho. Uno se llama Historias de mi vida. Es autobiográfico, pero no de esos que empiezan a contar: ‘Nací en tal parte…’. No, a nadie le interesa. Cuenta historias que tuve alguna vez con la CNI por ejemplo, o las historias de los clásicos universitarios, que hay dos mil, de las fotonovelas, del teatro, de la televisión, de los personajes que he conocido, de las discusiones que he
tenido con ellos”.

 

¿Qué personaje recuerda en particular?

“Recuerdo a dos. Julio Iglesias, con quien tuve una dificultad que derivó en una discusión. Por eso lo recuerdo. Resulta
que él me citó a las 6 de la tarde a su suite. Llegué a la hora con 2 fotógrafos de la revista Ritmo. Él apareció 25 para  las 7. Estaba al lado, conversando con amigos y riéndose. Entonces, le pregunté si tenía algo en contra mío. Me dice: ‘Pero, ¿por qué?’ ‘Porque me has hecho esperar media hora. Yo soy un modestísimo periodista, pero también mi tiempo vale. Tú eres un cantante internacional muy famoso. Respeta para que seas respetado’. Estaba muy tostado. Y, la verdad, es que él se cortó bastante, porque no estaba acostumbrado a cosas de ese tipo. Al final le dije: ‘Si tú no quieres que te haga la entrevista, no te la hago y me voy’. Entonces, trató de culpar a la revista. Yo abrí un porta documentos y le pasé la revista del día siguiente, que salía el martes y esto era un lunes. Le dije: ‘Tú, que hablas contra la revista, vienes en la portada’. En resumen, hicimos la entrevista que yo titulé La vida es una carta por jugar. Volvió a Chile Julio Iglesias más en gloria y su representante me invitó a almorzar solo con él. También me dijo que mi entrevista había sido una de las mejores que le habían hecho. Y, durante mucho tiempo, Julio Iglesias me mandó tarjetas de Navidad y algunos regalos para Pascua”.

 

¿Y el otro?

“Sandro, que me pareció una persona muy sencilla, muy simple. Estuvimos conversando más de 3 horas. Me encantó. También su representante no me daba la entrevista, y pasaban los días. Llega Sandro (pseudónimo de Roberto Sánchez Ocampo) y me coloqué frente a él, cuando iba caminando hacia el escenario. Le dije: ‘Roberto, este señor que va a tu lado, Óscar Anderle, no me ha querido dar una entrevista contigo. Te pido que tú me la otorgues’. Entonces, él me respondió: ‘¿De qué medio eres tú?’ ‘Revista Ritmo’. Se da vuelta y le dice a Óscar: ‘La revista Ritmo nos ha ayudado mucho’. Y a mí: ‘Terminado el show, 30 minutos después te espero en mi suite, número tanto y tanto’. Y llegamos y nos atendió estupendo”.

 

¿Sobre qué tratan los otros libros en preparación?

“Cien cartas al Mercurio, publicadas y no publicadas, donde pienso incluir una carta mía que apareció el 1 de febrero donde hago una alabanza al Presidente Eduardo Frei Montalva, del que fui un gran admirador. Y el otro es Humanamente hablando. Personas y personajes, donde me refiero a cómo fue la trastienda del programa Humanamente hablando. De aquí puedo
adelantar que, cuando entrevistamos al General Gustavo Leigh, lo perseguimos durante 2 años. La productora, que es mi señora, Patricia Ojeda, lo buscó dos años hasta que consiguió la entrevista y fue la única vez que el General Leigh asistió a un estudio de grabación, porque siempre daba las entrevistas en su casa o en su oficina. También entrevisté a la señora Lucía Hiriart de Pinochet, quien se quería ir porque le molestó una pregunta que yo le hice sobre los detenidos desaparecidos. No recuerdo bien lo que me contestó, porque se corrió por el lado y justo ahí teníamos que ir a comerciales. En ese momento, ella quiso irse. Le dije: ‘Pero, señora, cómo se va a ir si estamos a mitad de la entrevista’. ‘Es que usted me está haciendo preguntas desagradables’. ‘Pero, por qué, si usted tiene que tener una opinión. Mire, en las preguntas y respuestas, siempre gana el que responde. Usted tiene todo el tiempo que quiera para contestar’. Entonces me pidió que sacara esa pregunta y yo accedí. Ese fue un momento difícil, porque estaba empezando en Mega y estuvimos unos 20 minutos conversando con ella hasta que aceptó seguir. Al otro día me mandó pedir la cinta para verla antes. Hubo otros personajes como Eduardo Bonvallet, que lloró mucho cuando lo entrevisté. O Daniel Lencina, con quien tuvimos que parar la grabación. La gente dice: ‘Les gusta hacerlos llorar’. No, ¿para qué? Uno nunca quiere que la gente llore, porque se desordena la pauta, el libreto, todo. A lo mejor Mario (Kreutzberger) alguna vez lo quiso, pero era en el contexto de un concurso, pero eso es otra cosa, no es una conversación o una entrevista”.

