Trastorno por déficit atencional e hiperactividad (TDAH) Protejamos a nuestros niños con un tratamiento integral

 

En nuestra sociedad moderna, cada vez son más los niños diagnosticados y etiquetados con  trastorno por déficit atencional e hiperactividad (TDAH), convirtiéndolos en blancos idóneos para recibir medicamentos psiquiátricos. Se trata de personalidades únicas que están siendo adulteradas y moldeadas por drogas farmacéuticas para adaptar el comportamiento infantil dentro de las normas que impone la sociedad.

 

Por Equipo GS

Hay casos en que los pequeños realmente son inquietos, impulsivos y tienen problemas para concentrarse y prestar atención; algo que perjudica su desempeño escolar y social. Esto, según algunos estudios, puede ser producto de ciertos desequilibrios hormonales o de factores ambientales que pueden influir en la química cerebral y, por ende, en el comportamiento del niño, dando como resultado un diagnóstico de TDAH. Entre los factores ambientales se ha visto cierto vínculo con el consumo de tabaco y de bebidas alcohólicas durante el embarazo; los nacimientos prematuros; el contacto de los niños con toxinas como plomo; la ingestión de ciertos colorantes, preservantes y pesticidas (más sobre esto en pág. 5 y 34 Revista Soluciones Nº9), o una lesión en el lóbulo frontal del cerebro del menor.

No obstante, el problema con el diagnóstico de este trastorno está cuando comienza a haber una tendencia cada vez mayor a etiquetar a niños con TDAH, siendo que tienen patrones conductuales que están dentro de la normalidad, con la inquietud y curiosidad características de su edad. Lo que hace unas décadas era considerado un comportamiento normal, hoy se diagnostica como un trastorno mental, llenando a los pequeños con medicamentos psicoestimulantes como el metilfenidato, más conocido como Aradix, Concerta o Ritalin, con reconocidos efectos secundarios: pensamientos suicidas, ansiedad, psicosis, problemas cardiovasculares, y tendencia a la adicción, entre otros.

Y es que tal vez, el ritmo de vida que tenemos hoy nos convierte en personas menos tolerantes y pacientes, y para aquellos profesores que tienen que lidiar con 45 niños en una sala de clases, basta que algunos sean un poco revoltosos y alteren la estructura, como para que sean derivados al psiquiatra.

Y mientras más niños toman Ritalin, las compañías farmacéuticas aumentan sus ventas y siguen expandiendo su influencia controladora.

En Estados Unidos, en el 2011 un aproximado de 11% de los niños entre 4 y 17 años había recibido un diagnóstico médico de TDAH, de acuerdo a información de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de ese país. En nuestro país el porcentaje no está definido; algunas fuentes hablan de un 5% de niños diagnosticados con TDAH, mientras que otras sitúan el porcentaje entre un 10% y 12%, siendo 6 veces más frecuente en varones que en mujeres. El consumo de metilfenidato, por su parte, aumentó en un 70% en cinco años, desde el 2008 al 2013, lo que muestra un claro aumento en los diagnósticos y su respectiva medicación.(1)

Los medicamentos psiquiátricos echan por la borda la disciplina

La razón es que estos medicamentos no enseñan a los niños a lidiar con los desafíos de la vida, sino que reemplazan la disciplina, el amor y la perseverancia con alteraciones químicas en el cerebro cuyos efectos, además del plano físico ya mencionado, también repercuten a nivel emocional y espiritual.

Si se le da el crédito a una droga psiquiátrica por ayudar a cambiar el comportamiento de un niño, entonces intrínsecamente se le enseña al niño a ser mental y espiritualmente dependiente de una sustancia para enfrentar la realidad de la vida.

Es por esto que, antes de recurrir a los medicamentos como única salida al ‘problema’ de comportamiento de nuestros niños, es bueno que, como padres, exploremos otras alternativas que no representen un riesgo para la salud de los pequeños y que no cambien su personalidad.