 

Mirando hacia atrás, ¿se siente pleno con lo que ha logrado en su trayectoria?

“Aunque me parece un poco vanidoso de mi parte, desde el primer día de mi carrera nunca pensé que iba a lograr algo que me dio la vida, que ha sido muy generosa conmigo, que es el prestigio. Porque uno aspira a ser conocido, a que lo contraten de una parte o de otra, pero no al prestigio que me han otorgado el público y muchos periodistas que me han entrevistado, además de los muchos premios que he logrado –más de los que merecía– porque me he sacado 2 veces el APES y 2 veces el TV Grama. Todo eso se junta en una palabra que es prestigio, de lo cual estoy muy agradecido. No sé cómo se logra, pero siento que llega un momento en que tú sientes que la gente te da este título, no te podría decir si hace 10 años, hace 5 o hace 3. Pero estoy consciente de ello porque, cuando hablo en alguna reunión, soy muy escuchado. Si le digo a algún otro
conductor en La Red, siempre con la mejor intención: ‘¿Te puedo hacer una sugerencia?’ Siempre hay una disposición: ‘Encantado, por favor’. Por eso, hoy me siento muy satisfecho y muy reconocido”.

 

Entrevista publicada originalmente en la Edición 178 de El Guardián de la Salud. Marzo 2019.

Dr. File: “Siempre que esté la pipa del Doctor File, ahí va a estar la búsqueda de la verdad”.

Si bien lleva años en la pantalla chica, no fue sino hasta su incursión en el programa estelar “Mentiras Verdaderas”, donde ya lleva 5 temporadas, que Cristián Contreras Radovic (49 años) –más conocido como el Doctor File–pasó al salón de la fama. Y también de la polémica, a causa de sus teorías para muchos transgresoras. Periodista de profesión, Doctor en Filosofía con mención en Filosofía de la Ciencia por la Universidad Autónoma de Barcelona, conferencista, autor de tres libros, ex corresponsal de la NBC y ex atleta de alto rendimiento, hoy su tiempo está dedicado por completo a su pasión –el conocimiento– y a su familia. En esta entrevista, se refiere a varios temas polémicos y nos adelanta su participación en “El Encuentro” y su regreso a La Red.

 

 

Por Antonio Muñoz, Periodista PUC

 

Es hermano de la actriz Ángela Contreras. ¿Cómo fue para usted convivir con la exposición mediática de ella?

“Empecé en la televisión antes que mi hermana, como estudiante en práctica en el Departamento de Prensa de La Red. Al
año, ella se tituló de actriz y protagonizó la teleserie Ámame, por la que se hizo famosa. Para mí, fue un orgullo que haya
tenido reconocimiento por su profesión, por sus propios medios y cualidades, además de ver que, de alguna forma, representaba la imagen de la mujer chilena en un momento dado. Siempre fue bueno, aunque pocas veces hice referencia al
hecho de que fuera mi hermana”.

 

¿Y hoy cómo es convivir con la fama ahora más inclinada de su lado?

“Una anécdota no más. Cuando me encuentro con mi hermana, me cuenta: “Adivina lo que me pasó: me detuvieron en la calle, pensé que me iban a pedir un autógrafo y me dicen: ‘¿Usted es la hermana del Doctor File? La felicito’”. Jajaja. Pero a ella –incluso hasta el día de hoy– la reconocen, pese a que está retirada. Se dedicó a su familia y al deporte, porque apoyó mucho a sus hijos en todo lo que es el enduro en bicicleta.

 

¿Usted también es deportista?

“Toda mi vida de juventud fui deportista, hasta como los 20 años, cuando entré en la universidad, lo que significó ir dejando el deporte por los estudios. Siempre lo lamento, porque a las universidades de nuestro país les falta apoyar a los deportistas para que se destaquen, como es en los Estados Unidos. Desde pequeño participé en varios deportes. Después hice fútbol. En su momento, estuve a punto de debutar en la primera división, pero ya era muy tarde porque, cuando terminé la carrera de Periodismo, tenía 22 años y ya era muy viejo a esa edad para iniciar mi carrera profesional en el fútbol. Ahora hago tenis, aunque me queda poco tiempo. Mi hijo menor, Batista, que tiene 8 años, es bien deportista”.