Alimentación sana y natural

Lo mejor para el niño es una dieta saludable muy baja en azúcar y alta en vitaminas y minerales, y lo más cercana posible a los alimentos crudos y orgánicos.  Esto significa obviamente evitar las bebidas gaseosas, los jugos artificiales, los alimentos procesados y aquellos alimentos con preservantes o colorantes, como golosinas y snacks (papas fritas, suflitos, etc.), y apegarse al consumo de carne de vacas alimentadas con pasto, pollos de granja, frutas y vegetales orgánicos (sin pesticidas) y aceite extra virgen como el aceite de coco y el de oliva.

Suplementos nutricionales al rescate

Existen suplementos que pueden ayudar con los síntomas de inquietud y la falta de concentración en los niños, pero es importante que contemos siempre con la asesoría de un profesional de la salud, puesto que cada niño es un ser único e individual, con necesidades diferentes. De todas maneras, la siguiente información sirve como una guía general:

Zinc

Varios estudios han demostrado una reducción de la hiperactividad e impulsividad con una suplementación de zinc. Esto, porque los niños diagnosticados con TDAH podrían tener niveles más bajos de este mineral.

El zinc es muy beneficioso para mejorar el procesamiento de la información y la toma de decisiones por parte del niño, siendo destacada su influencia en la regulación de los neurotransmisores cerebrales y de la secreción de melatonina (hormona nocturna, que favorece el desarrollo emocional).

Como dosis, entre 20 y 40mg diarios de un suplemento de zinc es la recomendación estándar.

Alimentos ricos en zinc: ostras y otros mariscos, yema de huevo, carnes de vacuno y de ave, productos lácteos, legumbres, frutos secos, granos integrales y cereales fortificados, entre otros.

Magnesio      

El magnesio ha sido llamado el mineral “anti-estrés”, por sus efectos calmantes, y se ha visto una mejoría significativa en niños con síntomas de hiperactividad después de tomar suplementos de magnesio.

El magnesio es esencial para la producción de energía, la reproducción e integridad celular, la desintoxicación, las funciones musculares y neurológicas, y la mantención del equilibrio del pH del cuerpo.

Alimentos ricos en magnesio: semillas de sésamo, de sandía, de zapallo y de girasol; salvado, cacao en polvo, nueces y almendras, entre otros.

Además de la suplementación oral y de los alimentos, una gran forma de adicionar más magnesio a la vida de tu hijo es agregar una taza de Sales de Epsom a la tina, y bañarlo por la noche como una suave forma de comenzar a tranquilizarlo para dormir.

Vitaminas B, omega 3 y probióticos

Adicionar vitaminas del complejo B, omega 3 (aceite de pescado) que sea libre de metales pesados y probióticos a la dieta del niño, ayuda positivamente a su comportamiento. 50mg de vitaminas del complejo B (en especial las vitaminas B3, B6 y B12) y 100 a 200mg de aceite de pescado ayudan a nutrir y estabilizar el sistema nervioso central y benefician la estabilidad del ánimo, la concentración mental y la función cerebral. Los probióticos por su parte ayudan a tener un equilibrio saludable de la flora bacteriana, una digestión apropiada y una buena respuesta inmune.

Alimentos ricos en vitaminas B: levadura de cerveza, yema de huevo, hígado, productos lácteos, legumbres, arroz integral, vegetales de hoja verde, etc. y suplementarse.

Alimentos ricos en omega 3: aceite de pescado, pescados azules como sardinas, salmón, albacora. (Más sobre el omega 3 en pág. 33, Revista Soluciones Nº9).

Alimentos con probióticos: Kéfir o yogurt de pajaritos, chucrut, chocolate negro, microalgas como spirulina y chlorella, entre otros.

Una rutina constante en un ambiente relajante

Los masajes, la estructura y los ejercicios de relajación son todas técnicas útiles y naturales a las que se puede acudir cuando se trata de proveer un ambiente calmo y relajante. Tu hijo necesita regularidad y estructura para contrarrestar su tendencia natural hacia la inquietud. Un horario regular para hacer su tarea, para hacer ejercicio, para comer, acostarse y despertarse para comenzar cada día lo ayudarán a ordenarse y disciplinarse. 

Sumar a la rutina de acostarse del niño un masaje corporal o de pies, es otra forma grandiosa de ayudarlo a calmarse. El contacto humano tiene poderosos beneficios físicos y emocionales. Incluye aceites esenciales relajantes como el de lavanda, manzanilla o melisa, para potenciar los efectos.

La importancia del ejercicio

Expertos de la Universidad del Estado de Michigan, EE.UU., han demostrado por primera vez que los niños con TDAH pueden concentrarse mejor y distraerse menos después de una breve sesión de ejercicio.

Según Mattew Pontifex, profesor de kinesiología y líder del estudio publicado en el Journal of Pediatrics, “Esto aporta evidencia temprana de que el ejercicio puede ser una herramienta en el tratamiento no farmacéutico del TDAH. Tal vez el primer curso de acción que deberíamos recomendar a los psicólogos es el de aumentar la actividad física del niño”.

Tan sólo 20 minutos de ejercicio vigoroso al día parecen ser suficientes para drenar el exceso de energía del pequeño. Intenta involucrarlo en actividades que él disfrute tales como jugar a la pelota, andar en bicicleta, en patines, etc. Lo importante es que sea una actividad que realice a diario de manera continua por el periodo de tiempo fijado.

Nuestro rol como padres

Finalmente, un entorno cariñoso, de apoyo, comprensión y respeto, pero a la vez de enseñanza y disciplina, y una actitud tranquila y paciente de parte de los padres o las personas encargadas de cuidar al menor, harán que éste se sienta seguro y tranquilo, y menos frustrado frente a su propio comportamiento. Estos niños son excepcionales y tienen un gran potencial; depende de nosotros desarrollarlo y guiarlo.

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Referencias:

(1) www.caras.cl/sociedad/el-deficit-al-pizarron

Fuentes:

-blog.naturalhealthyconcepts.com/2012/07/02/treat_add_and_adhd_naturally

-www.naturalnews.com/044978_psychiatric_drugs_children_overmedication.html

Déficit Atencional e Hiperactividad (TDAH) Sanando este trastorno en la conducta de nuestros niños

 

Por Lorena Castillo, Iridióloga / Naturópata holistica 

Los niños hiperactivos son dueños de una intensa actividad motora, es decir, se mueven continuamente. La hiperactividad se considera un “trastorno conductual” porque se altera el entorno y su normalidad. Se considera, también, que estos niños padecen una disfunción cerebral mínima conocida como “encefalitis letárgica”, que afecta el área del comportamiento. De ahí la consecuente explosividad en la actividad voluntaria, impulsividad orgánica e incapacidad de estarse quietos. Un niño hiperactivo es un niño que destaca sin duda, pero que necesita ser guiado con mucha paciencia y amor para que encauce la energía extra en cosas que lo beneficien, y beneficien al resto.

Características conductuales generales

Si alguna vez ha estado en presencia de un niño que va de un lado a otro constantemente, comenzando alguna tarea para abandonarla incompleta, hay que tener ojo, especialmente si su hiperactividad aumenta cuando está en presencia de otras personas, sobre todo frente a quienes ve poco o extraños. Son los niños que “se lucen cuando hay una visita”, pero que se normalizan cuando están solos.

Para ser hiperactivo, un niño aparte de “inquieto” debe ser especialmente problemático. Es decir, poseer un espíritu destructivo, ser impulsivo, insensible a los castigos, desobediente y nervioso. Por esto es que son malos alumnos, porque son difíciles de educar, ya sea por los padres, como por los profesores. Es más, son niños que no pueden mantener durante mucho tiempo la atención puesta en algo, lo que se verá reflejado en sus notas, a pesar de tener una capacidad intelectual normal o superior.