 

¿Cómo saltó de la filosofía al estudio de los fenómenos paranormales?

“Más que lo paranormal, porque suena a fantasmas y cosas por el estilo, comencé a investigar enigmas de la ciencia. Cuando tenía 20 años, me hice la pregunta sobre las causas del Big Bang, esa explosión que dio origen al universo. Y me dediqué a investigar esta pregunta que Stephen Hawking calificó en una revista como un misterio de la ciencia, porque nadie la había contestado. Y yo, después de 15 años y 6 títulos, le di una respuesta que está en mi primer libro titulado ¿Por qué ocurrió el Big Bang? En ese camino por responderla, partí del enigma del origen del universo, que a su vez me llevó al enigma de las grandes civilizaciones. Y he recorrido todas las civilizaciones del mundo. En resumen, mi profunda fuente de inspiración son los enigmas, los misterios del universo, la historia, las conspiraciones. Y, claro, eso te lleva a ciertos fenómenos paranormales, en una derivada muy lejana de mi profesión, porque yo más bien soy un filósofo de la ciencia”.

 

Cuéntenos cuándo y cómo nació el Doctor File.

“Desde hace mucho tiempo, yo tengo una página web que se llama www.docfiles.cl, donde comencé a poner mis cosas, los archivos del doctor. Cuando entré como panelista estable al programa Mentiras Verdaderas, de La Red –al que me habían invitado varias veces antes–, me preguntaron: ‘¿Cómo le ponemos a tu sección?’ Ahí aparecieron los productores, Carlos Lobos y Jorge Abate, quienes me dijeron: “Doctor File, pues’, a partir de los docfiles, que son los archivos del doctor. De ahí que la gente me dice Doctor File, porque mucha veces ni sabe mi nombre”.

 

El Doctor File fuma pipa. ¿También lo hace Cristián Contreras en la vida real?

“El Doctor File es una parte de mi personalidad. Pero es mucho mejor que uno. Es la parte académica que uno tiene, la parte de investigación, la parte de la búsqueda de la verdad con mucha profundidad. A veces lo veo como el filósofo de nuestro pueblo. Que quede claro que nuestro pueblo también tiene filosofía y pensamiento. Y el Doctor File se debe a nuestra ciudadanía, a aquellas personas que muchas veces no pueden entrar en la universidad y a las que, a través de él, les llevo conocimientos fantásticos. Muchas veces, al estar en los programas de televisión, en vivo, y sube el rating, hay mucha presión, por lo que uno puede equivocarse en cosas más superficiales como fechas. Pero, en lo profundo, el Doctor File siempre busca la verdad y entrega sabiduría. En eso, no lo pueden cuestionar. Y esa es una tarea muy difícil, ser filósofo en un país al que le están quitando las horas al pensamiento reflexivo. Así y todo, estamos ahí y hay que seguir caminando. Siempre que esté la pipa del Doctor File, ahí va a estar la búsqueda de la verdad”.

 

Gracias a “Mentiras Verdaderas”, logró posicionarse como un referente mediático. ¿Cómo valora su participación en ese programa estelar?

“Para mí, Mentiras Verdaderas, de La Red, es el mejor programa de conversación que tiene la televisión chilena. Y la verdad es que la televisión depende del rating. Si uno está ahí es porque, básicamente, hemos logrado tener un público al que le interesan los temas que estamos exponiendo. Además, en Mentiras Verdaderas no tengo censura. Nunca me han dicho: ‘No hables de esto ni de aquello’. Uno tiene que hablar como hablamos siempre: prudentemente, con respeto. Pero la libertad que
tengo para hablar ahí es invaluable para mí. Es un gran programa, el mejor que hay de conversación y de exposición de los pensamientos de los chilenos. Por eso reclamo cuando se entregan estos premios como el Copihue de Oro, porque Mentiras Verdaderas pelea con estelares que son de otro género”.

 

Como consecuencia de su popularidad en La Red, pasó luego a Chilevisión, donde participó en “La Hermandad”
y “Las Últimas Horas de…” ¿Cómo fue su experiencia allí?