Son considerados rebeldes, pues no hacen lo que sus padres les indican, o incluso hacen lo contrario. Tienen muy poca tolerancia a las frustraciones, con lo que insisten mucho hasta lograr lo que desean, siendo especialistas en “rabietas”.

La alimentación  necesaria para equilibrar sus emociones y saltos de energía

Frutas crudas de estación como jugos en las mañanas (piña, melón) y como colación para los recreos (plátano, pera).

– Vegetales con aporte de clorofila, como los de hoja verde: acelga, apio, perejil, albahaca, orégano.

– Carbohidratos como la quínoa, que contienen tritopfano, un estimulante neurotransmisor y antidepresivo, importante para el desarrollo cerebral.

 

 

Pescados de agua fría (atún, salmón, arenque), ya que contienen ácido docosahexaenoico (DHA), fundamental para el desarrollo del cerebro y cuya carencia se vincula a las personas con síndrome de hiperactividad.

 Suplementación de DHA. Se toma en la mañana, antes de ir al colegio, 1 cápsula con agua.

Carbohidratos complejos que se encuentran en las legumbres, la mejor fuente vegetal de proteínas. Contienen un 22%  más que cualquier otro tipo de vegetales. Al contrario de las proteínas derivadas de animales, las proteínas de las legumbres están libres de colesterol y normalmente son pobres en grasas. Contienen, además, vitamina B6 y tiamina, y minerales como hierro, zinc, potasio y cobre. Por esto, 2 o 3 veces por semana los niños deben consumir porotos, lentejas, garbanzos, arvejas o habas.

 Vitamina B6: Conocida como piridoxina, estimula la capacidad de atención, disminuye la irritabilidad y colabora con la producción de importantes sustancias químicas del cerebro, como la serotonina. Además, la vitamina B6 es necesaria para el óptimo metabolismo de los hidratos de carbono (ej. arroz integral, granos, plátano, palta, nuez y legumbres)

 

 

Vitamina B12: Esencial para el funcionamiento del sistema nervioso, ya que ayuda adesarrollar las funciones neurológicas. Su consumo mejora la concentración y la regulación de los neurotransmisores. Tenga en cuenta que la vitamina B12 se asimila de la misma forma que la vitamina C, por lo que se debe mantener como mínimo una diferencia de 3 horas entre la ingesta de una y otra. La B12 está presente en huevos, lácteos, carnes y pescados como salmón, arenque y sardina principalmente.

 

Hierro: Un excelente alimento para consumir este mineral es la lenteja, que además puede prepararse de diversas formas como germinados, zumos, ensaladas o croquetas.

Zinc: Este mineral es muy beneficioso para mejorar la capacidad de procesar datos y tomar decisiones por parte del niño, siendo destacada su influencia en la regulación de los neurotransmisores cerebrales y de la secreción de melatonina (hormona nocturna, que favorece el desarrollo emocional). El zinc está presente en alimentos como champiñón, rabanito y yema de huevo.

 

Valeriana: Esta hierba, preparada en infusión con sus raíces, estimula la producción y las actividades de algunos neurotransmisores del cerebro. Excelente opción completamente natural para desarrollar las capacidades mentales de niños hiperactivos. Hierva, durante 5 minutos, 1 taza de agua y luego agregue 2 cucharadas de valeriana. El niño debe tomar media taza en la mañana y media en la tarde.

Cambios en el estilo de vida

Así como la alimentación es clave para ayudar a equilibrar la hiperactividad del menor, los cambios en su estilo de vida y en su entorno emocional y afectivo son claves para acompañar este proceso.

En vez de exponerlo excesivamente a la televisión, a los juegos electrónicos y de video; lo mejor es promover la realización de actividades y juegos al aire libre. Especialmente si el clima acompaña.

En vez de seguir con la misma rutina de tareas largas y tediosas que los niños “normales” hacen en el colegio; para estos niños lo mejor son las actividades o tareas que no sobrepasen los 15 a 20 minutos. Es importante crear una rutina diaria clara, y ser concreto en las instrucciones dadas (hacer la cama, poner la mesa, leer, ordenar la habitación, entre otras).

En vez de premiarlo con comida chatarra, dulces o juguetes; prémielo con paseos o elementos que fomenten su estabilidad como dibujar, pintar, hacer deportes, etc. Trate paulatinamente de retirar los elementos que puedan distraerlo de su rutina diaria, y planifique programas que permitan incrementar gradualmente su grado de concentración. Cuando se comporte mal o esté alterado, use ‘tiempos de espera’ como castigo.

ESTRATEGIAS SALUDABLES PARA TRANQUILIZAR A UN NIÑO ALTERADO

Enséñele a su hijo maneras saludables y agradables para relajarse:

Ponga música suave y relajante  mientras juega.

Deje que se siente en su regazo mientras mira la televisión para inculcar un sentido de seguridad, o cántele mientras prepara las comidas.

Convierta la calma en un juego: dígale que se imagine un lugar seguro y feliz, lleno de todas sus cosas favoritas. Cada vez que diga “Vamos a jugar el juego tranquilo”, tiene que sentarse tranquilamente y pensar que él está en su lugar especial. Además de tener un efecto calmante, este ejercicio puede ayudar a que la imaginación de su hijo crezca y se desarrolle.

Homeopatía

Si el nivel de actividad de su hijo es muy elevado, intente con la homeopatía. El Arsenicum Album es un componente que presta bastante ayuda en los desequilibrios infantiles.

Alimentos que debemos evitar para no interrumpir el equilibrio

Moderar o evitar la leche y los lácteos en general. No sobrepasar una vez por semana de cada tipo.

El trigo (y el gluten) en forma de pan, galletas, pastas y alimentos refinados. Reemplace por galletas de arroz, de avena o centeno.

Alimentos comerciales con abundancia de azúcar refinada (carbohidratos simples), ya que, según investigaciones, se ha podido detectar que los niños con hiperactividad presentan, en pruebas de laboratorio, curvas anormales de tolerancia a la glucosa.

Comida chatarra y todos los alimentos que contengan saborizantes o preservantes artificiales como glutamato monosódico (MSG) incluido en sopas instantáneas y salsas principalmente. Evite darle todos los alimentos procesados de color rojo, amarillo y verde.

Tabletas de antiácidos, pastillas contra la tos o dentífrico comercial. Prefiera la homeopatía como la Camomilla D6, bacterias amigables para trastornos digestivos, o Propóleo con equinácea para los trastornos del resfrío común. Busque algún dentífrico natural sin endulzantes ni saborizantes químicos.

Bebidas carbonatadas, pues contienen grandes cantidades de fosfatos, responsables de la hiperkinesia (exceso de actividad muscular).

Tres remedios naturales para controlar la hiperactividad

1) Deje remojando dos cucharadas de avena con agua purificada (o jugo de pera o membrillo) durante la noche y cuele. Dé el líquido todos los días en la mañana, para el fortalecimiento del sistema nervioso y el mejoramiento del autocontrol del niño.

2) Vierta dos cucharadas de hojas de ginkgo biloba en una taza con agua hirviendo. Tape y deje enfriar. Cuele y dé media taza en la mañana y media en la tarde. Este remedio ayuda a mejorar la concentración.

3) Lave y pele dos peras pequeñas y ponga a hervir en media taza de agua con dos hojas de melisa, durante cinco minutos. Retire del fuego y deje enfriar. Dé media taza en la mañana y media en la tarde. Este remedio ayuda a relajar el sistema nervioso.

Finalmente, es importante tener en consideración que la intoxicación con metales pesados como el plomo y el cobre se ha vinculado con problemas de conducta y con la hiperactividad en niños. Se recomienda realizar un análisis en Medicina Cuántica para descartar esta acumulación o saturaciones de tóxicos inorgánicos.

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