“Mi experiencia en Chilevisión fue muy buena. Primero, trabajé con un equipo fantástico de profesionales de televisión. Cuando me fui, había una visión editorial que, lamentablemente, se impuso en enero del año pasado. Ya se venía conversando, por parte de los mandamases del canal, de un cambio en la línea editorial. Entonces, decidieron hacer una
señal televisiva de entretención familiar. Y, en ese contexto, lo que yo desarrollo no era prioridad. Como consecuencia, los proyectos que teníamos para hacer la segunda parte de La Hermandad y Las Últimas Horas de… quedaron en la mesa. Frente al escenario de tener que quedarme ahí en el matinal con los proyectos detenidos, sin saber por cuánto tiempo, justo se dio la posibilidad de volver a Mentiras Verdaderas, y lo hago encantado, porque en este programa podemos desarrollar temas de investigación, que son más profundos”.

 

¿Cómo asume los comentarios negativos de sus detractores?

“Habría que ver crítica por crítica. En realidad, cuando uno está ampliando los paradigmas, contando historias que estuvieron en el silencio durante muchísimo tiempo, la gente evidentemente va a criticar y, si quiere hacerlo, que critique. Siempre es positivo, hay que enfrentarlas y sirven sobre todo cuando uno tiene alguna imprecisión que mejorar. Las descalificaciones son otra cosa, aunque tampoco me afectan mucho. Pienso que hay gente que se quedó con una versión de los hechos y estructuró su vida sobre una versión religiosa, política, económica, filosófica. Y, cuando uno muestra otra versión, más descriptiva o con verdades que habían estado ocultas, evidentemente se puede generar mucha controversia y polémica, porque es una reacción desde el miedo. Hay algunas personas a las que les duele más que a otras lo que uno dice. Pero, así es el mundo. Aunque insisto, la crítica con argumento es válida. La descalificación gratuita no lo es, aunque hoy es parte del asunto por las redes sociales. Siempre digo: si todos pensaran igual, nadie estaría pensando. Siempre es bueno el diálogo, la discusión, el debate”.

 

¿Puede dar crédito de las experiencias paranormales que ha investigado?

“Todos estos fenómenos paranormales se verifican caso a caso. No los puedes repetir a voluntad como un experimento, según lo requiere el método científico. Entonces, lo único que te queda es hacer algún registro del fenómeno paranormal.
Y, en este sentido, yo sí he tenido más de una experiencia. Por ejemplo, en dos ocasiones he visto objetos voladores no identificados. Una vez fue en grupo,como a los 15 años, en el sur de Chile, en el horizonte, sobre unos cerros, siendo ya de noche. La otra vez fue en Bolivia, el año 2012, cuando estaba haciendo una expedición con mi señora y tuvimos una observación de un objeto volador no identificado u OVNI, es decir, la típica luz en el cielo con un movimiento extraño, pero inteligente. No era un satélite ni algo explicable, sino un fenómeno muy extraño. Respecto de experiencias paranormales, recuerdo que hace mucho tiempo tuve una experiencia, pero de tipo energético. Enfrentar estos temas cambia cuando tú tienes la experiencia.Pero si nunca la tienes, es muy difícil. Lo que sé es esto y es muy importante: tanto los fenómenos OVNI como los fenómenos paranormales propiamente tales –como fantasmas, espectros y otros afines– son explicables en el 99% de los casos, o son datos falsos. Pero hay un 1% de casos que son fantásticos, lo que te permite dejar ese campo de investigación abierto y no negarlo como si fuese una tontera. En cuanto a los OVNI, de las miles de observaciones que hay al
año, al menos hay una que vale la pena estudiar y que te abre hacia un nuevo paradigma. Eso es lo hermoso de los enigmas. Para resolverlos, la clave es ampliar la visión que tienes de la misma disciplina. Entonces, esos ejemplos te permiten tener una visión más amplia de la realidad y no negar estos campos de lo humano. El racionalismo y materialismo del siglo XX prácticamente disecaron el espíritu humano. Desde hace unos pocos años, ese espíritu humano está volviendo a renacer y yo
estoy en esa línea de equilibrar lo físico y lo metafísico”.

 

En algunos programas, usted se ha referido al virus del VIH y al SIDA. Nos interesa conocer su postura frente a las declaraciones que vertió en torno a este tema y sus vínculos con la industria farmacéutica.

“Es una pregunta muy amplia, pero lo que me interesa afirmar es lo siguiente: esta enfermedad hay que prevenirla utilizando
los medios señalados oficialmente. Lo que sucede es que esta polémica con el SIDA se suscitó cuando el doctor norteamericano Robert Willner se inyectó públicamente, a fines de los años 80, el virus del VIH con el objetivo de probar que no necesariamente es la causa del SIDA. También realizó este acto para instar a la comunidad científica a revisar, estudiar e investigar el AZT, que era la droga que entonces se utilizaba para combatir el SIDA. Simplemente, aludí hace algunos años a este episodio de la historiografía médica en el programa Mentiras Verdaderas y, el año pasado, me volvieron a preguntar sobre lo mismo en Vértigo, de Canal 13. Entiendo que no se sepa mucho lo que es la disciplina de la historiografía médica o científica, pero, insisto, mi intención fue simplemente recordar lo que este doctor hizo, que, por lo demás, es de conocimiento público, ya que existe el vídeo circulando en las redes sociales de ese momento en que el doctor Willner se inyecta el VIH. Lo
que yo sostengo es que es importante que esta acción sirva y motive para investigar sobre las causas y las curas de una  enfermedad que, a la fecha, ha costado alrededor de 85 millones de muertes, la mayoría en África. Es, evidentemente,
un problema humanitario y de política pública de salud que, hasta ahora, no tiene solución y que debe incentivar la investigación científica en pro de una cura, porque todas las medidas que se han ejecutado no han detenido el problema. Quiero dejar bien en claro que, quienes padecen la enfermedad del SIDA, deben seguir las indicaciones médicas y respetar los protocolos establecidos. Así y todo, hay mucho que investigar sobre el SIDA”.

 

Sabemos que formará parte de la versión 2019 de “El Encuentro”. ¿Qué nos puede adelantar al respecto?

“Voy a concentrar mi participación en proponer una visión sobre el nacimiento de una nueva cultura. Creo que, cuando uno observa la civilización en la que estamos, uno ve una decadencia cultural, que significa que solamente los ámbitos científicos han avanzado. Son los campos humanistas los que están en decadencia y hablo de la antropología, la filosofía existencialista, la economía capitalista, la política maquiavélica, de la educación, de la religión devastada, el erróneo orden lineal del calendario y las nefastas posturas antimetafísicas que tanto daño le hacen al alma humana. Todos estos campos, que son los pilares de la cultura, están en decadencia sin excepción. Entonces, tú puedes decir: ‘Bueno, parchémoslos’. Y yo digo: No,
reformulemos, propongamos una visión nueva para levantar una nueva cultura en nuestro país y en nuestro continente, que
sea original y auténtica, que es lo que no tenemos. Sobre eso va a versar lo que voy a exponer en El Encuentro”.

 

¿Confía en que aquello pueda ocurrir?

“Esa es una pregunta del millón. Te la voy a responder, pero pregúntame en 500 años más. Todos los procesos de cambio cultural demoran siglos a veces. Piensa en Jesús. Durante 300 años el Cristianismo fue perseguido. ¡300 años! Ni 10 ni 20 ni 30. Y solo después de ese tiempo pasó a ser la religión oficial del Imperio Romano, perpetuándose hasta hoy. En este sentido, yo siempre me inscribo dentro del calendario maya, de 13 lunas. Por lo tanto, el 21 de diciembre del año 2012 comenzó una nueva era. Eso quiere decir que estamos en el año 6. Entonces, lo importante es crear y partir con una visión nueva. Nosotros, los chilenos, nunca hemos tenido una  cultura original y auténtica. Somos un híbrido. No hemos reconocido nunca las tradiciones de nuestros pueblos originarios, entre muchos otros problemas. La economía es de afuera; la visión de
la historia que se tiene es de afuera. Todo es de afuera y trabajamos para financiar lo de afuera. Entonces, lo que voy a proponer, aquello en lo que he trabajado, es una gran reformulación de estas disciplinas culturales para levantar o crear una nueva cultura en nuestro país y en nuestro continente”.

 

Libros publicados :

¿Por qué ocurrió el Big Bang? El enigma del origen del universo (Editorial Universitaria, 2005)

La teoría del Big Bang y la perfección de la sabiduría. El vacío como síntesis ontológica de todo cuanto existe (Editorial Universitaria, 2009)

Politikon 2012. Una teoría política sobre una fundación cultural en Sudamérica y el rol de Chile (Editorial Universitaria, 2012)

 

Entrevista publicada oficialmente en la Edición 177 de El Guardián de la Salud. Febrero 2019.